Revista Viajes

Nuestras obras favoritas en los Museos Vaticanos

Por Martineznotte Alejandro Martínez Notte @martineznotte

Capilla Sixtina

Lo que en el exterior parece una estructura prismática ordinaria y tradicional, en su interior esconde uno de los tesoros más importante del arte pictórico. La Capilla Sixtina es la última parada dentro de un recorrido en el que se descubren cientos de salas y tesoros invaluables que resumen la historia del arte. El hecho de ser el remate de un largo trayecto no la hace menos imponente, por el contrario, potencia su efecto creando una experiencia alucinante para todo el que la conoce. Si bien es sede de diversos actos y ceremonias papales, lo que hace a la capilla la más famosa dentro del Palacio Apostólico son los imponentes frescos de Miguel Ángel. En especial la Bóveda, donde se encuentra la representación de La Creación de Adán, y el ábside de la capilla con El Juicio Final.

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La creación de Miguel Ángel envuelve la capilla en todas sus caras, sin dejar rincón sin colorear. Lo fascinante de esta obra no es sólo su increíble realismo, sino su creativa forma de combinar arte creando lo que se denomina “arquitectura simulada”. Muchos creen que el artista aprovechó el fresco para dejar mensajes ocultos, alegando que tenía intenciones que no eran meramente estéticas. Más allá de las interpretaciones, la capilla sigue siendo  uno de los templos más cautivadores del mundo y el centenar de visitas que recibe a diario son prueba de ello.

Laoconte

El Museo Pío Clementino contiene la increíble colección del Papa Clemente XIV y el Papa Pio VI, en su mayoría obras romanas y griegas. Una de las esculturas que acapara la atención de los visitantes es el famoso Laoconte, representación en mármol de la muerte del sacerdote troyano en manos de las serpientes. Según la mitología griega Laoconte advirtió a los troyanos que si dejaban ingresar al Caballo de Troya caerían en una trampa tendida por los griegos. Como los troyanos ignoraron sus advertencias, el sacerdote lanzò teas encendidas sobre el caballo para quemarlo. Furioso, Poseidón envió a dos serpientes marinas a que asesinaran a sus hijos mellizos. La escultura captura el momento en el que Laoconte intenta salvar a sus hijos de ser arrastrados al mar, para correr la misma suerte que ellos.

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Lo impactante de la obra es el talento de los artistas griegos para capturar la esencia de las emociones humanas en un momento de máxima tensión. Se cree que esta intención predomina en la escultura escenográfica helenística.

Jardín de la Piña

El arquitecto italiano Donato Bramante fue el encargado de proyectar los espacios verdes dentro del museo. Inspirado en el estilo de diseño de paisaje, que era tendencia durante el Renacimiento, proyectó tres sectores diferentes: el patio de la Biblioteca, el patio de Belvedere y el patio de la Piña que es uno de los más fotografiados por los turistas. Al otro lado de la piña, que se alza en bronce con cuatro metros de altura, se posiciona la Sfera con sfera, una obra del escultor escenográfico Arnaldo Pomodoro quién se la regaló a Juan Pablo II en 1990. La pieza es una metáfora de la destrucción que se generó en el mundo a través de las sucesivas guerras, es por eso que una esfera se cierne sobre la otra dejando al descubierto diversas roturas.

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Sala de los Mapas

Los amantes del universo cartográfico sin duda encontrarán en la Sala de los Mapas su sitio favorito del recorrido. Un total de cuarenta frescos decoran el techo y los muros de la galería, representando mapas de diversas regiones de Italia y posesiones de la Iglesia durante el papado de Gregorio XIII, en el siglo XVI. Un sector diferenciado de la sala resume los frescos, realizados entre 1580 y 1585, siguiendo indicaciones del geógrafo y matemático Ignazio Danti. Las pinturas que hacen referencia a las regiones bañadas por el Adriático aparecen en el otro extremo; lo mismo ocurre con el Tirreno y el Ligur.

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Rampa de salida

La arquitectura del museo es una obra de arte en sí, en especial su imponente rampa de descenso a la que se accede una vez finalizado el recorrido. Existen muchas teorias y confusiones en torno a las legendarias Escaleras de Bramante. Originalmente el descenso fue proyectado por el arquitecto italiano en pleno Renacimiento. Para generar una sensación paulatina en la bajada, el diseñador pensó en una gran escalera de caracol que a la vez simulara tener una extensión mayor de la que tenía. Las escaleras se construyeron utilizando columnas dóricas, jónicas y corintias que están enlazadas con un arquitrabe continuo.

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Las escaleras que pueden recorrerse en la actualidad no son la famosa obra de Bramante, sino una obra creada por el arquitecto Giuseppe Momo e inspiradas en la rampa original. Por motivos de preservación histórica la obra de Bramante está cerrada al público, aunque su imitación no deja de cautivar a aquellos que la recorren una vez finalizada su visita al museo.


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