Ana Botella, bebiéndose una "perla"
¿Pensabais que estabais curados de espantos? ¿Creíais que esta señora no podría volver a maravillarnos con alguna de sus genialidades?
¿Os habíais hecho las ilusiones de que, con la historia del "relaxing cup of café con leche en Plaza Mayor", Anita habría reflexionado sobre la conveniencia de pensar antes de hablar?
Pues, por sí acaso, no apuntéis demasiado alto, porque aquí va una nueva virguería de esta poetisa de nuestro sistema.
Ana Botella pide que se endurezca la Ley de huelga -y sin despeinarse, no creáis-, tras el éxito de la de la limpieza, en Madrid. Defiende que esta Ley, del año 77 -anterior a la Constitución- está "obsoleta", y se enfrenta con una "reivindicación histórica de la sociedad española", que es el mantenimiento del orden público.
Es decir, que según ella, la sociedad quiere estar tranquila por la calle, sin alborotos. Pero que nos sigan dando por todos lados; que eso da igual...
Pero... Vamos a ver: ¿¿¡Cómooooo!?? Y añado a esta observación una pregunta: ¿Esta mujer está viendo la misma película que nosotros?
Primero: Es evidente que el triunfo ha sido de la negociación entre los empresarios y sindicatos. La huelga es una parte necesaria en esa negociación; pues el que no llora no mama. La reforma laboral de Rajoy se encuentra en el lado opuesto a esta realidad, en el lado del que sacude con el látigo.
Segundo: La flexibilidad laboral sólo sirve para que los obreros perdamos todos aquellos derechos por los que nuestros abuelos lucharon. Siento ponerme sentimental, pero esto es lo que es.
Tercero: Botella coloca el derecho al orden por encima del derecho a la huelga. Ante esto, baste decir, que no sirve de nada dar una apariencia de orden y seguridad; cuando la realidad es totalmente opuesta. La realidad es que sólo existe seguridad si eres ciudadano de primera; es decir, político. Si eres obrero, tienes el culo expuesto.
Así que, dejando de lado este caso concreto del que hablamos -limpieza en Madrid-, y abriendo las miradas a toda la sociedad; aquí va mi llamamiento, desde mi humildad:
¡El sistema quiere convertirnos en una masa dócil y sin capacidad de opinión! ¡Quieren que nuestra voz enmudezca! En lugar de eso, existe otra opción: hagamos que la voz del Gobierno se apague; por uno me entra, y por el otro me sale. ¡La solución es la desobediencia! ¡Caso omiso a lo que diga esa colla de impresentables! Si el cambio es necesario y deseable, ¡el orden establecido ha de ser atacado! ¡No hay cambio en la calma intervenida por la fuerza, sino una verdadera dictadura!