Revista Opinión

Nueva Caledonia, ¿el estado número 194?

Publicado el 07 abril 2015 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

En 2014 hubo un serio candidato a convertirse en el estado número 194 de las Naciones Unidas: Escocia. Pero en el referéndum ganaron los partidarios de seguir formando parte del Reino Unido. Aun así, otra “Escocia”, enclavada entre Australia y Fiji, tiene pendiente su cita con las urnas. Nueva Caledonia (término latino para definir la parte más septentrional de la isla de Gran Bretaña) puede recoger el testigo de su tocaya y tratar de conseguir ser el país más joven del mundo, título que actualmente ostenta Sudán del Sur, puesto que se independizó en 2011.

Breve historia de Nueva Caledonia

Aunque fue el célebre explorador James Cook quién descubrió las tierras neocaledonias, fueron los franceses quienes tuvieron un ímpetu en colonizarlas. Aun así, no siempre fue una colonia francesa. En el siglo XIX, los balleneros y demás pescadores europeos solían visitar las costas de esta isla para cazar a los cetáceos que pasaban el invierno allí. Con el paso de los años, en la isla se establecieron unos pocos colonos ingleses, misiones anglicanas y, poco después, misiones católicas de procedencia francesa. El afán colonizador de ambas metrópolis veía en este territorio otro tablero donde debían enfrentarse. París deseaba un lugar menos inhóspito que la Isla del Diablo (Guyana Francesa) para desarrollar una colonia penal mientras que las colonias británicas australes deseaban ver más presencia anglófona en la zona. Un ataque perpetrado por los indígenas fue el pretexto que necesitó Napoleón III para enviar una flotilla con el propósito de tomar posesión de la isla. Durante los primeros años, Nueva Caledonia formó parte de la Polinesia hasta que en 1860 fue separada administrativamente. Tras la revolución de 1871 y la revuelta argelina, la colonia fue poblada por población reclusa o exiliados y no fue hasta que se descubrieron yacimientos de níquel que la población “libre” se interesó por la isla.

Grabado de la época que retrata la vida en una de las colonias penales de Nueva Caledonia

Grabado de la época que retrata la vida en una de las colonias penales de Nueva Caledonia

Durante la Segunda Guerra Mundial, Nueva Caledonia se unió a la Francia Libre y se convirtió en base para los estadounidenses hasta el final de la guerra. El Code de l’indigénat, una serie de leyes especiales para los habitantes nativos de las colonias francesas, fue abolido en la isla en 1944, iniciándose así un proceso de descolonización. En los primeros años de la Guerra Fría, se le otorgo un status de “Territorio de Ultramar”, dando así a sus habitantes el derecho a voto (incluso a los canacos, la etnia indígena).

El nacimiento del sentimiento independentista

La aparición de países independientes como Samoa, Fiyi o Tonga junto con el rechazo al centralismo aplicado por los gaullistas motivó el nacimiento de una corriente independentista. En 1975 nace el Palika, el Partido de Liberación Kanak, y más tarde, el Front Independantiste, una coalición de partidos y movimientos con el objetivo de ganar las elecciones territoriales. Este fue sustituido en la siguiente década por el Front de libération national kanak socialiste (FLNKS), de carácter socialista.

El FLNKS boicoteó las elecciones y creó un “gobierno provisional” para forzar la secesión pero lo que consiguieron fueron 4 años de disturbios y conflictos políticos tanto con la metrópolis como con los unionistas conocido como “Les Évènements”. Todo esto culminó con la toma de rehenes en la isla de Ouvea, donde 4 gendarmes fueron asesinados y 27 retenidos. París reaccionó con la “Operación Víctor”, que liberó a los rehenes pero sus actuaciones pasaron a la historia de forma polémica.

Imagen del desenlace de la “Operación Victor”

Imagen del desenlace de la “Operación Victor”

La acción hizo visible el conflicto que había en Nueva Caledonia y se consiguió firmar el Acuerdo de Matignon. Este histórico acuerdo manifestaba que en un plazo de diez años se desarrollarían mejoras económicas y sociales en beneficio de la comunidad canaca antes de proclamarse un referendo de independencia. Éste acuerdo fue aprobado por los franceses mediante referendo el 6 de Noviembre de 1988 aunque con una baja participación. Pasados los diez años, se firmó el Acuerdo de Noumea, que acordaba la transferencia de competencias excepto defensa, seguridad, justicia y moneda, al pequeño archipiélago además de fijar una fecha para la celebración del referéndum (no antes de 2014 ni después de 2019).

El referéndum de independencia

Si el Congreso neocaledonio no convoca un referéndum antes de 2019, el Parlamento galo está obligado a convocarlo para noviembre de 2018. Si pasase esto, la minoría del Congreso podría pedir un segundo plebiscito para corroborarlo e incluso un tercero al cabo de dos años. Vamos a suponer que el Congreso, gobernado por la coalición lealista, no lo convoca e interviene la metrópolis. El primer referendo sale en contra de la secesión. Luego el FLKNS y los demás partidos pro-independentistas convocan un segundo donde tras una excepcional campaña gana el SÍ. Entonces los anti-independentistas podrían, tras dos años, volver a formular la pregunta. Tal “locura democrática” alargaría el proceso de descolonización más de diez años, se planteaba Le Monde. Tras este plazo, si Nueva Caledonia decide seguir formando parte de la República Francesa, los expertos opinan que el archipiélago se convertiría en un Estado Asociado como Puerto Rico con Estados Unidos. De hecho, esta situación no es nueva en el Pacífico: Niue y las Islas Cook son estados libres asociados a Nueva Zelanda.

Archipiélago de Nueva Caledonia

Archipiélago de Nueva Caledonia

La situación actual

Han pasado años de la polémica que generó el exjugador del Real Madrid Christian Karembeu al no entonar jamás La Marsellesa debido a que los franceses expusieron a su abuelo en una jaula durante la Exposición Colonial de París en 1931. Karembeu siempre ha sido uno de los rostros más conocidos a favor de la independencia neocaledonia. Pese a ello, la sociedad neocaledonia no piensa mayoritariamente como el futbolista, sino que está tremendamente polarizada. Actualmente los independentistas no son mayoría puesto que la coalición de “lealistas” suma 29 escaños de 54 que tiene el Congreso neocaledonio.

Tal división ha provocado que se haya tardado 100 días en elegir un nuevo Presidente. La fecha clave se acerca y los diferentes partidos intentan sacar partido de cualquier incidente para beneficiar su causa.

Los independentistas han intentado que solo los canacos puedan votar en el referendo pero la coalición gobernante ha desestimado la propuesta en favor de todos los residentes en las islas, cosa que beneficiaría su posición. El Tribunal Supremo francés ha determinado que en el plebiscito sólo podrán votar aquellos que estén empadronados en Nueva Caledonia desde 1998 o que demuestren que llevan viviendo allí desde 1988, fallando de este modo, tal y como se ha dicho anteriormente, a favor de los lealistas. Tanto el FLKNS como los demás partidos pro-independencia denuncian que esta forma de hacer el censo electoral les perjudica, aunque es de recibo decir que dar el voto tal y como habían propuesto ellos sólo a los de etnia canaca supondría un gran triunfo para la causa independentista. Por si esto no fuera suficiente, estos últimos han denunciado que más de 6.000 personas han votado de forma irregular en las elecciones de 2014, puesto que, según ellos, no se han respetado las cláusulas acordadas por el Supremo.

Los argumentos de lealistas e independentistas

El diario Libération publicó una recopilación de entrevistas a neocaledonios tras cubrir la visita del presidente Hollande a la isla el año pasado. En ellas se puede resumir el pensamiento “lealista” basado en la oposición a la pérdida de la identidad francesa y, sobre todo, en el miedo a que Nueva Caledonia se convierta en una especie de Vanuatu o Papua Nueva Guinea, países que se han empobrecido tras su emancipación.

Los contrarios a la independencia basan su argumentación en el importante apoyo financiero que la metrópolis aporta a Nueva Caledonia (cerca de mil millones de dólares anuales), sobre todo después del Acuerdo de Noumea, y en el papel protector que da ésta, en especial contra China, en cuya posición de primer importador de níquel del mundo ve a la isla como un futuro país satélite dado que se estima que el territorio neocaledonio posee el 10% de las reservas mundiales de este preciado metal.

Los canacos, que suponen el 44% de la población insular, son la mayoría partidarios de la secesión. Su argumento se basa principalmente en el peligro de que el equilibrio demográfico se tuerza en favor de las etnias no nativas y en la retirada del apoyo económico metropolitano en un futuro próximo, cosa que provocaría el colapso del sistema financiero local. Es por ello que las fuerzas independentistas abogan por el control de su economía y de sus recursos, cuya baza es, como se ha dicho antes, el níquel.

La baza del níquel

Este diminuto archipiélago es el sexto mayor productor de níquel del mundo tras gigantes como Rusia, Indonesia o Canadá. Nueva Caledonia contiene, según los expertos, un cuarto de las reservas mundiales de níquel, algo demasiado grande como para que Francia no intente luchar por mantenerla bajo su influencia. Societé Le Nickel, subsidiaria del grupo Eremet, es la responsable de la mayoría de las minas neocaledonias y el principal inversor francés en la región. Aun así, la mina de Koniambo, una de las más grandes, está controlada mediante joint-venture por la helvética Glencore y la SMSP (una empresa controlada por independentistas canacos), un modelo de negocio que los independentistas desean aplicar a las demás minas. La estructura de Koniambo posee 53.000 toneladas de acero, ocho veces la Torre Eiffel, siendo uno de los proyectos mineros más ambiciosos de los últimos años.

Por otra parte está la mina de Goro, operada por la brasileña Vale, la cual es una de las mayores del mundo y que ha costado 6.000 millones de dólares. El pasado mes de mayo un vertido de ácido provocó la cólera entre la población local y sufrió el ataque de éstos al descubrirse miles de peces muertos. Los disturbios causaron daños en las infraestructuras de la mina que las autoridades calculan entre 20 y 30 millones de dólares. Esta acción es otro episodio más en la escalada de radicalización que se vive en el archipiélago, donde tras años de relativa paz, los ánimos vuelven a caldearse a las puertas del referéndum.

Mina de Goro, la mayor de Nueva Caledonia

Mina de Goro, la mayor de Nueva Caledonia

Eremet ve cómo el monopolio se acaba (pese a desastres como el de Goro) y cómo la población acepta de buen grado la explotación compartida entre compañías locales y multinacionales. André Dang, responsable de la SMSP, ha conseguido el 51% de los dividendos que se produzcan en la nueva Koniambo, una victoria sin precedentes para el pueblo neocaledonio. De continuar esta manera de hacer negocios, las empresas francesas, hasta ahora dominadoras absolutas de las finanzas insulares, se verían seriamente perjudicadas, algo que, por supuesto, los independentistas desean que pase. ¿Pero será China el aliado que les interesa a los canacos? ¿Qué pasará cuando la isla, en el caso de conseguir la independencia, pierda el flujo de euros franceses? Lo veremos antes de 2019. El puesto por el asiento número 194 en las Naciones Unidas aun sigue abierto.


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