Aviso: ¡este post es largo! Para no volveros locas con todas las fotos que seleccioné para subir aquí, he decidido ir insertando alguna que otra y dejaros una galería con todas las fotos al final, así no tendréis que estar bajando con el ratón hasta el infinito y más allá :)
Cuando reservamos los billetes para el viaje a Islandia no pensamos demasiado en el número de días que ir. Teníamos un tiempo limitado, y aunque nos hubiera gustado alargar la estancia, no se podía. Era ir esos 5 días o no ir, así que la cosa estaba clara. Decidimos ir igualmente e intentar ver primero las cosas que nos hacían mucha ilusión, y luego aprovechar el resto del tiempo en base a lo que tuviéramos más a mano. Nos gustaría mucho volver para explorar otras zonas de la isla, y eso haremos en un futuro. Dicho esto, si te preguntas cuántos son los días necesarios para poder ver bastantes cosas y disfrutar, 7 sería el mínimo, 14 sería lo ideal y un mes te daría para ver todo Islandia con tranquilidad. Como mencioné en el otro post sobre el viaje, hay que tener en cuenta el tema meteorológico, que hace que solo se pueda acceder a ciertas zonas durante unas semanas al año (tenlo en cuenta dependiendo lo que quieras visitar).
Por supuesto, me hubiera gustado estar más días o quedarme a vivir allí, pero siento que aprovechamos bien cada jornada y que vimos montones de cosas. Nosotros recorrimos el oeste, el suroeste y el Círculo Dorado. Más o menos trazamos una ruta circular alrededor de estas zonas, para repetir lo mínimo posible y acabar donde empezamos: el aeropuerto de Keflavík.
Día 1
Llegamos al aeropuerto a media tarde, y justo allí nos estaban esperando de la empresa de alquiler del coche. El chico que nos recogió fue súper majo con nosotros y nos dio varios consejos sobre qué visitar. Nos contó además que el tiempo había cambiado de repente, que habían pasado de clima primaveral a tener lluvia y frío todo el tiempo (nosotros ya lo habíamos visto en la previsión, en una semana las temperaturas bajaron más de 15º, nos daba lluvia y nieve para todo el viaje, con una mínima diaria de -5º). Ciertamente nada más llegar se puso a llover muchísimo, pero nosotros íbamos bien preparados.
En Islandia alquilar un coche es una lotería. Habíamos leído auténticas historias de terror, sin exagerar. Al final alquilamos con Northern Lights a través de Northbound. Cogimos un Suzuki Jimny con tienda en el techo, por supuesto 4×4 para movernos bien por todos los caminos. Cuando estábamos revisando todo el coche, nos cambiaron a uno superior, así que al final terminamos con un Dacia Duster 4×4 que no estaba nada mal, ¡mucho más espacio! Además, teníamos WiFi en el coche (el Jimny también), cosa que facilitaba un montón poder llamar a casa y no estar desconectados todo el día, sin tener que tirar de datos.
Con la empresa de alquiler no tuvimos ningún problema. Con el coche ya es otra historia. Hay varias anécdotas que iréis leyendo, pero en general estamos bastante contentos de haber alquilado con ellos. Solo hay un detalle que podría haber sido un problema, y es que había que dejar un depósito bastante elevado y no constaba en ningún documento de la reserva. Fue un imprevisto del que nos salvamos gracias a que mi tarjeta de débito se puede usar como una de crédito. De verdad, en ese momento no sé qué habría pasado si no hubiésemos podido pagar el depósito. Os recomiendo que vayáis preparadas para algo así.
Una vez que ya teníamos el coche, ¡lo único que queríamos era coger carretera y explorar! Ese día era tarde y nuestra única misión era conducir hasta encontrar un lugar para dormir (ya no se puede acampar ni dormir en coche, furgo o autocaravana si no es en una zona autorizada). Desde Keflavík nos dirigimos hacia el sur y pasamos por el Blue Lagoon. Antes de seguir, confieso que aunque estaba en nuestro plan ir un día, al final no estuvimos. Fuimos allí esa tarde, estuvimos dando una vuelta por los alrededores, pero diluviaba y hacía mucho frío. Pensamos en reservar a la vuelta, pero conforme pasaron los días dejó de ser una prioridad y preferimos visitar sitios más lejanos a pagar casi 80 euros por persona por un par de horas… En otro viaje será.
Acabamos en una pequeña granja de Selvogur. Allí hay una iglesia llamada Strandarkirkja digna de visitar, y una zona para acampar con un montón de servicios. Podéis ver varios vídeos del sitio en mis Stories destacados. ¡Qué pasada de lugar! Mejor sitio para pasar esa primera noche, imposible. Baños cerrados con luz, calefacción y agua caliente, zona cerrada de cocina… y hasta podías comprar huevos de la granja :D
Seguía lloviendo y haciendo mucho viento, hicimos la cena en la cocina, nos pusimos la ropa térmica y preparamos la tienda del techo para irnos a dormir. Yo pasé la noche fatal. El viento me despertaba constantemente y tenía frío. A pesar del saco de dormir y de la ropa. Estuve durmiendo a ratitos, en parte por todo lo anterior y supongo que también por los nervios del viaje. El caso es que no conseguí entrar en calor en toda la noche, y si no habéis pasado nunca una noche con frío, no sabéis lo incómodo que puede resultar.
Día 2
La sorpresa nos la llevamos por la mañana. Me desperté con la sensación de que tenía el culo mojado, literalmente, jajaja. Juan Carlos me dijo lo mismo. Nos levantamos, quitamos los sacos… y sorpresa: el agua había entrado dentro de la tienda durante la noche y el colchón estaba empapado. Por un momento dudamos entre volver a Keflavík para que nos cambiaran el coche o seguir, y como no queríamos perder tiempo, decidimos cerrar la tienda y continuar, y ya veríamos qué hacer esa noche. Sé que suena muy temerario, pero teniendo en cuenta que nos habían dado un coche más grande que el que habíamos alquilado originalmente, pensamos que si no podíamos dormir en la tienda podríamos dormir dentro usando el maletero y tumbando los asientos. Además, con el frío que había pasado, no me apetecía tampoco repetir la experiencia de dormir arriba.
El plan era el siguiente: avanzar por la costa en dirección al sur, recorriendo varios puntos de interés que teníamos en la agenda. Llegar hasta lo más alejado del punto de partida, que sería Vík (2), y entonces retroceder hasta poder ir hacia el interior para hacer el Círculo Dorado (3). De ahí volveríamos a bajar a la costa y nos dirigiríamos al oeste, a la Península de Snaefellsnes (4). Después de recorrerla, llegaríamos al punto de partida en la península, pasaríamos por Reikiavik (5) y luego vuelta al aeropuerto. He preparado un pequeño mapa para que se entienda mejor:
Nos habíamos despertado en un punto entre la segunda y la tercera flecha del mapa, y la intención era llegar hasta Vík (el punto 3) para hacer noche allí. Nos pusimos de camino y paramos a desayunar en la primera cafetería que encontramos, que además era una panadería. ¡Qué bollería hacen los Islandeses! Heredada de la pastelería danesa, merece la pena probar todo lo que podáis. Para nosotros los desayunos eran lo único que hacíamos fuera (el resto de comida la preparábamos nosotros) así que aprovechábamos, jajaja. A todo esto seguía lloviendo y no sabíamos si podríamos ver nada de lo previsto, porque la idea de caminar bajo esa lluvia todo el día intentando hacer fotos, no era muy tentadora.
De camino a Vík fuimos descubriendo un montón de pueblos pequeñitos y encantadores. Paramos a hacer la compra en Krýsuvík, y vimos que tenían un parque geotermal que se podía visitar. Además de un montón de exposiciones sobre terremotos que había habido en el pueblo y un punto de información turístico súper interesante. La foto que veis arriba es de allí. Este pueblecito se abastece de energía geotérmica e incluso tienen restaurantes que cocinan la comida con el calor que sale de la tierra, ¡muy curioso! Aprovechamos también para enviar postales en su oficina de correos.
Ese día sabíamos que íbamos a ver un par de cascadas, como la de Seljalandsfoss. Llegamos allí y alucinamos. Si hay algo que tienen en Islandia, es agua:
En realidad fue una suerte el recorrido que hicimos, porque vimos las cascadas de menor a mayor tamaño. Pero Seljalandsfoss no tiene nada que envidiar al resto. El aparcamiento que hay allí es de pago, y después de dejar el coche y recorrer la cascada principal intentando que la cámara de fotos no se diera un baño, seguimos explorando un camino que se desvía a la izquierda del aparcamiento. Si vais aquí, ¡no os quedéis solo con la cascada grande! Siguiendo el camino, hay una cascada que está dentro de una cueva, y para poder acceder es necesario meterse dentro del agua y cruzar por un agujero en la roca. Es necesario llevar al menos chaqueta y calzado impermeable. El agua no es profunda y solo cubre la mitad de los zapatos, así que si no tienes botas impermeables, mejor descalzarse y mojarse los pies :P
Mucha gente se daba la vuelta al ver que había que cruzar sobre las piedras y el agua, pero os animo a que os mojéis un poco, porque vais a ver esto:
Y el camino de vuelta al aparcamiento es precioso.
Volvimos a coger el coche y aprovechando la tregua que nos daba el tiempo, nos dirigimos hacia Skógafoss, la siguiente cascada. Este sitio es impresionante. Se nota claramente cómo hay una separación entre la zona de la costa y las Tierras Altas (la parte de Islandia más salvaje y a la que solo se puede acceder unas pocas semanas al año). 60 metros de caída y unas escaleras que agotan con solo mirarlas para subir hasta el mirador. Al pasar los 80 primeros escalones, dejamos de contar.
Cómo me hubiera gustado ver este paisaje en verano… tiene que ser precioso. Y no digo que así no fuera bonito, pero verlo en otras estaciones, ¡quiero volver! Aunque la cascada es impresionante, lo que más me gustó fue todo lo que descubrimos caminando una vez que habíamos pasado el mirador. Llegamos hasta el final de camino y las vistas fueron la mejor recompensa.
Desde aquí hasta Vík apenas quedaba camino, y decidí sorprender a Juan Carlos. Sabía que quería ver el avión estrellado durante un aterrizaje de emergencia que está perdido en la playa de Sólheimasandur, y ya había estado buscando la ubicación y la ruta en el GPS para que no se me pasara. Si tenéis curiosidad, echad un vistazo al enlace que os he puesto, porque viene con vídeo, y así además podéis ver el entorno en un día de lluvia.
Actualmente la única forma de llegar hasta el avión es a pie. Es tanta la gente que iba a visitarlo que tuvieron que poner información en la entrada y señalizar el camino (hay que ir sin ningún punto de referencia durante kilómetros). En concreto, desde que dejas el coche hasta que llegas al avión hay unos 4 kilómetros de distancia, que dependiendo de las condiciones del clima y de lo que hayas hecho ya ese día, no es cualquier cosa. Por mi experiencia, os diré dos cosas: no hacerlo cerca del anochecer, porque se tarda más en ir y volver de lo que parece, y en la medida de lo posible, una vez que te orientes, sal del camino marcado y ve hasta el avión en línea recta. Vimos a varias personas que lo hacían y nos animamos. El tiempo de camino se reduce, PERO SOLO HAZLO SI TIENES CLARO POR DÓNDE DEBES IR. Si te pierdes aquí, estás en mitad de la nada más absoluta, rodeado de más nada. Llevar comida y agua no es ninguna mala idea, y por favor, no vayas en chanclas o zapatos…
Curiosamente, fue el único momento del viaje en el que vimos el sol. Tuvimos mucha suerte porque cuando parábamos a ver algo, dejaba de llover, pero sol como tal, solo pudimos disfrutarlo en este sitio.
Por supuesto, cuando lleguéis al avión, haced todas las fotos que queráis, pasad dentro (con cuidado), ¡pero no subáis encima! No solo está prohibido, es muy peligroso, y si tienes un accidente allí nadie podrá venir a recogerte. Imagina tener que caminar esos 4 kilómetros de vuelta si estás herido.
Cansados y muy contentos con todo lo que habíamos podido ver durante ese día, llegamos a Vík. El pueblo es enano, como casi todos allí, pero la entrada por la montaña es preciosa y tienen una zona de acampada con sitio para coches y autocaravanas. Esperábamos encontrar duchas y baño, tal y como se indicaba en la información del área de descanso, pero todo el camping estaba en obras y ni siquiera había un contenedor de basura. La zona para aparcar sí estaba bien y había varios coches y furgonetas. Abrimos la tienda y sacamos el colchón para intentar al menos que escurriera parte del agua (si miráis los Stories vais a alucinar, jajaja) y dormimos dentro del coche. Y con esto, habíamos terminado nuestro segundo día de viaje.
Aquí tenéis el álbum con las fotos que he seleccionado, son de todo el viaje, y no solo de esos dos primeros días:
Espero que os haya gustado el post, la semana que viene seguiré con el itinerario ;)
También puedes leer los dos posts previos que hice sobre el viaje:
– Compras laneras en Islandia.
– Qué debes saber si piensas viajar a Islandia.