
Están ahí, en alguna parte, por encima de nuestras cabezas; nos ven, nos escuchan, vigilan todos nuestros movimientos, nos prohíben esto, no permiten lo de más allá, como a ellos les parezca bien. No podemos ya mover un dedo sin su aprobación.
Y nosotros no sabemos nada de ellos, ni quiénes son, ni de dónde vienen, ni cómo operan, ni cuáles son sus verdaderas intenciones.

Alec, dibujante de mediana edad, y Eve, novelista de un mítico éxito editorial, son los únicos habitantes de un islote diminuto de la costa atlántica. Se evitan, hasta el día en que una inexplicable avería de todos los medios de comunicación les fuerza a salir de su celosa soledad. ¿Qué está pasando? ¿Ha sufrido un cataclismo el planeta tras las amenazas continuas de un conflicto nuclear y de atentados terroristas a gran escala? ¿Qué ha ocurrido en las islas cercanas, en la costa, en el resto del país, en el resto del planeta?
Tenía desde hace un tiempo entre ceja y ceja a Amin Maalouf (Beirut, 25 de febrero de 1949), el escritor y periodista libanés de lengua francesa, que reside actualmente en París y que fue Premio Goncourt por su novela “La Roca de Tanios” en 1993, además de haber recibido el Premio Príncipe de Asturias en 2010. Había escuchado nada más que buenas críticas sobre sus novelas y su prosa, pero ha sido mi querida amiga Norah (seguramente los que soléis pasar por aquí la conocéis de sobra, pero si no es el caso, os recomiendo hacerle una visita, hay libros muy interesantes que descubrir en su cantina) la que me ha animado a ponerme por fin con él, y se lo agradezco enormemente, porque creo que es un autor al que hay que descubrir y creo que la he disfrutado tanto como lo hizo ella en su momento.Los puntos fuertes de la novela
Una trama novedosa y perturbadoraImaginad que, en vez de una civilización, la conocida, la nuestra, exista otra paralela que ha permanecido en la sombra, más superior y más evolucionada a nivel científico, técnológico y médico, hasta el punto de disponer de artefactos capaces de curar cualquier afección o enfermedad corporal, una especie de curador universal que lo remedie todo. Y que esos “otros”, en cierta forma nos observan, nos vigilan y que cuando perciben que estamos cerca de nuestra aniquilación global, deciden ayudarnos. Interesante, curioso. . . ¿verdad?
Hay que hacerse a la idea de que, cuando te trata la medicina de Empédocles, no te curas de una enfermedad, sino de todas las enfermedades visibles e invisibles, incluida la de la vejez. Te deja «como nuevo», puedes volver a empezar a vivir igual que si los años transcurridos ya no contasen.
Pues ese es el germen de esta novela: Alec Zander es un dibujante de tiras cómicas que vive en una pequeña isla de un archipiélago francés de la costa atlántica que le dejó en herencia su padre, Antioquía. Pero él no es su único habitante, su huraña vecina Ève Saint-Gilles también es propietaria de una parte de la isla. Ambos son seres amantes de la soledad y prácticamente hasta la fecha no han tenido ningún contacto, la verdad es que tan solo se han cruzado un par de veces y no se han caído demasiado bien.
Pero un buen día, algo sucede en el mundo que lo cambia todo. Las comunicaciones se interrumpen, la radio deja de sonar, los teléfonos no funcionan y se presagia lo peor. De hecho, hace poco más de un mes, una explosión nuclear de pequeña envergadura tuvo lugar a pocos kilómetros de Washington. De poca potencia y extensión limitada, pero que dejó unos seiscientos muertos, miles de vecinos de las inmediaciones heridos o contaminados y la humanidad entera conmocionada, descompuesta y desvalida. ¿Se trató de un acto terrorista? ¿o fue cosa de los chinos, o tal vez los rusos? ¿será lo de ahora una respuesta nuclear de los Estados Unidos, que como se esperaba no se han quedado de brazos cruzados?
¡Los muy cabrones! ¡Los muy pirados! ¡Se han atrevido a hacerlo!Pues en el momento en que escribo estas líneas, tengo razones para creer que acaba de ocurrir una tragedia. No un desastre natural, sino un apocalipsis brutal obra de la mano del hombre. El follón postrero de nuestra especie. Que va a poner punto final a esos cuantos millares de años de historia. Que echará el telón a nuestras venerables civilizaciones. Y que, ya de paso, nos matará a todos. Esta misma noche. O quizá mañana bien temprano. . .
Otro buen día las comunicaciones regresan y su amigo Moro, consejero del Presidente de los EEUU, le cuenta que el cataclismo nuclear, la guerra atómica entre países se ha podido evitar gracias a la ayuda de los “inesperados hermanos”, de la otra civilización que se hacen llamar «Los amigos de Empédocles». Unos supuestos aliados cuyo único objetivo parece ser que es evitar un cataclismo planetario, unos “iluminados” que, alimentados de la sabiduría griega y dotados de una inteligencia superior, cuidan, sanan y rejuvenecen a la población. Pero ¿Quiénes son? ¿de donde vienen?
Los amigos de Empédocles han seguido adelante, de frente, sin dejar que los estorbaran nuestros enfrentamientos, sin dejar que los distrajeran nuestras estúpidas creencias. Y hoy están muy por delante de nosotros en todos los ámbitos del conocimiento y también en el arte de la felicidad... No están al servicio de ninguna nación ni de ninguna potencia, y tienen un solo objetivo: prevenir un cataclismo planetario. Estarán ansiosos por volver a su papel de espectadores tan pronto como pase el peligro.
Alec, nuestro narrador protagonista nos cuenta lo que sucede a lo largo de un mes (entre el 9 de noviembre y el 9 de diciembre), escribiéndolo todo en sus libretas. A través de sus palabras descubriremos su radical cambio de opinión sobre la vecina, y asistiremos al inicio de una relación bonita y peculiar, a pesar de su empecinamiento por mantener su querida soledad.
Sin embargo, no puedo pasar por alto que me he convertido, después de todos estos años en mi isla, en un solitario inveterado, y que otro tanto le sucede a la vecina. Por eso no consigo imaginar que pueda haber entre nosotros un apego duradero o cualquier otra cosa que se parezca al amor.
Un autor preocupado por el destino del planetaMaalouf ha confesado en alguna entrevista que uno de sus mayores temores es el futuro de la humanidad, y decide plasmarlo por escrito. Parece que en el acto de presentación de la novela manifestó lo siguiente: «Esta ficción nace del temor, de una angustia. La historia avanza hacia una dirección que no me gusta. Por eso la novela trata de un mundo en donde pasa algo espectacular que cambia esa historia». Una distopia con esbozos de realidadLa humanidad, nuestra humanidad, lleva tiempo caminando hacia el desastre, medioambiental, social, hacia la autodestrucción, de eso no hay duda, o al menos yo no tengo dudas. Países hasta arriba de armas nucleares, continuas amenazas por parte de los gobernantes y su falta de entendimiento, la ley del más fuerte imperando por todas partes con manifestaciones continuas de poder. Y por eso, el lector percibe en esta distopia ciertos toques plausibles teniendo en cuenta la pandemia que estamos viviendo, y aún habiendo bastantes pinceladas de inverosimilitud, de irrealidad en la historia que nos cuenta, no podemos dejar de pensar que ¿quién sabe? quizás al paso que vamos, en algún momento la civilización puede propiciar su propia extinción.
Para más inri, el autor la terminó antes del coronavirus y ser consciente de ello, hace que la novela se perciba con un cierto tono profético, (no deja de sorprenderme la cantidad de obras escritas antes de la pandemia que pueden considerarse algún tipo de premonición):
Piensen por ejemplo en un virus mortal que se propagase a una velocidad vertiginosa y que ningún síntoma revelase antes de varias semanas. El día en que se descubre su existencia, ya es demasiado tarde, nadie puede ya detener la propagación, ni su medicina ni la nuestra. Poblaciones enteras están ya irremediablemente condenadas.— ¿Existe ya un virus así? —pregunté.—Espero que no. Pero hay personas que proyectan «fabricarlo». Y si no estamos alerta...
El mundo antiguo al rescate del mundo actualEl autor se inspira e indaga en la sociedad de la Grecia clásica, en una sociedad y una determinada época en la que se produjo probablemente una de las mayores evoluciones en el pensamiento, el modelo de la Atenas clásica que impulsó nuestra civilización actual e inventó el teatro, la filosofía y los comienzos de la democracia. Según el propio Maalouf:
«Esta novela se inspira en un tiempo muy importante de la aventura humana: el milagro ateniense. Transcurre en un tiempo en que la humanidad da sus primeros pasos y se produce un florecimiento inesperado, algo que siempre me ha fascinado».
Y es que «Los amigos de Empédocles», "Los inesperados hermanos", son descendientes de esa civilización, pero en una línea distinta a la nuestra, que han evolucionado por su cuenta a la sombra del resto del mundo.
Un día, hace muchos años, la humanidad se dividió. Algunos se marcharon igual que unos emigrantes que se hubieran ido a construir una ciudad nueva. Los otros se quedaron. Desde entonces hay dos humanidades paralelas. Una vive en la luz, pero es portadora de sombra. La otra vive en la sombra, pero es portadora de luz. Las dos han avanzado por su propio camino y a su propio ritmo. . .
Buenos personajes, bonita prosaMe han gustado sobre todo los dos personajes principales, Alec y Ève (aunque hay algún que otro personaje más interesante), esos dos vecinos desconocidos, amantes de la soledad por motivos diferentes, que cuando de verdad se dan la oportunidad de conocerse mejor, se comprenden y se compenetran, aún siendo a veces tan dispares las opiniones y reflexiones de cada uno sobre lo que está pasando.
No vivimos la misma soledad, me dije para calmarme. Huye de los humanos, que está claro que la horripilan; yo, por mi parte, me he apartado del mundo para observarlo con mayor serenidad. Y quizá para entenderlo mejor, para abarcarlo mejor.
Sus diálogos, y esas frecuentes reflexiones son lo mejor de la novela, es lo que realmente le permite al autor lucirse en el conjunto del argumento, porque Maalouf escribe muy bien, es una delicia leerle.
Me bebía a sorbitos su voz, su aliento, sus risas más sosegadas ya y sus brazos entregados. Le atusaba la ropa, apretándola con la palma bien abierta como si fuera una melena rebelde. Le latía el corazón en el hueco de mi mano
Una puerta abierta a la esperanzaA pesar de todo, a pesar de ser una distopia pesimista que alberga sugerentes posibilidades de destrucción, no deja de tener su lado esperanzador, o al menos así lo he percibido yo. Una esperanza que se lee entre líneas a lo largo de toda la trama, también en el final.
Y aunque Amín Maalouf afirma ser optimista, desafía a los lectores haciendo esta pregunta clave:
«¿De qué nos sirve vivir ciento cincuenta años más si el mundo ha dejado de pertenecernos?»
Resumiendo: “Nuestros inesperados hermanos” es, desde mi punto de vista, una alegoría con forma de distopia, que nos adentra en un escenario escalofriante y nos lleva a irremediables reflexiones sobre el futuro del mundo, de la humanidad, y a la certeza de que el autor nos ha querido lanzar una especie de aviso, un recordatorio de que vamos mal encaminados, de que hay que cambiar las cosas. En definitiva, una novela muy interesante en su forma y en su fondo, con un final a la altura que no puedo más que recomendaros con fervor.
Nuestros dos ríos, tras haber seguido cada cual su curso, acaban de desembocar en el mismo lecho. De una forma o de otra, sus aguas seguirán mezcladas
Mi nota es la máxima, no podría ser de otra manera:
