Revista Comunicación

Nuevas sectas online: Comunidades que venden felicidad y riquezas.

Publicado el 04 enero 2019 por Manuelgross

Las nuevas sectas: corbatas y grupos online.

Por Esteban Ordóñez Chillarón.

Yorokobu.

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Nuevas sectas online: Comunidades que venden felicidad y riquezas


Las sectas no lavan el cerebro. Lo parasitan, lo programan. Los mecanismos de manipulación, desintegración de identidad y coacción son ancestrales. Pero se adaptan a los canales disponibles, a la idiosincrasia de cada época.
Hoy perduran sectas espirituales, pero ganan terreno las comerciales o las digitales basadas en el crecimiento personal, las terapias, la conspiranoia… Las misas y el chamanismo ceden protagonismo a las sectas 'online', el crecimiento personal y los hoteles de lujo
Que la población disfrute de más formación y más acceso a información que nunca no aminora la penetración de estas organizaciones. En España hoy hay unas 250 sectas: un 0,8% de población afectada. «Hay un cambio de panorama. Ahora, en amplias capas de la población, hay una extensión de niveles de credulidad hacia cosas absolutamente increíbles que se han normalizado a nivel psicológico y cultural.
Caídas las instituciones que organizaban la mente y la vida social, son suplantadas por formas más difusas», explica Miguel Perlado, psicólogo experto en sectas e impulsor de la Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico.

Sectas y corbatas


Este giro de las sectas hacia terrenos de apariencia inocua comenzó a finales de los años 80 y principios de los 90. Afloraron grupos con envoltorio empresarial. No había barbas mesiánicas ni templos, sino buenos trajes y convenciones en hoteles. No había chamanismo ni misas, sino dinámicas de grupo, sesiones de motivación: eucaristías hacia el triunfo.
La trascendencia ya no debe esperar a la vida después de la muerte ni a ningún viaje astral, se proclama una trascendencia material: alcanzar el éxito, ganar dinero, conquistar una vida de lujos. Pero venden religiosidad: adoración al producto, al líder y a unos mensajes que hay que asimilar y predicar.
Son empresas piramidales, subcontratas que captan socios para oenegés o clientes para empresas del sector energético, o distribuyen productos de adelgazamiento. Das parte de tus ganancias a tu superior y debes captar a otros para quedarte con parte de las suyas.
Es el engaño, la estafa, la explotación, y la estructura solo se mantiene gracias al bombeo emocional, al lavado de cerebro y a la coerción. Se simula una suerte de culto del hedonismo en el que siempre ganan otros.

Sectas digitales: las arenas movedizas de YouTube


Estamos prevenidos contra predicadores callejeros, contra fanáticos de túnica y mirada trascendental. Olemos la amenaza en las menciones a Dios o a otras fuerzas paranormales. Pero hoy las sectas no buscan de primeras el contacto físico ni te prometen un edén divino o espacial. Hoy, suben sus cebos a foros, páginas de Facebook o vídeos de YouTube. Parecen contenidos instructivos. Solo es el comienzo.
Si uno se enreda en la madeja, el enganche será más difícil de desliar. «Al ser virtual, es más complicado; a la persona le cuesta mucho más unir las piezas y comprender la situación», advierte Perlado.
En España operan a través de las redes, entre otros, grupos relacionados con el llamado ‘Método Yuen’, un sistema de sanación que introduce las emociones negativas como origen de enfermedades psicológicas y fisiológicas (incluso cáncer y alzheimer…). Autoanálisis y crecimiento personal atados al pánico del dolor y la muerte. El ‘doctor Kam Yuen’ «lo hace todo por internet, desde las sanaciones hasta la formación de sus ‘profesionales’», explica Perlado, que ha atendido a varios afectados por esta corriente.
Carmen Molina, coordinadora del Comité para la Promoción y Apoyo de Mujeres Autistas, denunció en Cadena Ser las prácticas abusivas de grupos que promocionan la venta de terapias naturales o brebajes de curación tóxicos como el AMM (un agua con lejía que, aseguran, cura el autismo).
«Captan a los padres a través de grupos cerrados de Facebook. Ante cualquier duda o interés en dejar el grupo, las presiones son brutales: eres una mala madre, tu hijo va a morir, te vamos a denunciar para que pierdas la custodia de tu hijo…», explicó. Ella misma recibió amenazas por luchar contra estas prácticas.
En la red surgen personas que exhiben una capacidad o un conocimiento especial, y poco a poco, «empiezan a instaurar un estilo de relación plenamente sectario donde imperan el seguidismo y la incondicionalidad», anota el experto.
Muchos grupos acaban prolongando su actividad al espacio físico: quedadas, conferencias, retiros para iniciados pagados por los iniciados. Otros permanecen en la nube; no necesitan actividades presenciales para fidelizar y explotar a su clientela.

Un misterio: alguien sabe cosas sobre ti


Algunos de estos grupos diseñan un proceso gradual y van aumentando sus dosis de droga mental. Pero suele ser el usuario el que da el primer paso: «Hablamos de personas en un momento de vulnerabilidad y con un contexto social y familiar que no apoya. Al final se sumergen en esto. Eso no debe extrañar: todo lo consultamos en internet», relata Perlado.
Y, de pronto, la magia: hay alguien que sabe cosas sobre ti; parece poseedor de una intuición sublime, tan sorprendente que resulta fácil volcarle tus esperanzas de salvación.
La realidad es más prosaica: la actividad dentro de los perfiles de las redes sociales permite rastrear a una persona y componer una idea aproximada de su personalidad. Por eso, porque todo siempre esconde zafiedad, la puesta en escena importa: «Tiene que ser suficientemente creíble, con un discurso bien construido, aunque, al final, es una verborrea dirigida a narcotizar la mente».

El truco de hacerte creer que controlas el proceso


Te atiborran de contenidos que, además, son de acceso gratuito. Esta flexibilidad y el hecho de que el usuario se arrime al anzuelo por sí mismo acentúan una sensación clave en toda captación: la víctima debe creer que controla el proceso.
Parece que nada acecha, pero luego te muestran una comunidad unida que se apoya y se bombea emocionalmente y se mantiene disponible para ti. «Esto engancha mucho, estamos en la cultura del like, y eso nos vuelve más vulnerables a cierta sugestión progresiva que puede crear un tipo de relación destructiva», indica el psicólogo.
Luego esa comunidad presiona y extorsiona ante cualquier desvío de la fidelidad ciega o asomo de crítica. «Todo esto se sistematiza para capturar tu mente y finalmente tu economía».

Cortar el cable


Un amigo, un hijo, un hermano, de pronto, te habla con una expresión distante y desaparecida, como de ordenador recién formateado. Su discurso ha cambiado. Cada una de sus frases esconde una enseñanza o un reproche; sientes que cada cosa que dice te cataloga como persona fallida… y te ofrece la opción de dejar de estar defectuoso.
Esa es la impresión que dio a sus padres el joven Tom Bell. Lo relató Ben Collins en el Daily Beast. De pronto, Bell desapareció y dejó una nota: se marchaba y pedía a sus padres que no contactaran con él. Aquella decisión tenía un nombre: deFOOed, desvincularse de la carga familiar. Así lo llaman los miembros de los foros de Freedomain Radio, un canal que tiene como centro a Stefan Molyneux.
Molyneux es un predicador con aires filosóficos. Se autodefine como anarquista y publica vídeos en los que afirma cuestionar el pensamiento oficial («el regalo del pensamiento, nadie piensa excepto nosotros», dice en uno de ellos). Habla a la cámara durante horas y cruza datos o citas al tuntún para diseñar un efecto de revelación.
Te hace sentirte más listo de una manera excluyente. Hay un correlato en cada uno de sus argumentos que basuriza a aquellos que no están en la salsa. Regala a sus oyentes un chivo expiatorio fácilmente asumible: sus padres. A partir de la fuga de jóvenes, el Centro Británico de Información del Culto Británico se refirió al caso como «el culto de Molyneux».
Perlado señala otras cuantas webs y agrupaciones que se dedican a la seducción destructiva: Tea Swam, Sherry Shriner, Templo Anandi, Escuela EDIPO, Raelianos TV…

Un culto hacia ti mismo


Esta época parece favorecer la adopción de inclinaciones sectarias. Quizá sea un cóctel de saturación informativa e individualismo. La creencia es una forma de descanso, y no hay una Verdad consensuada a la que poder agarrarse para relajarse.
El racionalismo exige mucho esfuerzo y la emocionalidad es un pegamento útil para crearse una identidad sólida de la que no dudar. La mayoría de personas no cae en la telaraña de una secta estructurada, pero se zambulle en algo más difuso, una franja intermedia.
Son personas que consumen libros de terapias no científicas, que siguen a gurús y pagan por talleres cuestionables. «Hay gente que lo hace a su aire; una cosa hoy, otra mañana, y picotean de todo a la vez».
Es un afán por obtener un sentido vital propio e intransferible a través de productos o mensajes exclusivos como tesoros. Se trata de sentirse especial usando el camino más corto. Es un culto hacia ti mismo.
Por Esteban Ordóñez Chillarón
31 diciembre 2018

Esteban Ordóñez Chillarón

Periodista en 'Yorokobu', 'CTXT', 'Ling' y 'Altaïr', entre otros. Caricaturista literario, cronista judicial. Le gustaría escribir como la sien derecha de Ignacio Aldecoa.
Periodista freelance.
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Fuente: Yorokobu 

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Esteban Ordóñez Chillarón

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