A partir de hoy y con frecuencia mensual, publicaré una foto que, por el motivo que sea, me haya sorprendido, gustado especialmente o a la que recuerde de un modo particular. Es una buena forma, creo, de dar cabida a esas imágenes que, quizás por no encajar en una entrada determinada, se quedan sin publicar.
Sin embargo, es muy posible que también vuelva a subir fotografías que ya hayan aparecido en algún artículo o que vayan a aparecer; en este caso, la perspectiva con la que las describa va a ser distinta, desde un punto de vista seguramente mucho más personal.
Para esta primera entrega, me apetece mucho presentar una imagen que tengo muy reciente. Se trata de una fotografía tomada bajo la lluvia en la bonita ciudad de Lugano, en la Suiza italiana, hace menos de una semana.
Lugano está situada a orillas del lago homónimo, cuya bahía puede recorrerse caminando por el Lungolago; se trata de un largo paseo salpicado de embarcaderos, grandes tilos y una vía urbana de tres kilómetros y medio por la que van pasando lujosos coches deportivos.
Mientras iba disfrutando de las vistas se puso a llover, una circunstancia que no supuso impedimento alguno para que esta chica se dispusiera a dibujar el espectáculo que supone tener ante sí el monte San Salvatore coronado de nubes y reflejándose a la vez en las aguas del lago de Lugano. Me pareció una estampa entrañable, llena de fuerza, romántica e indiscutiblemente imperdible.
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