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Nuevo look y viejas crónicas

Publicado el 28 septiembre 2013 por Francisco Masa Maroto @patriarcad76
Feliz Miércoles a todos: como veis estoy de estreno, espero que la nueva estética del blog sea de vuestro agrado. Y como este domingo comienza para mí una nueva temporada de carreras populares, (precisamente donde debuté hace dos años en este maravilloso mundillo), en los 10k de Adidas Palencia; he estado releyendo algunas de mis crónicas más significativas, en un intento de motivarme para afrontar este duro periodo de entrenamientos, que esperemos que culmine con la participación en mi tercera maratón. Aunque los habituales ya las conocéis, quiero compartir con los que no tenían constancia de ellas, tres de mis aventuras favoritas:

 

"Rock & roll maratón Madrid 2013"  Nuevo look y viejas crónicas
Nuevo look y viejas crónicas
Nuevo look y viejas crónicas
 Buenas noches a todos, antes de que se enfríen las sensaciones y los recuerdos, aquí os dejo la crónica de mi segundo maratón.
Brevemente los prolegómenos de la prueba: llegada a Madrid a mediodía del Sábado. Dejamos los bártulos en casa de nuestros anfitriones y enseguida nos dirigimos a la feria del corredor a por el dorsal. Con un poco de picaresca logramos agilizar los trámites (si no es por mi amigo Nino, todavía estoy haciendo la kilométrica cola para acceder al recinto) y en a penas media hora ya tenía en mi poder el dorsal y la bolsa. Comida distendida a base de pasta en mi honor y tarde muy entretenida haciendo lo que todos los expertos desaconsejan el día antes de un maratón: TURISMO, con visita al museo de ciencias incluida (se lo había prometido a la peque). Para continuar desoyendo a los expertos, un largo paseo por la Castellana, y unas cervezitas viendo el fútbol con sus correspondientes tapas. Para rematar la faena, cenamos en una hamburguesería, muy fina, pero hamburguesería al fin y al cabo, sustituyendo mi dieta rica en hidratos por otra muy rica en grasas. Después de cenar, ducha rápida y a la cama sin sueño.
No me hizo falta el despertador para levantarme a la hora prevista, las 6 a.m. (prácticamente no pegué ojo en toda la noche) Desayuno a base de fruta, nueces, miel y un café. Un rápido vistazo al facebook y la previsión del tiempo (nada halagüeña, como de costumbre) y comienzo con el ritual de los preparativos: imperdibles, dorsal, tiritas, reloj y un largo etcétera que tenía apuntado para no olvidar nada, es increíble la que se arma para algo tan simple como correr.
A las 7:45 mi "primo" y compañero de fatigas, Romo y yo salimos por la puerta. En cinco minutos estábamos montados en el metro camino de la plaza de Colón, donde estaba situada la salida. Esta vez sí, llegamos con suficiente tiempo para reconocer el terreno, buscar mi cajón y calentar correctamente. El ambiente era increíble, jamás he disfrutado tanto de los momentos previos a una carrera.
A las 8:50 me dirijo a mi cajón con una curiosa mezcla de nervios e ilusión, es una sensación que me encanta, cada vez estoy más enganchado a esto.
Justo antes del pistoletazo de salida se guardó un respetuoso minuto de silencio en recuerdo de las víctimas de Boston, absolutamente estremecedor. Del silencio se pasó a una sonora pitada a la alcaldesa de Madrid, que aguantó estoicamente el alubión de improperios que solo cesaron en el momento que se oyó el disparo que daba comienzo a la prueba. Empezamos a movernos lentamente, andando, entre empujones y tropiezos, la aglomeración es terrible. Poco a poco la cosa se va normalizando y empiezo a correr. Los nervios han desaparecido, pero las sensaciones no son nada buenas, noto las piernas pesadas y creo que me he atado la zapatilla derecha demasiado fuerte. Todos estos fantasmas desaparecen en el kilómetro cinco cuando veo a Silvia y a Alba animándome en Plaza Castilla, que subidón. Esto unido a que el terreno se vuelve más favorable, hace que mis tiempos empiecen a mejorar exponencialmente; voy incluso por debajo de mi ritmo objetivo. En el kilómetro 10 alcanzo y rebaso con cierta facilidad el globo de las tres horas quince, otra pequeña dosis de adrenalina recorre mi cuerpo. Me empiezo a mover sin demasiado esfuerzo en un ritmo constante de 4:15, por lo que me dan tentaciones de intentar acercarme al globo de las tres horas, hecho que descarto al acordarme de los consejos de mis maestros Nel, Sevi y Niño que ya me advirtieron que tendría estas sensaciones y que regulara porque el final era durísimo. Empiezo a tener dudas sobre si habré acertado con la elección de la ropa, porque me empieza a sobrar todo, en el quince tiro la braga y los guantes no los tiro porque son muy caros. En el diecinueve mis chicas otra vez, esto no tiene precio (ahora sí las tiro los guantes, jeje). Es la zona más bonita de la carrera, Gran Vía, calle Preciados, Sol, calle Mayor, la Almudena, palacio real... y todo abarrotado de público, aún ahora recordándolo, se me ponen los pelos como escarpias, QUE BONITO.
Paso la media maratón en 1:32:03, tres minutos por debajo de mi ritmo objetivo, la cosa va bien, no tengo molestias aunque soy consciente que en breve aparecerán. Llega el momento de tener la cabeza fría, comienza la travesía por la Casa de Campo, diez kilómetros por un desierto desangelado y sin público, en este momento sólo pensaba en salir vivo de la parte más dura, psicológicamente hablando, del maratón. En el veinticinco conozco a Rubén García, un chico de Plasencia, con el que haré el resto de la carrera, nos apoyamos el uno en el otro como si nos conociéramos de toda la vida, dándonos ánimos en los momentos de flaqueza, incluso me hizo reir de vez en cuando con su arte estremeño, un crack. El infierno de la Casa de Campo acaba en el treinta y dos, pero comienza el purgatorio... Los ritmos van subiendo y se estabilizan en 4:30, que no está nada mal para la paliza que llevo encima. Empiezan a aparecer las molestias a la vez que las cuestas, no me queda otra que poner la mente en blanco y tratar de que pasen los kilómetros penalizando el crono lo menos posible. En el treinta y siete otro balón de oxígeno inesperado: Romo, Nino, Consuelo y mis chicas animándome como locos (gracias, gracias y mil veces gracias), ya no les esperaba hasta la meta. En el treinta y nueve, para mí, lo más duro de la carrera: llegas a Atocha y comienzas a subir hacia el Retiro, subes y subes y no dejas de subir, bordeando todo el parque. Soy una agujeta humana, los dolores son terribles y la cuesta parece no tener fin, pero al fondo ya atisbo la Puerta de Alcalá, giramos a la derecha y los cuareinta y dos kilómetros de sufrimiento dejan paso a los 195 metros de gloria, ya no hay dolor, sonrío, me arremango el antebrazo izquierdo, me beso el tatuaje de Alba, y levanto los brazos al cielo mientras cruzo la meta. Es una sensación
indescriptible, mágica, que todo el mundo debería experimentar en algún momento de su vida. 3:07:43.
Espero no haberos aburrido mucho con mis batallitas y que estas palabras sirvan para que a alguno de vosotros le pique el gusanillo de intentar emular a Filípides en esta maravillosa experiencia que es el MARATÓN.
Un saludo a todos los viciosos del running.
 
"Maratón de San Sebastián 2012"

Nuevo look y viejas crónicas
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Buenas noches gente. Voy a contaros "brevemente", jejeje, mi debut en la maratón, ya que alguno me habéis pedido la crónica: Para no variar, al asomarme a la ventana la mañana en cuestión, estaba lloviendo, aunque las previsiones lo anunciaban, siempre te queda la esperanza de que el meteorólogo de turno se equivoque. Como ya estoy más que acostumbrado, no desperdicié ni un segundo en lamentarme y me puse al lío de los preparativos; que si tiritas por aquí, vaselina por allá, dónde está el dorsal, y el chip? Una vez acabado el ritual nos pusimos en marcha, yo creía que con tiempo... Estaba seguro que la salida estaba prevista para las 9:30 horas, no sé porqué me hice esa idea, cuando en realidad era a las 9:00. Estaba calentando tranquilamente, cuando empiezo a ver a todo el mundo dirigirse hacia la salida (mosqueo), y ya cuando oigo al "spiker" que en cuatro minutos comenzaba la prueba, casi me da algo, ¡Ni siquiera había estirado! Apresurado me dirigí hacia el pelotón e intenté colocarme lo más adelante que pude (misión imposible). Enseguida sonó el disparo y 3000 locos comenzamos a correr al ritmo de "Highway to hell" de los AC/DC, lo que me dio un chute de adrenalina considerable. En los primeros compases tuve una sorpresa de lo más agradable: me encontré con Igor, el primo de Domingo Mazariegos, que casualmente quería completar la prueba en 3h:20, como yo, así que pactamos ir juntos hasta donde nos dieran las fuerzas. Los primeros kilómetros, como esperaba, los pasamos esquivando gente y buscando un ritmo cómodo; Logramos pasar el globo de 3h:30 no sin cierta dificultad (ya me lo había avisado Juanma, gracias por todos los consejos) en el km 2. Enseguida llegamos a la cola del grupo de 3h:15, donde fuimos bastante cómodos hasta el km 15, donde la liebre apretó, ya que iba algo por encima del objetivo. Igor y yo decidimos seguir nuestro ritmo que oscilaba entre 4m:30 y 4m:40. Yo iba bastante cómodo, incluso a ratos me permitía el lujo de disfrutar de las vistas (duró poco). Al paso de la media maratón íbamos 3 minutos por debajo del objetivo, que junto con las buenas sensaciones me dio renovadas energías. Igor empezó a dar muestras de cansancio y me dijo que tirara; comenzaba la segunda vuelta en Anoeta (km24). Definitivamente estaba sólo y a punto de entrar en terreno desconocido, aquí es donde empieza mi pequeña travesía por el desierto. En el 25, nueva inyección de moral, ahí estaban animándome mis fieles amigos, Alberto (Ridi) y Juan (Romo), esto es impagable. Desde aquí y hasta el final, sólo recuerdo dolor... Comencé a sentir molestias en los abductores y en la espalda baja. En el km30 las molestias se convirtieron en dolor y aún con eso conseguía mantener un ritmo estable de 4m:40. A medida que pasaban los kilómetros el dolor se iba agudizando y el ritmo ralentizando....35, 36,37, creo que esto es lo que llaman el "MURO", la cabeza te va a mil por hora y te asaltan mogollón de pensamientos negativos que intentas contrarrestar acordándote de la familia, de los entrenamientos, de los madrugones, de los amigos... de la ducha y de la media docena de cervezas que te aguardan al finalizar la prueba. Ya estamos en el 40, mis pulmones dicen "VAMOS" pero mis piernas son un amasijo de carne que a duras penas consiguen levantar los pies del suelo. Los ritmos se disparan a 5m:15, pero no me preocupa, sólo pienso en acabar...41,42. Cuando entras en el estadio ves cumplido tu objetivo, e intentas disfrutar de cada zancada que te lleva hasta el km 42.195. Cruzo la meta y la emoción se desborda, no puedo evitar derramar alguna lágrima, han sido meses muy duros y toda la tensión acumulada se desvanece en ese mágico momento. Estoy seguro de que no será mi última maratón. Espero no haberos aburrido y desde aquí os animo a participar en ésta mítica distancia; es todo una experiencia. Un saludo a todos los viciosos del running.  "Behobia-San Sebastián 2012"
Nuevo look y viejas crónicas

Buenas noches a todos, la verdad es que no sé por dónde empezar a narrar todo lo sucedido en este fin de semana, han sido tantos y tan buenos momentos que es imposible plasmarlo todo en éstas pocas líneas. (...pero lo intentaré)
VIERNES: Llegada a la casa, toma de contacto con la misma y con los miembros de la expedición: Niño, Ramón, Toñín, Goyo, Mikel, Helena, Sigu, Monge, Fer, Romo, Piku, Charo, Silvia y yo; Grupo bastante heterogéneo, que empastó de maravilla desde el primer instante. Cena distendida y pronto a la cama pensando en la apretada agenda del día siguiente.
SÁBADO: Ducha, desayuno rápido y a los coches. Recogida de dorsales en Anoeta, una vez acabado el trámite, nos dirigimos a Irún donde habíamos quedado con Alberto y Mónica (grandes anfitriones y guías, muchas gracias de corazón). Nos llevaron de pintxos, a comer una "alubiada" a un caserío, a visitar San Sebastián, y por último a cenar a una típica sidrería vasca. Nos lo pasamos en grande, por lo que nos retiramos más tarde de lo previsto, y aún así, alguno se quedó con ganas de más.
DOMINGO: El gran día había llegado. A las siete arriba, desayuno y de nuevo a los coches. La lluvia que nos había acompañado durante casi todo el fin de semana persistía, lo que hacía presagiar una carrera épica. Llegamos a Sanse con el tiempo justo y cogimos el metro por los pelos. Durante el trayecto empiezas a ser consciente de la magnitud del evento; el tren ya estaba lleno de corredores en la primera parada y aún restaban siete. Por fin llegamos al destino y comenzó la odisea: Carreras bajo un intenso aguacero para subir a los autobuses, que nos llevarían hasta la salida, una vez en la salida, todo el mundo a buscar refugio (aún quedaban dos horas para el comienzo). Nos cambiamos como pudimos y nos parapetamos debajo de una pequeña pérgola, junto a otros participantes, a la espera del ansiado pistoletazo de salida. Ligero calentamiento bajo el diluvio y a disfrutar del espectáculo: dj's y speakers en directo, animando sin parar en los momentos previos al comienzo de la prueba; bailamos como locos, lo que ayudó a olvidarnos del frío. Chubasqueros fuera... y comienza la carrera. Hoy no hablaré de cronos, ni de posiciones, porque todos y cada uno de los 27.000 participantes, para mí, son unos auténticos héroes: El recorrido da muestras de su dureza desde el principio, con un sin fin de toboganes y repechos. En el km 7 nos esperaba el alto de Gantxurizqueta, de un km y medio aproximadamente, que parecía no tener fin. Descenso vertiginoso hacia San Sebastián y por el camino, alguna que otra tachuela más. Cruzando el puerto de Pasajes, la lluvia arrecia de nuevo y te hace pensar en la reconfortante ducha que nos espera en la llegada. En el km 17 está situado el puerto de Miracruz, más corto que el anterior, pero que se nos hizo eterno, por todo el esfuerzo y el frío acumulado en nuestras piernas. Una vez coronado, enfilamos como flechas el Bulevar, terreno muy favorable que va a dar a la playa de la Concha, donde se encuentra situada la meta. Estos últimos metros son apoteósicos, disfrutas de cada zancada y paladeas el dulce sabor de la victoria sobre una carrera con mayúsculas.
Mención aparte merece el público de ésta prueba, que no deja de jalearte ni un solo centímetro, de los 20 km de los que consta la misma. La lluvia no les amedrenta y es algo que te hace tener la piel de gallina de inicio a fin.
Espero no haberos aburrido y que estas palabras os alenten a participar el próximo año en la mítica BEHOBIA-SAN SEBASTIÁN.
Un saludo a todos los viciosos del running.

P.D:  no me he olvidado de la entrada de fiestas, lo que no tengo es tiempo, en breve me pondré con ella.

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