Hasta los dos años Bebé no miraba la tele ni de casualidad. Era el único bebé del planeta completamente inmune a Pocoyó, Dora, Baby Einstein o cualquier otro dibujo animado supuestamente hipnotizante. Así que aunque Mayor ya había entrado en una edad en la que podía ir al cine, han sido muy poquitas las veces que ha podido ir, y tan sólo una con nosotros (en la que pudimos dejar a Bebé no recuerdo con quién para poder llevarle).
Poco a poco Bebé ha ido disfrutando más de los dibujos. Más que de las series, de las películas. Primero descubrió El Rey León, un súper clásico que le dejó anonadado. Y luego fue Frozen, que vimos tantas veces este invierno que terminamos sabiéndonos los diálogos. Después, las dos pelis de Gru, con las que se reía tanto que tenemos hasta vídeos de sus carcajadas.
Así que cuando nos enteramos de que iban a estrenar la peli de Los Minions dijimos ¿por qué no? A los dos les chiflan estos encantadores personajes amarillos y si es lo suficientemente divertida es posible que Bebé no repare en su duración. Era un riesgo, el cine es un plan bastante poco económico para una familia de cuatro y la capacidad de Bebé de permanecer hora y media sentado y, sobre todo, callado, estaba en seria duda… Pero nos lanzamos, y nos lanzamos tanto que ¡acudimos el mismo día del estreno!
Afortunadamente todo salió mejor que bien. Al principio Bebé preguntaba mucho, estuvo hablando por lo menos los 30 primeros minutos, pero al menos hablaba muy bajito y al oído de su padre, yo ni siquiera podía oirle. Luego se quedó eclipsado por la peli, casi ni pestañeaba, nada más que para reirse o exclamar. La peli de Los Minions fue una gran elección porque es lo suficientemente sencilla como para entenderla de manera superficial sin generarle grandes dudas que preguntar cada tres segundos y lo suficientemente divertida y con acción como para tenerle entretenido un buen rato. Creo que a Bebé le sobraron los últimos 20-25 minutos de los 90 que duró, teniendo en cuenta también que antes de empezar nos clavaron no menos de 15 minutos de trailers, pero incluso aplaudió de forma espontánea cuando terminó la película. Lo cierto es que incluso nosotros aplaudimos, la experiencia fue genial y nos lo pasamos muy muy bien ¡qué gustazo un plan de cuatro que sale bien!
A partir de ahí, como me imagino que en muchas casas, ha surgido una auténtica fiebre Minion. Además de salir del cine pertrechados con dos preciosos vasos estampados con estos personajes a juego con la caja de palomitas, tuvimos la buena suerte de ver un niño al día siguiente con este peluche monísimo de Bob (¡hay padres realmente rápidos!):
Hay que reconocer que el peluche es muy cuqui, ¡me gusta hasta para mi!, pero sabiendo de sobra el poco uso que le van a dar y que detrás de éste tendría que comprar un Kevin y un Stuart, tengo casi decidido comprarles unos disfraces de Los Minions, que me parecen mucho más divertidos y que dan muchiiiiisimo más juego. En casa somos muy fans de disfrazarnos, a Bebé es uno de los juegos que más le gustan y en estos días ya están haciendo el tonto hablando como Los Minions.
De la tienda online Funidelia, que es donde suelo buscar siempre porque tienen un montón de disfraces baratos y con una variedad de temas y personajes apabullantes (es difícil que no encuentres lo que estás buscando en su tienda), he encontrado este de la foto que me encanta:
¿Habéis visto ya la peli? ¿Vais a sucumbir a la fiebre Minion como nosotros? ¡Por aquí tendremos un veranito muuuuy Minion! Y esperamos, además, que a partir de ahora, eligiendo películas facilitas y con mucha marcha, podamos ir de vez en cuando al cine los cuatro juntos.