Revista Diario

nuestro tiempo

Por Mayka

En mil novecientos ochenta y siempre

todavía se moría de amor

y eso

que la muerte tiene límites,

enfermeras, asilos, aloe vera. Drogas:

ese cuento de hadas, la eutanasia

que se traga y se salta en la arena

aunque el mar no pare para ser mirado,

aunque los demonios escupan el café

de los viernes por la tarde y el matrimonio

no preceda a la separación,

yo me pregunto

qué habrá ahí abajo que atrae en picado en mil

novecientos ochenta y siempre, mientras vemos

morir el amor.


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