Revista En Masculino

Nuestra Lactancia. ¿Y papá qué opina?

Por Gracitata @Lactandoamando

Nuestra Lactancia. ¿Y papá qué opina?Bien, algunos de vosotros, sobre todo los más antiguos, ya me conoceréis, aunque no suelo escribir demasiado por aquí. Pero para quienes no me recordéis, o simplemente no me conozcáis, me presentaré. Yo soy David, la otra parte que conforma Lactando Amando y esta hermosa familia que tengo la suerte de tener. Normalmente mi labor suele estar más en la trastienda, en la parte algo más técnica, pero creo que puede ser interesante que yo también os cuente mi parte y mis experiencias.
Mi idea de escribir este post surgió anoche, mientras Graci me contaba lo que le habían contado en las clases maternales. Dado que yo tengo que quedarme con “Casato” no me resulta posible asistir, pero Graci siempre me pone al día de lo que le han contado. Y aunque el tema de ayer era el puerperio al final acabamos hablando precisamente de esa lactancia materna y del papel que tiene el padre en el éxito de esa lactancia.
En mi caso debo reconocer que en el momento de empezar, tal como le ocurría a ella, yo no tenía excesivos conocimientos sobre el tema, por no decir que no tenía conocimiento alguno. Lo que viene a ser una tabla rasa dispuesta a ponerse en marcha y aprender. Así afrontábamos los dos todo lo que venía a ser el nacimiento y la lactancia. Ser padres. Lo único que teníamos claro es que queríamos seguir este camino: el de la lactancia y el colecho.
Y todo esto nos lleva precisamente al papel del padre en la lactancia. Las “grandes empresas” del sector y los detractores de la lactancia son muy aficionados a defender el biberón como la forma en que el padre puede colaborar en esa lactancia (que ellos pueden llamar materna o maternizada pero que realmente no lo es) aunque la realidad, comprobada por nosotros mismos, es que el papel del padre va más allá del biberón, o del mero papel de “chacha” que algunos formadores nos otorgan. Sin quitarle importancia a ese papel lógicamente importante.
De nuestra experiencia, y mirando hacia atrás, mi aportación a una lactancia materna exitosa ha ido mucho más allá de ese papel. Durante este tiempo, por ejemplo, he intentado ser el apoyo y la colaboración necesaria para convencernos de que realmente podíamos llevar esa lactancia adelante. He sido el encargado de darle ese pequeño empujón necesario cuando las cosas se ponen difíciles, o cuando es necesario darse cuenta de que la realidad que nos venden los médicos, los presuntos profesionales sanitarios que “tanto” saben de lactancia”, y el entorno cercano que no siempre ofrece la mejor ayuda posible al respecto.
Uno de los casos que más recuerdo fue cuando a los 4 meses, el pediatra se empeñó en que había que empezar con el famoso biberón de cereales por la noche por el tema del peso y la media de los percentiles y porque lo veía “delgado”. Parece ser que el hecho de naciera con “solo” 56 centímetros y por entonces estuviera muy por encima de la línea superior de los famosos percentiles para su talla no resultaba un detalle importante para él. Ese tiempo se convirtió en una dura prueba, por la preocupación que suponía el ver como Alejandro se dejaba medio biberón, o incluso solo la tercera parte del mismo. Es lo que tiene el no saber, y la especialidad de los médicos en  hacer caso omiso de las recomendaciones de lactancia expresadas por la OMS, que entienden la lactancia exclusiva hasta los seis meses. En esos momentos de dudas es cuando, juntos, los dos, como padres, fuimos capaces de seguir adelante, de imponernos la auténtica realidad y seguir con una lactancia feliz. La prueba es que nuestro hijo hoy tiene 3 años, mide casi 105 cms y apenas llega a los 19 kgs. de peso…
Tanto en las charlas, como en los casos que nos contáis en Lactando Amando, como en las consultas que vemos en las páginas de otras compañeras y de otros grupos de apoyo no es extraño encontrarnos con padres cuyas actitudes no son las mejores. Un antiguo profesor de matemáticas solía decirnos que el undécimo mandamiento es “no molestar”. Algo que muchos padres (y  hablo de hombres en este caso) ni siquiera cumplen. Por los comentarios que hacéis muchas de vosotras habéis sufrido problemas con vuestros maridos, muchas veces por un exceso de egoísmo que les lleva a no solo no apoyar vuestras ideas, sino incluso a poner aún más problemas a una lactancia que no es precisamente sencilla de iniciar ni de mantener.
Yo, como decía, empecé siendo una tabla rasa, y aunque no tenía idea de que íbamos a hacer si sabía que algo que hacia feliz a mi mujer y a mi hijo, en lo que ella pone tanto entusiasmo y que además mantiene la salud de mi hijo y la alegría de mi mujer no podía ser malo. Por eso me cuesta entender cómo puede haber hombres que “amenacen a sus parejas si no dejan la lactancia o el colecho”, sabiendo que esa lactancia y ese colecho hacen felices tanto a su mujer como  a su hijo. Nunca lo he entendido ni lo entenderé.
Evidentemente es una cuestión de confianza en la pareja. Cuando uno se embarca en algo bueno, es evidente que lo mínimo que espera es que su pareja, esa persona especial que se supone que debe ser su sustento en los momentos más difíciles, le apoye. Para mi es algo natural. Pero con tanto comentario resulta obvio que las cosas no siempre no son como parecen.
Yo de momento lo que tengo claro es que quiero que mi hijo mantenga la lactancia durante todo el tiempo que desee. Y espero que Ángela, que está a punto de llegar , pueda hacer lo mismo durante todo el tiempo que desee. Y si para eso necesitan de mi ayuda, de mi confianza, de mi cariño y de mi apoyo allí estaré cuando se necesite. Ese es el auténtico trabajo y el papel que debe desempeñar el padre.
Encargarse de la casa, mantener la tranquilidad, o incluso no dar muchos problemas (es obvio) es parte de ese papel. Pero si el padre realmente quiere actuar como tal está claro que debe dar un paso adelante y ser el apoyo que su mujer y su hijo o hijos necesiten. Es necesario ser el apoyo, el hombro donde apoyarse cuando las cosas se complican. La fuente de confianza cuando las fuerzas flaquean… en resumen… simplemente hacer lo que realmente se debe hacer. Ni más ni menos.
Un abrazo y gracias por leermeDavid.

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