Todos tenemos en el interior de nuestra mente, un territorio privado, en el que hay un único dueño, nosotros mismos, y ese espacio sagrado, no lo puede invadir absolutamente nadie, ya que de no ser así, jamás disfrutaremos de la verdadera libertad, esa que el ser humano tiene derecho a saborear desde que nace y que desgraciadamente no está al alcance de todos, pues son muchos los que por diversas razones se ven privados de ella.
Fran Laviada