Nuestra historia envuelta en papel de regalo

2009 no fue nuestro año. Tampoco para nuestros amigos. Fue un verdadero asco. Dicen que las desgracias no vienen solas, y así sucedió en 2009, que nos trajo una mala noticia detrás de otra. Las peores noticias empezaron nada menos que un martes y trece de enero, y fueron acumulándose hasta el mes de diciembre. En nuestro caso, el verano pareció por fin dar un portazo a la mala racha, pero enseguida llegó el otoño para llevarse todas nuestras ilusiones junto al bebé que esperábamos.

Quizás por eso quise aferrarme a lo bueno. A todos los buenos momentos que vivimos a diario y que a menudo damos por sentado. Y así empezó la idea de regalarle a E una caja con nuestros recuerdos, 12 años de relación envueltos en papel de regalo, que hoy quiero compartir en el Blog.

El regalo era nada más y nada menos que una caja llena de fichas que describían días de nuestra relación. Fechas señaladas, días ordinarios, días en los que sucedieron cosas que nos cambiarían la vida…E y yo nos conocimos en 1996, y le hice el regalo una Nochebuena de 2009. ¡Llevábamos 4.380 días juntos! De éstos seleccioné los que creí que merecía la pena recordar, aunque hubiese sido imposible acordarme de algunas de esas fechas sin recurrir al diario que escribía cuando empecé a salir con E.

Separé las fichas por años, y luego trabajé en el “copy” de cada una. Tardé más en pensar y en redactar cada uno de los días que en hacer la manualidad en sí. Cada ficha llevaba un título y luego una pequeña descripción del día. Además, en algunos casos añadí una foto, un recuerdo o un detalle que tuviese que ver con la fecha en cuestión. Al final de todas las fichas había una que no era un recuerdo, sino algo que íbamos a realizar en el futuro. El regalo “de verdad” que le estaba haciendo, que fue un viaje a Marruecos.

También pensé que iría añadiendo más fechas a medida que pasara el tiempo, pero la realidad es que no lo he hecho. Eso sí, la caja me ha servido para guardar algunos recuerdos que no quiero olvidar, como entradas al teatro, billetes de avión o tarjetas de restaurantes, cosas que nos recuerden que nunca hay que dar por sentado los días de cada día, porque los malos momentos son también parte de nuestra vida y a veces irrumpen sin que nada podamos hacer para evitarlos.

Creo que este es el regalo que más he disfrutado haciendo y regalándolo. Quizás porque en parte fue un regalo para mí también. Igual que E, disfruté reviviendo cada uno de los días que inmortalicé y por supuesto, del viaje inolvidable que pasamos en Marrakech (otro día os lo cuento…).

¡Espero que os guste!