El aeropuerto Simón Bolívar de Maiquetía, que es el que da servicio a la capital de Venezuela, Caracas, ha establecido un pago, literalmente, por respirar. La excusa para la medida, que tal y como informa BBC Mundo en su página web, se puso en marcha el pasado 1 de julio, es el nuevo aire acondicionado “ozonificado” para “proteger la salud de los pasajeros”.
El coste de respirar será de 127 bolívares, es decir, unos 13 euros, que se suman a los altos precios de los billetes para la mayor parte de los venezolanos, ya que la crisis económica en el país ha tenido un fuerte impacto en las aerolíneas, que además tienen serios problemas con el Gobierno de Nicolás Maduro.
La noticia tendría su gracia, y hasta podría provocar una vaga sonrisa en el lector, el no venezolano, claro, si no fuese porque se trata de una medida adoptada en el país cuyo régimen y democracia admira D. Pablo Iglesias, como paradigma del modelo de estado y de libertades del futuro. Hace algunos años, cuando se estableció el pago por aparcamiento en la calle (ORA), de cuya legalidad sigo dudando a día de hoy, las plazas libres en la zona centro eran más que abundantes, hasta que poco a poco, la gente se fue acostumbrando a rascarse el bolsillo para dejar el automóvil en el aparcamiento por el que ya paga impuestos a través de la viñeta y actualmente es prácticamente imposible encontrar un sitio libre, pese a seguir engordando las arcas de empresas semipúblicas, es decir, medio privadas, que cobran por el uso de un suelo que es de todos; entonces, digo, mi buen amigo me dijo: Terminarán por cobrarnos por respirar, y protestaremos solo al principio, después pàgaremos como si tal cosa. Lo tomé a broma, pero es lo que sucede hoy en el aeropuerto de Caracas donde la cantidad demandada por este servicio, más imprescindible que necesario, no está al alcance de la mayoría de ciudadanos, condenados a… ¿no respirar mientras esperan la llegada de un familiar o allegado?.
Si es lo que nos espera con D. Pablo Iglesias, Dios nos coja confesados.