Esta es mi historia…
Hacía 4 noches que no podíamos dormir bien. Un mínimo reflejo de luz que entraba en la habitación me hacía levantar de la cama, y si yo me despertaba lo llamaba a Joaquín, la pregunta que siempre le hacía era:- ¿va a llover? – Se la hice mil veces, y mil veces me dijo no. Faltaban tan pocos días para nuestro casamiento. Todavía quedaba muchísimo por hacer en el parque de la casa del campo de mi papá, a 500kms de Buenos Aires. Lo que más nos inquietaba era que sabíamos que el domingo iban a estar todos en Gonzales Chaves, el pueblo donde yo nací 29 años atrás, ¡era increíble juntar todas esas caras! Queríamos vivir con ellos cada segundo, que puedan disfrutar junto con nosotros de lo lindo del campo y compartir un fin de semana largo de cuatro días donde todo era fiesta. Esa mañana, como todas, me levanté con el amanecer.
La noche anterior no había dormido mucho porque ya habían llegado mis primos de Italia, los amigos y familia de Buenos Aires. Caminé por el pasillo que es bastante largo y oscuro, en el silencio de la mañana, con el canto real del gallo que siempre se oye en el campo y ahí, la ví…la casa finalmente estaba completamente vacía. Sin muebles, sin sillones, no había ni un mate arriba de la mesada, no había nada, estaba lista para la gran noche.
Caminé sola por el parque y enseguida me puse a acomodar los livings que iban afuera, que eran justamente nuestros muebles, sabía que no lo tenía que hacer, eso me iba a cansar mucho, pero me gustaba demasiado. Fue un día de sol hermoso, sol y calor, no se podía pedir más. Tantas veces había entrado al weather chanel, y ese milímetro que marcaba para las 5 de la tarde, parecía que no iba a caer. Y llegaron los fotógrafos, llegó el padre que nos casaba, la mamá de una amiga que nos ayudaba con la misa que celebrábamos en el jardín. Un altar hermoso, hasta la municipalidad me prestó la alfombra roja…¡no se podía pedir más! En eso el cielo se puso oscuro, una nube asomó entre los árboles y nosotros en el jardín. Faltaba una hora y estábamos mirando al cielo, ¿qué hacíamos? Mientras Joaquín se bañaba yo me saqué las fotos de novia en el parque, empezaron a caer las primeras gotas, en medía hora tenía que parar, estábamos seguros que paraba, en el pueblo no llovía. Mi mamá me mandó un mensaje:”son nubes”. Yo ya estaba lista, Joaquín también pero no nos podíamos ver, por tradición o cábala.
Era la decisión más importante de la fiesta, desde el pasillo les dije a los hombres que estaban en la habitación (mi papá, mi hermano, un amigo y mi flamante novio) ¡Vamos igual! Ya había llegado toda la gente, los veía entrar por el boulevard de árboles, no llovía muy fuerte pero no los podíamos dejar ahí. Lo miro al padre Mario Alberto y le pido:”¿nos hacés la bendición de los anillos?”. El DJ salió corriendo a prender los parlantes y los fotógrafos con trapitos sumergieron las cámaras en el temporal. Me escondí atrás de una puerta y Joaquín corrió. Lo ví pasar, con el pelo mojado, recién bañado, en el medio del caos. Fue el primero en llegar al altar, los vió a todos debajo de los árboles, con algunos paraguas, pañuelos o simplemente mojándose. Y salimos nosotros, bajo la lluvia arrastrando el vestido con la mejor cara de felicidad, mi papá chocho abajo del paraguas.
La música empezó a sonar, venía corriendo la mamá de mi amiga, Grace, diciendo que faltaba agua para el cura ¿Pueden creerlo? Con todo lo que llovía faltaba agua bendita. Y entramos pisando la alfombra mojada, era increíble. Lo que más me gustó fue la cara de Joaco, la cara de alegría, completamente bajo la lluvia pero sonriendo como si fuese un día de sol. Me di vuelta y los vi a todos, no lo podía creer, habíamos organizado todos los detalles. En mi mente esa misa había transcurrido mil veces, radiante y de película. Pero cada vez llovía más. Finalmente nos dimos un beso y corrimos todos a refugiarnos. La lluvia duró lo que duró el día, no fue mucho, pero fue en el momento justo. Fue una noche mágica. Lo que siempre pensé que iba a ser de película, lo fué… Cada vez que empiezan a caer unas gotas, me acuerdo de lo lindo de aquel día. Como quedó mi peinado y el vestido…
..esa es otra historia.
Gracias por la buena onda!