Nuestros pequeños actos

“A largo plazo estaremos muertos”. No importa que digan que Keynes fue quien se me adelantó en la cita, que es algo de sentido común, al cabo. No digo, no refiero un largo plazo, un mañana que tolera nuestra racionalidad al verlo tan lejano que no lo creemos posible. Mañana habremos muerto porque ya estamos muertos, porque la vida es un préstamo con letra pequeña escondida y la particularidad de no saber cuando vence el último pago. Tajante, si, ¿horrible? no necesariamente ¿estamos tan lejos de ella? pese al perfume, la ilusión, pese al vídrio puedes verla a poco que alces las narices de esta pantalla con la que te estoy distrayendo mientras vivo en la reminiscencia presente y futura que pueda provocar en ti. Así que la historia no solo se vive como creíamos se iba a vivir, con nuestra particular grandeza, nuestras metas que no son tan diferentes unas de otras y unos de otros. Resulta que también es la historia quien te construye a ti, te da de dimensión, te contextualiza. Como no puede solo vivirse, la construcción es bidireccional con los gestos, con las manos, con las miradas, con los silencios, con los besos, los abrazos, con los reencuentros, con los llantos, las despedidas, los noes, los sies, los dolores que tod@s arrastramos aún en nuestra raíz mas íntima. Se construye con cada uno de los actos que nos define humano o ¿por qué no? animal, animales domésticos, animales gregarios, animales heridos, animales solitarios, animales animados o ahora menos, dada la situación para casi tod@s menos para las grandes empresas que ya ganan lo mismo que antes de la crisis. Cada vez encuentro menos diferencia entre los unos, humanos, y los otros, los animales, no empresas. Pero eso ya se me adelantó también San Francisco de Asis y much@s de vosotr@s, ¿verdad, Laura? (este Laura es un Laura extensible)

Pero no he venido hablar aquí sino de mi libro. Voy a dejarme de milongas, de citar citas, valga la redundancia, porque hoy todas las que escribo ya han sido usadas y el parafraseo es un recurso mas interesante en la adolescencia, por eso de la rentabilidad amorosa, que a estas alturas, noviembre, víspera de una ola de frío polar que seguro me pilla con camisa.

Lo que quiero deciros es lo que tod@s sabeis, pero me lo recuerdo: son los pequeños actos los que suman al fin como el mas grande. Son los pequeños actos ciudadanos los que han de corregir con orden, sosiego y respeto la deriva histórica a la que la avaricia, ese sinfin tolerado por pasiva o por activa, con tantos siglos de muerte, miseria y dolor a sus espaldas, nos viene arrastrando. Somos pequeños, es cierto, como nuestros pequeños actos cotidianos.