No existe nada tan divertido como asustarse. Esa sensación ambivalente en la que se confunden el miedo y el anhelo. Ese temor que se mezcla con la necesidad de que finalmente peguen el golpe o la cuchillada, que haga su aparición el demonio...Todo desde la seguridad de la butaca del cine, claro. ¿Quién en su sano juicio podría disfrutar que lo asusten en la vida real?
Las sensaciones que el cine de terror provoca en sus espectadores son únicas. Debe ser el único género en el que te dan ganas de apartar la mirada de la pantalla y al mismo tiempo querer saber qué va a pasar.
La historia del cine nos ha dejado grandes clásicos de terror. Seguramente se les crucen por la cabeza Freddy Krueger, El Exorcista, Poltergeist...todos imposibles de superar. Pero, ¿Qué pasa con aquellas películas de terror que hoy nos hacen saltar de nuestras butacas? ¿Acaso es cierto que, en materia de terror, ya todo está contado y que las nuevas películas carecen de la calidad que supieron tener las obras de arte de Wes Craven, John Carpenter, Alfred Hitchcock o Stanley Kubrick? Quizás sí, pero hay algunas que, aunque sean más nuevas y menos originales, también quedarán en la memoria de todos aquellos que disfrutamos de este género.
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