Revista En Femenino

Nuestra Mejor Obra

Por Patricia Patricia Manzano Gómez @lavidaentrebibe

Al nacer, los niños son como unos grandes lienzos en blanco listos para que hagamos en ellos nuestra mejor obra. Y es que si nos ponemos a pensar, ellos nacen sin conocer nada de este mundo, ni lo bueno ni lo malo. Diría que solo conocen el amor y es porque son la definición exacta de este sentimiento.

Los niños y niñas son grandes lienzos donde poco a poco nosotros, como sus padres, vamos trazando ciertas líneas y figuras, y utilizando algunos colores que terminan definiendo gran parte de sus vidas. Es como si cada experiencia que le brindamos fueran las líneas marcadas en sus lienzos, y cada sentimiento y emoción simboliza el color con que las dibujamos. En ese sentido, así como podemos enseñarles líneas y trazados con colores hermosos, también podríamos llenar sus lienzos de colores opacos y oscuros con trazos que causen dolor.

De alguna forma somos los responsables de ir marcando los caminos de nuestros hijos e hijas en primera instancia; somos nosotros quienes llenamos sus cabecitas sobre las primeras ideas que tienen sobre las cosas. De nosotros aprenden lo que es el amor, la gratitud, la felicidad, la alegría, la valentía; pero también aprenden sobre la tristeza, el dolor, el egoísmo, el miedo... Y no dejemos a un lado los estereotipos, las normas sociales, la moda, los prejuicios y demás. Por lo que tenemos una gran responsabilidad.

Claro está, llegará el día en el que ellos verán otros lienzos y notarán que existen posiciones diversas sobre el mundo y las situaciones, vivirán otras experiencias ajenas a nosotros y sentirán emociones que nosotros quizás ni pensábamos. Por lo que al iniciar la obra en sus lienzos, no podemos pretender dibujarles un mundo perfecto, sino mostrarles lo que es el mundo real para que cuando llegue el momento puedan enfrentarse al mismo.

Sí, llegará ese día en el que deberemos pasarles a ellos sus propias herramientas para que se adueñen por completo de su lienzo y plasmen su mejor obra. Es por eso que también debemos preocuparnos por darles las herramientas y técnicas necesarias.

Debemos ser fuertes y prepararlos para la vida, para todo lo que en ella acontece. Preocuparnos por llenarlos de valores, colores maravillosos y experiencias gratificantes; por enseñarles lo bueno y lo malo, lo dulce y lo amargo; por mostrarles que a veces debemos usar un color oscuro pero que no por eso nos olvidaremos de los colores brillantes; debemos preocuparnos por enseñarles desde pequeños a ser personas autosuficientes para que se sientan capaces y seguros de hacer una excelente obra.

Vamos, tomemos toda una caja de colores y pinceles... Esos que están en el mejor estado. Preocupémonos por hacer la más maravillosa obra, sin querer ser perfectos. Preparemos a nuestros hijos e hijas de la mejor manera para que con amor conozcan el mundo y todo lo que existe en él. La tarea es dura, pero podemos hacerlo. Ya sabemos que un día serán nuestros propios hijos e hijas quienes sostendrán sus colores y pinceles, quienes dibujarán sus trazos y elegirán sus colores... Y entonces veremos que han crecido, que hacen su propio camino y que toman sus propias decisiones. Y ahí, justo ahí sentiremos orgullo por todo lo que hemos logrado, por haber sido sus bases, sus maestros, sus guías y sus cómplices. Sentiremos orgullo por nuestras obras, pero sobre todo por las suyas.

Fuente Imagen Pixabay

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