Los aceites de cítricos suaves, como el limón o la bergamota, así como el palo de rosa, y los aromas de hierbas frescas como el romero, no sólo perfuman la atmósfera , sino que además la refrescan y la aclaran. Como todos los aceites esenciales tienen propiedades antisépticas, su uso también representa una medida de protección contra las bacterias presentes en el aire que nos envuelve. Las pruebas realizadas en algunos edificios provistos de aire acondicionado , en los cuales los trabajadores se sienten apáticos y caen enfermos con frecuencia, demuestran que la atmósfera puede llegar a ser realmente perjudicial para la salud. Este patrón de salud-enfermedad que presentan los trabajadores se conoce como "síndrome del edificio enfermo". En la actualidad una compañía japonesa está incorporando vapores aromáticos en los sistemas de aire acondicionado de bancos y oficinas, y ha descubierto que el aire de limón aumenta la eficiencia y reduce los fallos. Hasta que llegue el momento en que todos los edificios estén tan bien acondicionados como éstos, podemos llevar nuestra propia "fragancia ambiental" en el bolso o cartera para poder usarla cuando sea necesario.