Revista Coaching

Nuestro mercado está madurando?

Por Gabrielschwartz
Hace unos años comentaba, en un post, sobre un proceso de selección en el que mi cliente desistió de incorporar a una excelente postulante - Andrea - porque tenía 30 años, estaba recién casada y probablemente se embarazase en poco tiempo.
Finalmente la convocaron  y fue ella la que decidó decidido no ingresar porque, en las entrevistas, sus futuros empleadores le parecieron demasiado rígidos y poco dispuestos a compartir información sobre las tareas y la companía.
Una búsqueda interesante (los puestos y el rubro son ficticios).
Mi cliente, una importante consultora internacional del rubro financiero, me pidió ayuda con la seleccion de un profesional que pueda asesorar a sus clientes internacionales sobre el mercado de finanzas en la Argentina.
La posición  es poco habitual y no es sencillo encontrar y reclutar profesionales que apliquen al puesto. Los avisos dan poco resultado y decido apelar a las redes sociales. En estos casos LinkedIn es un gran aliado y, buscando a través de "palabras clave", doy con unos cuantos candidatos potenciales.
Los invito a mi red indicándoles que estoy gestionando una búsqueda que podría interesarles.
A los poco días empiezo a recibir respuestas. A quienes mejor encajan con el perfil los convoco a una entrevista para conocerlos,. En realidad, debiera decir "conocerlas", ya que son todas mujeres...
De los cinco encuentros que mantengo sólo dos me resultan interesantes y las preselecciono para que mi cliente las conozca. La persona ideal debe combinar buenos conocimientos técnicos, un trato interpersonal abierto y desenvuelto, predisposición para escuchar y capacidad para redactar informes o reportes.
Combino las entrevistas y, si bien las dos candidatas que les presento resultan atractivas para el puesto, la companía se inclina por una de ellas, Sabrina.
Ya han pasado 20 días desde que se inció el proceso.
Sabrina está entusiasmada con la propuesta y comienza una etapa de negociación: ella está percibiendo una remuneración atractiva y hace tres años que trabaja en su posición actual, un importante estudio contable. Mi cliente me pide asesoramiento respecto de cuál sería una oferta que la decida a cambiar. Consideramos que un 20 % por encima de sus beneficios actuales podría ser una ofrecimiento justo. Antes de reunirse con Sabrina, Roberto - gerente general de Argentina - debe consensuar con su reporte regional - responsable de la "filial Brasil" - la viabilidad de la propuesta.
Luego de un viaje a San Pablo me piden que programe un encuentro en el que profundizarían en los detalles del trabajo y el paquete de beneficios.
Mi ansiedad iba in crescendo al mismo tiempo que seguía analizando el mercado en busca de otros candidatos/alternativas...y me costaba encontrarlos.
Un jueves, después del último feriado, se reunieron Sabrina, Roberto y la responsable de Recursos Humanos que viajó desde Brasil especialmente para la reunión. Tenían previsto ir a comer luego de la charla. Parecía que todo andaba sobre carriles y que la propuesta, efectivamente, iba a resultarle tentadora.
El viernes esperé el mail o el llamado, pero nunca llegó.
Con el fin de semana por delante, me debatía entre escribir o no. Con Roberto, más de una vez habíamos intercambiado correos días no laborables o después de las 22.00 hs.
El sábado a la mañana le escribí preguntándole cómo les había ido y si podía ayudarlos en algo.
La respuesta me sorprendió: la reunión había sido muy buena, Sabrina parecía conforme con la prpuesta pero, a su vez, les contó que...estaba embarazada de un mes y medio. El mail terminaba con un "te mantengo al tanto de cómo seguimos" y "puntos suspensivos".
Sabrina se "caía" y no tenía alternativas.
El resto del sábado y el domingo se convirtieron en una "profunda revisión" de todas las respuestas recibidas y una nueva investigación de posibles propectos en LinkedIn. A esa altura estaba negociando la compra de la vista de 200 CVs en la base de datos de un reconocido portal - por otra búsqueda que había iniciado - y pensaba concretarla el mismo lunes y, entonces, contaría con más posibilidades de reclutamiento.
Así fue como establecí nuevos contactos, esperando que Roberto me dijese "cómo seguimos". Mi temor era que "no siguiésemos" y que la posición quedase vacante luego de todas estas peripecias y la noticia del embarazo.
El martes recibí el correo con las novedades: mi cliente seguiría adelante con Sabrina. Ya se lo habían comunicado y estaban esperando el OK de ella. La fecha de ingreso está programada para los primeros días del mes siguiente.
Habían tomado esta decisión porque consideraron que ES la persona para el puesto. En la última reunión, Sabrina, mostró algunas cualidades de tipo comercial que terminaron de convencerlos.  El embarazo fue considerado como un hecho previsible para una mujer de 32 años que hace dos que está casada. Era probable que durante la relación laboral fuese mamá.
Además del alivio de cubrir la posición me hizo pensar en el cambio que los empleadores experimentaron en los últimos años y cómo conviven, aún, diferentes maneras de ver el vínculo laboral. "Andrea", la candidata que mencioné al inicio del post, es un buen ejemplo.
Y aunque la actitud de mi cliente podría o debería parecer normal y lógica, creo que vale la pena destacar esta historia.
Quizás, estemos madurando.

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