Acababa de conocer mi embarazo y se lo dije a mi Tribu, de inmediato Diario de mi Garbanzito me llama y me dice que me regala el Fular de Boba Wrap. No sabía qué contestar, todavía no había decidido cómo portear al que por aquel entonces todavía era Futuro Bebé, me invadía el miedo de si el embarazo seguiría adelante o no. Y al cabo de unos días me llegó a casa un Boba Wrap verde precioso.
Leyendo las instrucciones, entre Papá Fúturo y yo, no nos enterábamos de nada y decidimos muy claramente que no portearíamos hasta haber hecho un Taller de Porteo. Busque uno que nos viniera bien y, llegado el día de la cita, nos encaminamos a él.
Nos explicaron muchas cosas y nos enseñaron diferentes sistemas de porteo ergonómico. Entre ellos el fular elástico que llevábamos.
Estaba muy interesada en portear a la espalda, pero la instructora nos decía que hasta el primer año, nada de portear a la espalda. Insistí (para portear a la espalda después del año) y volvió a decirme que hasta el año no se recomienda y zanjó el asunto. Me quedé muy chafada, además que he visto vídeos en los que se enseña a portear a recién nacidos y lo que me decía que entonces no se respetaba la curvatura de su espalda se veía perfectamente que no es así, sí que la respeta. Intuyo que no tenía mucha idea de asesorar con el fular.
Nosotros aprendimos lo que necesitábamos, colocar a Bebé Fúturo en el fular. Y cuál es el sistema por el que no se caía, que no lo veíamos nada claro hasta entonces.
El primero en portear en casa fue Papá Fúturo, pero siempre pedía ayuda para colocar el fular y, la verdad, no es lo mismo que te lo ajustes a ti mismo a que te lo ajuste alguien. Por eso siempre tenía la sensación de que Bebé Fúturo no iba bien puesto cuando él mismo lo llevaba.
Esa primera vez ya la narramos aquí, pero quiero contaros nuestra experiencia “a largo plazo” de ese sistema.
Indudablemente me hizo sentir embarazada de nuevo y la verdad es que es el sistema con el que más cerca lo he sentido a mí sin ninguna molestia. Y, sobre todo, sin ninguna duda.
Con otros sistemas siempre he tenido la duda de si estaba bien colocado o si algo le hacía daño, pero con el fular, menos al principio cuando la novedad todavía te abruma, no he sentido eso.
Siempre fue como si formara parte de mí. Fueron dos meses en los que no teníamos otra opción para portear y los recuerdo con mucho cariño.