EE.UU. está repitiendo en Siria la “Operación Ciclón”, iniciada en 1978 en Afganistán para apoyar a Bin-Laden y los islamistas a luchar contra la URSS, que había entrado en el país para apuntalar el régimen comunista de Nur Mohammad Taraki.
Derrotados, los soviéticos se retiraron en 1989 y dos años después caía su régimen.
Afganistán quedó bajo el imperio de los terribles talibanes, fanáticos genocidas, especialmente de mujeres. Nacía allí el gran terrorismo de Al-Qaeda.
La OTAN, donde está España, ayuda nuevamente al terrorismo islamista, la principal fuerza de choque contra Bashar Al-Assad, un dictador menos brutal que los talibanes, y contra Asma al-Assad, su “encantadora y elegante esposa”, antes portada de revistas del corazón europeas como Hola.
Se repite el acoso a un régimen que hasta hace un año consideraban “amigo” la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, y las democracia europeas, incluida España.
Ahora, en la guerra de propaganda, se distribuyen imágenes de masacres perpetradas por Al-Assad, que muchas veces son asesinatos de los rebeldes, e incluso imágenes de atentados de hace varios años durante la guerra de Irak.
La exacerbada religiosidad musulmana, que vuelve a dominar la mitad norte de África, en lugar de ir hacia adelante retrocede hacia el medioevo machista y sanguinario.
Los países que durante décadas tuvieron dictaduras seculares están cayendo con ayuda occidental bajo supuestas democracias regidas por fanáticos, mucho más peligrosos para el pueblo que los líderes derrocados.
Finalmente, Al-Qaeda, los Hermanos Musulmanes y todas las organizaciones político-religiosas mahometanas, como los talibanes, terminarán imponiendo la sharia y matando a los disidentes individuales, o a masas de personas que declaren ipías.
De esta manera ayudamos, para que establezcan dictaduras religiosas bajo la sharia y apremien para que “devolvamos” España al islam a quienes, según los Tribunales, mataron a 192 personas en los trenes de Madrid el 11M de 2004.
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SALAS