Hablaré de una nueva vida para lo que estuvo en contacto con la vida: cosas materiales, pero cargadas de valor sentimental y que después de haber sido utilizadas por varios bebés, siguen su camino para estar cerca de otros.
Como contaba hace unas semanas, una amiga tuvo a su bebé de forma prematura, por lo que aunque Pablo evoluciona favorablemente y va ganando peso día tras día, sigue ingresado en la unidad de neonatos. A la semana de que Isabel fuese mamá, pude ir a verla a Zaragoza acompañada de todos mis chicos. Maletas, pañales, cuentos, juguetes... todo preparado para el viaje y unos paquetes muy especiales (al menos para nosotros) para la nueva familia.
Días antes decidí desempolvar las cajas en las que había guardado toda la ropa que les iba quedando pequeña a los nenes. La ropa de Alejandro la está volviendo a utilizar Iver, pero la ropa que le queda pequeña a Iver, estaba guardada sin más: no sé si pensando en un futuro hijo, si pensando en algún futuro sobrino, si pensando en que todavía no era el momento de sacarla de casa. Simplemente, fuese por el motivo inconsciente que fuese, esa ropa se guardó.
Entre los paquetes para Isabel y para Raúl, llevábamos los bodys y los trajes de prematuro que nos regalaron y compramos para Iver. Especiales fueron los que compramos para nuestro hijo (como cualquier ropa que unos padres adquieren para su hijo con la ilusión de llevarlo pronto a casa), pero aún más los que nos regalaron en su momento. Porque recuerdo, como una maravillosa mujer que solo conocía a través de un foro, de una manera generosa y altruista, se puso en contacto para hacerme llegar la ropa que ella misma había comprado para su hijo nacido también prematuro. Sin pedir nada, sin preguntar nada, sin esperar nada a cambio...
Y como después de ponerse en contacto, otra maravillosa mujer y querida amiga que fue la que los recibió, los preparó para que estuviesen listos en el momento de darnos el alta en el hospital.
En su momento tras haberla utilizado, pregunté a su propietaria inicial como podría hacérsela llegar y me dijo: "Guardala y regalala cuando veas oportuno para otro bebé". Y ahora la historia se repetía: en esta ocasión, era yo la que (como en su momento hizo mi amiga C.) preparaba la ropa para esa mamá que ahora está centrada en su bebé.
Esa ropa de prematuro que me hicieron llegar, llevaba mucha vida detrás y nosotros le dimos otra nueva. Dentro de unas semanas, estoy convencida de que tendrá una nueva vida con Pablo.
¡Qué mejor manera de darle uso a algo material que lleva tanto valor sentimental! ¡Qué mejor manera de darle vida a algo sin vida y que esperaba su momento guardado! ¡Qué mejor manera de cerrar algunos puntos ahora que ha pasado el tiempo que lo ha permitido!
Y al mismo tiempo que ese sentimiento se fue con la ropita que dejamos en nuestro viaje a Zaragoza, el resto de ropa que había guardada fue para otros bebés y niños. ¿Qué sentido tenía estar guardada por si...? No tenía sentido, al menos en este momento. Lo que yo sentía es que había llegado el momento de que otras familias le dieran uso.
La persona que recibió las bolsas en las que entregué toda la ropa que nos había quedado pequeña durante estos dos años dijo: ¡No sabes cuánta falta nos hace, ya sé quiénes la podrán utilizar! Y aunque no es nada excepcional ni extraordinario, yo sentía que en estos gestos no solo iban cosas materiales, sino que detrás emergían sentimientos que acompañaron unos años de nuestras vidas.
Y algo tan sencillo como ese gesto de reabrir las cajas, reabrió muchos recuerdos, muchas historias, muchos momentos. Pero al mismo tiempo que reabrió, también cerró otras cosas.
¡Nueva vida la que seguro os espera! ¡Y por supuesto después le diré a Isabel que siga la rueda para darle más vida!