Revista Cultura y Ocio

Nuestra señora de Valme

Por Antonio Bejarano Dominguez Antoniocamel @antoniocamel
«¡Váleme, Señora, que si te dignas hacerlo, en este lugar te labraré una capilla, en la que a tus pies depositaré como ofrenda, el pendón que a los enemigos de España y de nuestra Santa Fe conquiste!», imploró Fernando III ante las dificultades que encontraría al tomar la capital hispalense. Dieciséis meses después, el rey San Fernando entraría victorioso en Sevilla y, como fruto de su compromiso, en el Cerro del Cuarto construiría una ermita de estilo mudéjar en la que colocaría la imagen de una Virgen que en recuerdo a su plegaria denominaría «de Valme».
Nuestra señora de Valme Así comienza la historia de uno de los símbolos del barrio de Bellavista. Un monumento que sería donado a la ciudad de Sevilla por el mismísimo rey pero que luego pasarían a manos de Leonor de Stúñiga quien se lo vendería a Juan Ponce de León. En 1434 el juez Rodríguez Ayllón declararía este territorio abierto y de pasto común. A partir de entonces la ermita quedó al cuidado de los labradores de los alrededores pero, como era de prever, poco a poco fue cayendo en la ruina.
Un estado que llega hasta la actualidad, de momento. La Junta Municipal del Distrito Bellavista-La Palmera aprobó el pasado jueves instar a la Diputación de Sevilla, propietaria del solar, a que frene la ampliación del depósito judicial de vehículos, a limpiar los terrenos eliminando el amianto y a construir un acerado en el acceso a esta zona de la ciudad.
El área, que es circuito habitual de personas mayores que por allí pasean, deportistas que lo atraviesan corriendo o en bicicleta, no tiene buena delimitación respecto de la carretera que lo cruza, «apenas ni arcén». La propuesta defendida por el Partido Popular era colocar un acerado, que en palabras del presidente de la sesión, Rafael Belmonte, «podrá irse efectuando a tramos por la cuestión presupuestaria. El Ayuntamiento colaboraría desbrozando, facilitando el papeleo o en aquello que fuera posible».
Estas medidas facilitarían el acceso a este espacio histórico que ya intentaron rehabilitar los duques de Montpensier. Así lo recoge la publicación en 1836 de la novela «la familia Alvareda» de Fernán Caballero, cuyas primeras páginas están ambientadas en el lugar donde se encontraban las ruinas de la ermita de Valme, la que incitaría a los duques a interesarse por la restauración de la misma.
Nuestra señora de Valme

Una placa conmemorativa confirma el interés de los Montpensier y el compromiso con la restauración de la misma. «En este lugar edificó el rey Fernando III una capilla a la Virgen que, con la voz de Valme invocó en la toma de Sevilla el año 1248. Destruida por el tiempo ha sido reedificada para gloria del país y honra de sus egregios ascendientes por sus Altezas Reales los Serenísimos Señores Infantes Doña Luisa Fernanda de Borbón y Don Antonio María de Orleans, en 1859». El arquitecto de la restauración sería Balbino Marrón, quien ya había trabajado para los duques de Montpensier.


Desde este momento la actividad de la zona se relanzaría y poco a poco irían creándose núcleos poblacionales que con los años y cargados de circunstancias que no se pueden ignorar, acabarían formando lo que hoy se conoce como Bellavista o, como se llamaba en los tiempos de Fernando III: Buenavista.

Fuente: smyl #JuanLeón#smylsevilla#sevilla
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