Revista Política
El debate del pasado jueves en Manchester fue el primer debate electoral de la larga historia de la democracia británica. Los viejos usos de la política británica hace que los debates televisados entre los contrincantes de los diversos partidos no se hayan producido. Muchas veces porque la distancia entre los contendientes era tan clara que uno de ellos se negaba a debatir para no perderla; bien porque no se ponían de acuerdo con el formato, bien porque, si iban muy igualados, no pensaban jugársela a una sola carta. Pero esta vez el planteamiento fue totalmente distinto, los contrincantes de ambos partidos están tan igualados que optaron por los debates como un mal menor, no tanto para auparse a sí mismos en las encuestas, como para sembrar el desconcierto en las filas electorales de los contrarios.Gordon Brown tenía las de perder debido a su mal carácter y a la poca habilidad que tiene en los debates públicos, en los que suele perder los papeles y parecer autoritario. Pero los laboristas jugaron al viejo juego de las expectativas. Rebajaron tanto las expectativas de su candidato que con que no golpease al contrario lo considerarían una victoria y era el escenario más propicio para azuzar la campaña del miedo que tienen en marcha ante los peligros de un gobierno torie.Los Tories aceptaron el debate porque confiaban en el éxito que el perfil telegénico y jovial podía darle. Además el formato del debate les beneficiaba mucho ya que era semejante a los debates parlamentarios de los Comunes que tan bien se le da a Cameron. Pensaban que era el escenario perfecto para noquear un Brown marrullero y poco hábil debatiendo y asentar la idea de que UK necesita un cambio real.Ninguno de los esperaba sorpresas. La sorpresa la dio, y mucho, Nick Clegg, el candidato del partido Liberal-demócrata. Clegg ganó el debate y por goleada, no solo porque su mensaje fuera el más cabal. No solo porque su mensaje fuese más directo. No solo porque su mensaje no atacase a los demás partidos. Sino porque los contendientes Torie y Laborista se pasaron todo el debate echándose los trastos el uno al otro mientras que daban la razón en muchas ocasiones a Clegg.Y sucedió que quien iba de comparsa convirtió en teloneros a los grandes candidatos. Todas las encuestas -punto arriba, punto abajo- dieron ganador del debate con números superores al 50% a Clegg. Ya fuese el pro Torie Telegraph, ya fuese el pro laborista Guardian. Pero los dos grandes partidos tardaron en reaccionar. No pensaron que la victoria en un debate fuese a cambiar mucho en el panorama electoral y menos cuando el ganador no era de ninguno de los grandes partidos, así que tardaron en contestar a Clegg. Una tardanza también achacable a que una ausencia de respuesta a Clegg minimizaría los efectos de su victoria en el debate. Supongo que la ausencia de experiencia de los equipos de campaña en debates electoral alentó estas decisiones. Pero lo que si es cierto es que el primer debate electoral televisado ha cambiado el mapa electoral británico para estas elecciones. Muchos de los sondeos y encuestas realizados dan un empate técnico entre los laboristas y los liberal-demócratas debido al impacto del debate, por lo que los analistas han concluido que ha habido una fuga de electores de los laboristas (los que votaron al nuevo laborismo en 1997) a los lib-dem. Sea como fuere, la opción de un gobierno en coalición se afianza en la mente de ambos partidos, mientras que los Tories, una semana después, comienzan a atacar a Clegg como la auténtica amenaza que podría alejar a Cameron de Downing Street. He tardado en escribir este artículo porque quería ver como iban evolucionando las encuestas. Muchos analistas esperaban ver a los lib-dem como una especie de UPyD, es decir, un partido que simpatiza mucho en la población, pero que no logra cambiar el voto del electorado. Las encuestas a lo largo de esta semana están demostrando lo contrario. Por otra parte, aun queda mucho para las elecciones y hay varios factores que hay que tener en cuenta. A saber, los otros dos debates y la "sorpresa de octubre", en este caso la sorpresa de abril. Faltan dos debates más. El siguiente sobre política internacional y el último sobre economía y los jefes de campaña laborista y torie esperan anular el efecto del primer debate ya que son temas de partido de gobierno, donde las aportaciones de los lib-dem se hacen desde la perspectiva de quien ve los toros desde la barrera. De quien por ser un partido pequeño se puede permitir ciertas tendencias que en el gobierno se considerarían más irresponsables. En el debate sobre política internacional primará la guerra de Afganistán, la especial relación con Washington, la renovación del arsenal nuclear -el programa trident- y las relaciones con la UE. Hay muy pocas divergencias entre los líderes laborista y torie en estas cuestiones. Ambos están de acuerdo en renovar el programa trident, en mantener una relación especial con Washington y en seguir en Afganistán, aunque con ciertas divergencias sobre una posible retirada futura. Nick Clegg plantea una mayor divergencia, sin que su programa sea revolucionario. Es partidario de posponer la modernización del trident por motivos presupuestarios y es partidario de ir planteando una reducción paulatina en el número de efectivos británico en Afganistán hasta llegar a una total retirada. No obstante, está marcando distancia con Washington insistiendo en que esa relación es un corsé para que UK construya su propia política exterior. Aduce que la relación trasatlántica respondía a parámetros de necesidad marcados por la guerra fría. Parámetros que al haber terminado plantean al Forign Office una nueva política exterior. Pero la losa que tiene Clegg ante el electorado británico en Asuntos Exteriores es su supuesto europeísmo. De hecho, en las últimas horas Clegg ha tenido que declarar que no creía que fuera bueno que la libra se integrase en el Euro para calmar la llamada del terror eurocéntrico que el partido torie está desatando contra los lib-dem. Y es que es Europa el tema que más preocupa en el debate, ya que Cameron lleva meses (desde las elecciones europeas) pescando en el abundante banco de los euroescépticos que existe en la isla, por lo que el debate del jueves 22 va a ser muy interesante. Interesante será ver como intentan insultarse llamándose europeos unos a otros. En este sentido Brown puede sacar tajada, ya que no puede decirse que el gobierno laborista fuera muy europeista, puede mantener una postura más moderada frente al supuesto europeísmo de Clegg y el intransigente euroescepticismo de Cameron. Se verá.Tampoco estamos exentos de lo que se denomina en política americana la "sorpresa de octubre", es decir, acontecimiento muy próximo a las elecciones que según sea abordado inclina la balanza hacia uno de los lados. Hay quien está viendo en la nube de humo islandesa y el aislamiento de muchos británicos esa "sorpresa de abril" ya que el Primer Ministro no ha dudado en salir raudo y veloz al rescate de los súbditos de SM por todo el mundo llegando a fletar buques de la Royal Navy para ir a buscarlos. Habrá que ver cómo repercute la resolución de la crisis aérea y los futuros debates en los sondeos para analizar con perspectiva si realmente Nick Clegg ha revolucionado el mapa electoral británico.