Revista Moda
Ahora: buscá en el fondo del placard, en el arcón de los recuerdos, en tu habitación de infancia. Aquellos muñequitos producidos en serie y de las series de TV o los dibujos animados, aquellos peluches ya empolvados y esos plásticos horribles, aborrecibles... que ahora, gracias a los tiempos de crisis, de creatividad remixada, reciclada y de dudosa autoría son "trés chic"! Atalos con alambre, con cinta, con piolín, con todo junto. Es el momento más conciente de la parodia.
El falso brillo, los colores llamativos y las terminaciones rápidas están a la moda.
No importa si de imitación o verdadero, si hay miseria que no se note, el mundo entero se conforma con salvar las apariencias y entonces, todo lo que sirva para ello es bienvenido, sobre todo si es ready- made.
Sin más trámite las seguidoras de la moda también seremos bienvenidas con bombos y platillos al KITSCH, donde el arte de soñar ha sido sustituido por el acto de ver.
Como en las más vistosas producciones del Hollywood en su época de oro, es el motivo de esta pulsera autoría de Liat Ginzburg.
Llevá con vos a Blanca Nieves y los siete enanitos en un bib. Por Liat Guinzburg.
Coloridos pendientes de cristal pintado, por Tom Bins.
La diseñadora griega Mary Katranzou no duda en realizar un collar con trozos de... ¿candelabro? o... ¿los viejos herrajes de algún piano? Los Dolce e Gabbana suelen infiltrar su producción con piezas kitsch, como estos pendientes realizados con cabezitas de ángeles rococó, perlas y gran piedra negra con barroquísimo engarce dorado.
En el top del kitsch, y mucho más "aristocrática" está Shorouk , una diseñadora parisina de joyas que realiza abigarradas composiciones de pedrería con inspiración india. Fotografía de la Campaña 2012.
Otros collares de Shorouk.
Lujoso anillo de quien nosotras consideramos un crítico del kitsch; Robert Baines. Otro anillo en plata del mismo autor. "Amor", brazalete de oro por Robert Baines. En fin, a juzgar por muchas de estas piezas pareciera que el kitsch del siglo 21 es conciente de sí mismo, tan conciente como el estilo más chic. ¿O no? por Clarisa Ralton