Revista Coaching

Nuestros hijos vivirán peor que nosotros ¿seguro?

Por Juanmarodriguez @juanmariarm

Publicado por juanmarodriguezcoaching el 19 de diciembre de 2012 · Dejar un comentario 

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Durante las últimas semanas, empiezo a escuchar con más frecuencia la siguiente frase:

“Nuestros hijos vivirán peor que nosotros”

Admiro a estos “visionarios” capaces de adivinar la trayectoria de futuras generaciones. Yo reconozco que vivo en una constante incertidumbre sin saber qué me ocurrirá en las próximas horas. Siempre me ha costado ver más allá del hoy.  Desde hace un tiempo, decidí no preocuparme mucho por saber qué me ocurrirá (opté por ocuparme de ello, pero esto es desviarme del tema).

Tremenda frase lapidaria que sentencia el destino de nuestros hijos.

Si nos situamos en el lado material, estoy convencido que nuestros hijos no disfrutarán de ciertas ventajas y comodidades que nosotros tenemos (algunos, ya no tenemos). Afortunadamente espero no disfruten de algunas de ellas.

Es cierto que no contarán con un trabajo “bueno”, “fijo” (¿cómo el que hemos tenido nosotros?) que les permita obtener unos ingresos que les lleve a consumir como locos y les coloque en una situación de gastar más de lo que ingresan, con las consecuentes deudas y ataduras financieras ante terceros.

Es cierto que no trabajarán 8 horas diarias, pues se darán cuenta que necesitan menos horas para hacer su trabajo y disponer de más tiempo para invertir en sus aficiones, familia, crecimiento personal.

Es cierto que no podrán comprarse una casa y no sentirán la atadura de una hipoteca, y se verán obligados a vivir de alquiler y cambiar varias ocasiones de residencia, dependiendo de sus necesidades profesionales o personales, ganando tiempo en desplazamientos.

Es cierto que se verán obligados a descubrir cuál es su talento y hacer de ello su profesión. Con ello sentirán pena por nosotros que luchábamos por sentirnos felices en el trabajo, sin darnos cuenta que el trabajo puede ser un medio más para sentirnos felices.

Es cierto que tendrán la oportunidad de trabajar en diferentes proyectos, conociendo a un gran número de personas que le enriquecerán con diferentes maneras de trabajar, conocimientos de diferentes culturas.

Es cierto que no tendrán la oportunidad de trabajar para conseguir los objetivos de una organización, porque lo harán por los suyos propios.

Es cierto que no tendrán abundancia de comida para poder tirar a un cubo de basura porque serán conscientes que los recursos son limitados y cuidarán de ellos.

Es cierto que no buscarán pisar al compañero porque aprenderán que la competencia es una compañera de viaje en búsqueda del crecimiento conjunto y no su enemiga.

Es cierto que su sistema educativo, les llevará a aprender gestionar sus emociones pues para aprender los conocimientos les bastará con pulsar click en un ordenador.

Es cierto que dejarán de centrarse en alcanzar un resultado pues descubrirán que el verdadero disfrute está en el camino y en descubrir cómo alcanzarlo.

Es cierto que se refugiarán en la familia como nexo de unión, recuperando algunos valores que en generaciones anteriores a las de ellos han ido desapareciendo.

Es cierto que tendrán una mayor capacidad de aceptación de ellos mismo como individuos y como parte de un sistema que trabajará para un mismo fin. Fin, que por otra parte, es el que tenían nuestros antecesores, que no es otro que sobrevivir y cuidar el planeta.

Es cierto que serán capaces de escuchar de forma activa, que desarrollarán una mayor capacidad de empatía, que usarán la conversación como forma para llegar acuerdos y verán las armas en las vitrinas de un museo como algo irracional usado por sus antepasados (sin entender muy bien qué les llevó a crearlas).

Es cierto que volverán a disfrutar de la lentitud pues ellos serán dueños del tiempo y serán capaces de adaptarlo a sus necesidades.

Es cierto que no esperarán la ayuda de terceros para salir hacia delante porque ellos conocerán su respons(h)abilidad para lograrlo.

Es cierto que será una generación en la que abunden términos como colaboración, compartir, unión, asociación, acompañar, apoyar, relación.

Es cierto que no buscarán alcanzar la felicidad pues serán conscientes que la felicidad está en ellos, en lo satisfechos que se encuentre con sus relaciones, su trabajo, su crecimiento.

Estoy convencido que estamos viviendo un momento histórico. Estamos pasando de un modo de vivir a otro muy distinto. Distinto pero conocido por nosotros más de lo que creemos. Lo raro no es lo que viene, yo creo que lo raro es lo que hemos vivido y que está llegando a su fin. Podemos aceptar que los políticos sigan poniéndonos zanahorias alargando algo que ya no da para más. O podemos empezar a cambiar nuestra mentalidad y ser los primeros en experimentar esta nueva manera de sentir, de vivir la vida.

Sinceramente, ¿vivirán peor que nosotros?

Todas estas “mis certezas” son las que quiero transmitir y transmito a mis hijos. Quiero que crezcan sin más miedos que los que ellos ya por sí tendrán según vayan creciendo; quiero que  no sientan inseguridades generadas por terceros que les lleven a dejar que otros decidan por ellos; quiero que aprendan a valorar y sentirse felices con lo que tienen.

Respeto a los “visionarios”, les escucho y aprecio su afán altruista de ¿querer? ayudar a la Humanidad.

Yo solo les pido un favor, delante de mis hijos, no.


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