El discurso de Nochebuena del Rey fue un sutil llamamiento a los españoles para que recuperen su autoestima tras superar las últimas crisis, la económica y la política, pero también la histórica de los enfrentamientos mutuos y las intolerancias.
No empleó la palabra autoestima. Pero ese era el mensaje. Sentimiento poco común en tantos españoles, con excepción seguramente de los catalanes.
Los políticos y los medios informativos, incluso de la derecha, transmiten un pesimismo a los ciudadanos que les hace creer que el vaso de su bienestar está siempre medio vacío, mientras ven medio lleno el de los demás, ay la envidia, sin observar que puede estar más vacío que el suyo.
El nacionalismo somete a los catalanes a lo contrario. A la obsesiva propaganda positivista sobre su ser, su esencia, su historia, su riqueza y su superioridad. Lo han inventado, escrito y descubierto todo, desde el alfabeto hasta el jamón de Jabugo y la bandera de EE.UU., por la que la CUP va a pedir derechos dee autor.
Hasta es comprensible que con su ego tan hinchado muchos desprecien a los españoles que les roban, según el lema separatista.
La Agencia Tributaria en Mercado de Trabajo y Pensiones acaba de publicar su informe anual sobre sueldos medios en las provincias españolas y nos ha descubierto que los de Cataluña, con excepción de Barcelona, están por debajo de los de…
Atentos: Burgos, Guadalajara, Asturias, Zaragoza, Valladolid, La Coruña y Cantabria, tras los que llega Tarragona, y más atrás Lérida y Gerona.
Los asalariados en Cataluña, con excepción de Barcelona --2.581 euros anuales por debajo de los de Madrid--, contribuyen con menos IRPF al Estado que las provincias señaladas antes.
Pero los han convencido de que son los más ricos, y es por ello que tantos nacionalistas desprecian a otros españoles: por autoestima, aunque fantaseada.
Autoestima, pero equilibrada, sin ser fantasmas como los nacionalistas --catalanes, pero también vascos-- es lo que necesitan los españoles. Con esa percepción se está mucho mejor que con la vieja y excesiva sobriedad que tanto se alababa de los castellanos, tan influyentes en buena parte del país.
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SALAS