Los diálogos son, además de la creación de personajes, uno de los mayores dolores de cabeza para los escritores, quienes sufren, vez por vez, la desdicha de narrar estos momentos sin naturalidad, como si fuesen robots.
La clave para escribir diálogos y que estos se sientan reales para cualquier lector es sencilla: escuchar a las personas mientras conversan. No necesitas recurrir a ninguna estrategia, manual o guía, pues aunque no lo creas, las personas del común no hablan como en los novelones del canal corazón ni como en el WhatsApp. No. Ellos charlan sin metáforas, poesía ni SMS. Por lo tanto, antes de empezar a conocer de esta técnica, borra de tu disco duro la concepción que tienes y prepárate para convertirte en un fisgón literario.1. Lo primero que debes hacer es buscar un lugar, un sitio ojalá concurrido, como un café, un parque público o un restaurante (Recomiendo que lleves algo de dinero, pues no te permitirán ocupar una mesa sin consumir nada). Bien puedes hacerte con tu libreta de notas, una grabadora de periodista, un teléfono celular con suficiente memoria o agudizar tus sentidos y tu capacidad retentiva. Asegúrate de que en el lugar que escojas te va a resultar fácil escuchar conversaciones de manera discreta y sin necesidad de "estirar el cuello". Pide una bebida y hazte cerca de una pareja o grupo que estén manteniendo una conversación. Fácil.
2. Si llevaste tu libreta de notas, que es lo mejor, transcribe lo que están diciendo. Quizás no puedas copiarlo todo debido a que la fluidez de la charla es demasiado rápida para nuestra pluma, pero recopila por lo menos fragmentos de la misma. Registra todo lo que pueda serte de utilidad, como palabras, frases y hasta las expresiones guturales ¡mmm...!, no te quedes corto con interjecciones como ¡ah! ¡uy! ¡guay!. Ten en cuenta la frecuencia con que repiten algunas palabras y las pausas durante la conversación. Escríbelo todo.
3. Obtén tantas conversaciones o piezas de conversaciones como te sea humanamente posible, evitando llamar la atención y ser tomado como loco, extraño o chismoso. No te preocupes por el tema de la conversación sino de la interacción que haya entre los hablantes. Ese es el punto del ejercicio, no importa si el chico convenció a su novia de no haberle sido infiel, importa la forma como lo hizo. ¿Cómo hablan?
4. Una vez hayas hecho el ejercicio, te hayan echado del lugar, hayas consumido todo el café del restaurante o te quedes sin dinero, dirígete a un lugar tranquilo. Normalmente todos tenemos ese rincón donde trabajamos y dejamos volar nuestra creatividad. Una vez allí, lee lo que has escrito en voz alta y escoge tu conversación favorita. Esa que supones puedes sacarle jugo y aprender algo.
5. Extiende la conversación. Aquí es importante recordar que debes mantener el estilo del dialogo inicial y no imponer el tuyo. Añádele algún asunto pero asegúrate de que continúen hablando de la misma manera como lo hicieron inicialmente en la cafetería o el parque. Repite este proceso con otras conversaciones.
6. Ahora inventa nuevos personajes basados en las personas que espiaste analizaste. Puede ser una versión directa de alguien o la recopilación de varias personas. No importa. Recréalos en tu mente o hazte una ficha rápida y breve.
7. Narra una breve situación basada en los personajes. Haz que lleguen a un restaurante, café o bar, que pidan algo, hablen, interactúen y se larguen. Describe como se ven y como lo hacen. Para esto recuerda las escenas que analizaste y trata de que sean lo más natural posible. Permite que hablen de un tema determinado. Nuevamente lo importante no es de lo que hablan, es como lo hablan.
8. Escucha las voces en tu cabeza e imagina el tono, la intensidad y el timbre. El tono es lo que clasifica la voz en grave o aguda, la intensidad equivale al volumen, ya sea alto/baja o fuerte/débil y el timbre es ese rasgo que hace diferente cada voz independiente del tono y la intensidad. Es por el timbre que puedes diferenciar la voz de tu madre de la de tu suegra.
Escribe lo que esos personajes, que imaginaste, conversan y no te cohíbas ni te censures a ti mismo. Es un ejercicio.
9. Cuando creas que tienes una conversación completa y agradable, léela en voz alta y mira si hay naturalidad o suena demasiado superficial.
10. Continua practicando todos estos pasos. Cambia de ambiente. Las conversaciones no son las mismas en un antro de mala muerte que en un funeral (Sí, puedes espiar un funeral), ni las personas serán las mismas en una boda a una convención de cómics. Sigue intentando hasta que estés satisfecho con tus diálogos. Aunque no lo creas, la técnica del fisgón es bastante efectiva.
¿Qué te ha parecido la técnica? ¿Ya la conocías? ¿Tienes tu propia técnica? Compártela con nosotros.