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Nuevo cambio político para la humanidad

Publicado el 07 mayo 2012 por Grupolm

NUEVO CAMBIO POLÍTICO PARA LA HUMANIDAD

CAMBIO POLÍTICO: LA EDUCACIÓN ES IMPORTANTE








¿Y TÚ QUÉ OPINAS?
   Europa ha tardado en construirse. Y no me refiero a este bodrio económico y pseudopolítico que padecemos. Aludo a lo más radical, o cordial, o central: a esa comunidad de ideas y convencimientos mayoritariamente aceptados por el pueblo europeo como son los derechos humanos. Este magnífico poso ha decantado en el alma europea por fin, tras siglos de rudos avatares, progresos y retrocesos, guerras mundiales, guerras bilaterales, guerras civiles, guerras dialécticas, derechas e izquierdas, tiranías y democracias, derechos divinos y necesidades populares.
   El número de muertes violentas cuya causa fue la enorme dificultad que tuvo para abrirse paso esa corriente que ha llevado al reconocimiento generalizado de los derechos que todo ser humano tiene por serlo, digo que ese número estratosférico, nos hace pensar que el logro es muy importante, seguramente el más importante que pueda encontrarse en la Historia de la Humanidad.
   Desde el siglo V a. C. en Grecia, hasta nuestros días, la historia europea gira en torno a la consecución de este hecho. Es lo que se percibe cuando escarbas bajo la superficie de la historia y buscas los penúltimos motivos de tantas luchas, tanto particulares como generalizadas. Y digo penúltimo porque el motivo último e íntimo de cada individuo, de cada sociedad, es el miedo. Miedo al que me puede sojuzgar, o derrocar, o asesinar. Miedo al diferente que puede acabar con nuestra forma de vida e instaurar una nueva que nos produce miedo, por desconocida. Miedo a perder lo tuyo, tus seres queridos, tus bienes, tu vida. Asegurar todo ello nos lleva a caer en el egoísmo con su inseparable compañera la incomprensión. Pero todo esto entra dentro de la esfera del alma humana y tiene difícil solución. La educación lo ha intentado y podemos ver el resultado en el enorme número de muertos que, a su pesar, se han producido inevitablemente.
   Tal vez por ello, al constatar lo difícil que resulta cambiar el alma humana, la sociedad ha intentado montar una superestructura sociopolítica tras otra que impidiera “per se” los desmanes a los que tiende el ser humano. A lo largo del espacio y del tiempo europeo, se han ensayado prácticamente todas las posibilidades y, ese largo camino, por fin, ha llegado a su meta. Eso creo yo.
   Y esta meta no es otra  que la íntima aceptación por  todos los europeos de los derechos intocables que cada ser humano tiene simplemente por ser humano. Porque, ¿en qué país europeo podríamos pensar como candidato para imponerse en él una tiranía del signo que fuera?  ¿No es más cierto que el europeo no admite ya que le impidan opinar libremente? ¿O reunirse con quien quiera? ¿O profesar la religión que más le acomode? ¿O vivir aquí o allá, entrar o salir, comprar o vender o leer este periódico o aquel otro o ambos? ¿O votar a este candidato o aquel otro? ¿O gastar o ahorrar?...
   Es cierto que los europeos ya no admiten que nadie se inmiscuya en su vida privada o interfiera en sus decisiones personales. El europeo ha alcanzado una cultura social y política común que está basada en el reconocimiento inapelable de los derechos humanos de todas las personas, de todas.. Y esta meta es tan magnífica que ya sólo nos queda perfeccionar los mecanismos para que se lleve a la práctica cada minuto de cada día, de cada año, y en todos los rincones donde convivan los seres humanos. Y éste no me parece un empeño menor sino principal.
   Si, pues, los europeos tenemos, en este sentido, una conciencia común; si ya la aceptación de los derechos de la persona nos parece algo natural, obvio, ya no necesitamos que nadie nos ideologice, no necesitamos directrices puesto que hemos alcanzado, estoy convencido de ello, la conciencia social mejor que se pueda imaginar. Nos queda llevarla diariamente a la práctica.
   Necesitamos, pues, buenos administradores de la cosa pública. No queremos ya ni profetas de paraísos sociales, ni iluminados de ningún –ismo (ni socialismo, ni capitalismo, ni fascismo), ni creemos en ningún líder, ni creemos en derechas ni en izquierdas. Todo eso lo hemos superado, ya es antiguo, y las jóvenes generaciones pasan de ello por fin.
   Teniendo todos los europeos en nuestra mente la base inquebrantable de nuestra futura Constitución, los derechos humanos, sólo necesitamos buenos gestores, buenos administradores que rentabilicen al máximo los bienes que los ciudadanos aportamos para conseguir que nuestro ideal sea una realidad universal en nuestras vidas.
   Así pues, los políticos al uso ya no tienen cabida en nuestra sociedad. Y aunque se resistan a abandonar sus privilegios aristocráticos, la marea de sentido común y de lógica que se avecina los barrerá inevitablemente del quehacer social.
   Hombres y mujeres honrados, con vocación de servicio público, sin el menor ánimo de lucro personal, con la preparación adecuada, con la conciencia de ser servidores de los demás, con la humildad que les blinde contra la prepotencia… son los que necesitamos, porque alguien tiene que administrar la cosa pública.
                                                             Teófilo Amadeus

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