Los dispositivos implantados permiten una interfaz cerebro-computadora para manejar cualquier tipo de prótesis. Un hombre de 26 años ha roto un nuevo récord tras haber vivido siete años y tres meses con un implante, al mejor estilo cyborg. Todavía no hay una certeza del tiempo que estarán funcionando ni cada cuánto será necesaria una actualización.
El pasado 17 de agosto, Nathan Copeland se convirtió en el hombre récord en el tiempo de empleo de una interfaz entre un cuerpo y una computadora. Tras un accidente automovilístico en 2004, Copeland quedó paralizado del pecho para abajo, con una incapacidad de mover sus extremidades. Los electrodos son del tamaño de un borrador de lápiz. Los mismos se encuentran instalados quirúrgicamente en su corteza motora. Desde allí se traducen sus impulsos neuronales en comandos que posibilitan el control de dispositivos externos. Los mismos son una computadora, videojuegos y un brazo robótico que consigue moverlo con sus pensamientos.
Una interfaz para vivir mejor
A 10 años de su accidente, Copeland se unió a un estudio de la Universidad de Pittsburgh. El mismo estaba orientado para personas con lesiones graves en la médula espinal. El objetivo es contar con interfaces, entre el cerebro y una computadora, para restaurar aquellas funcionalidades que se pueden haber perdido. El joven nunca dudó en ponerse a disposición del trabajo universitario. En un principio le dijeron que duraría 5 años, dado que los únicos datos que tenían eran con base en estudios sobre monos.
El implante pasó los 7 años de uso y sigue funcionando sin efectos secundarios ni complicaciones importantes. Esto es un gran avance, y muy prometedor, en este campo que viene desarrollándose desde la década de 1960. Sin embargo, aún continúan algunas dudas sobre la durabilidad en el largo plazo de las matrices implantadas.
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