Aunque el hombre moderno se enorgullece de ser libre si profundizamos un poco podemos darnos cuenta de que estamos llenos de límites. Parece que nuestra mente nos dice hasta ahí puedes llegar, y eso en todos los planos, el profesional, el intelectual y también en el ámbito espiritual.
Podemos afrontar la vida y contamos con todo lo necesario para ello. Pero si nosotros mismos nos marcamos un tope y nos quedamos ahí sufriremos inútilmente. Es nuestra mente la que nos dice que no podemos. Pero si pasamos a la acción en vez de quedarnos paralizados por nuestros pensamientos nos daremos cuenta de que podemos.
No somos felices porque no vivimos del todo. Vivimos una parte, nos quedamos a medias, en definitiva somos mediocres.
Por ejemplo en la vida espiritual. A lo mejor estamos convencidos de que el amor lo es todo, pero tenemos un tope para el amor. Hasta aquí puedo amar al que me hace el mal, pero sólo hasta aquí. Hasta aquí puedo perdonar.
En lo que se refiere a la fe. Puedo creer en Dios hasta unos límites pero si no se cumplen una serie de condiciones no puedo seguir creyendo.
Y con respecto a los buenos hábitos puedo seguir con ellos hasta que pase algo desagradable en mi vida, me deprima y lo deje todo. Son ejemplos. Cada uno se dará cuenta de sus propios límites mentales.
Una vez que nos hemos dado cuenta de esto seguro que nos interesará salir de esta prisión mental en la que voluntariamente nos metemos. Yo creo que hay una fórmula infalible. Vivir el presente. Paralizar los pensamientos sobre el pasado y el futuro. Afrontar cada momento con total libertad. No analizar tanto. Lanzarse. No hacer caso a esa vocecita que nos dice que no podemos.
Vía: http://www.tesoroespiritual.blogspot.com