Debajo de los adoquines tal vez estuviera la playa. Pero bajo las ruinas de Troya, hay siempre otra Troya. Y ya van diez. Ahora se ha desvelado que la mítica ciudad de la Ilíada podría ser seis siglos más antigua de lo que se suponía. Así lo ha afirmado esta semana Rüstem Aslan, director de excavaciones del yacimiento y profesor de la vecina Universidad de Çanakkale, en Turquía.
Según sus declaraciones a la agencia Demirören, recogidas por la prensa turca, el análisis de los últimos hallazgos concluye la existencia de un asentamiento anterior claramente diferenciado. "Hemos encontrado restos de cerámica y de vigas o trazas de incendios datables hace cinco mil quinientos años. Es decir, seiscientos años antes que Troya I. Y hemos decidido llamar a este estrato Troya 0".
Hasta ahora, la mayoría de arqueólogos concordaba en la existencia de diez Troyas sucesivas, desde su fundación, hacia el 2.900 a.C., hasta el abandono definitivo de la ciudad bizantina, hacia el 1300 d.C. Dicho de otro modo, Troya fue reconstruida nueve veces sobre el mismo emplazamiento -y sus alrededores- después de ser asolada por un terremoto, un incendio, una guerra u otra catástrofe.
Troya VIII, por ejemplo, desapareció en el siglo I a.C. Su sucesora, la romana Troya IX, pasó a llamarse Ilium. Mientras que la celebérrima recreada por Homero, la de la guerra y el famoso caballo, sería Troya VII y sería mil años más antigua.
Troya I estaba considerada hasta ahora como la fundación de la urbe. Sin embargo, según Aslan, la primera piedra de Troya fue colocada en realidad hacia el 3.500 a.C.. "Aunque mi maestro y predecesor, M.O. Korfmann, ya había localizado algunos de estos restos, el conjunto no había sido analizado de forma apropiada", explica Aslan, que lleva treinta años trabajando a la sombra de Aquiles. "Y lo que me queda. En la etapa bizantina está todo por hacer", asegura a La Vanguardia.
La noticia salta tras el año de Troya, celebrado en el 2018 para conmemorar los veinte años de su catalogación como patrimonio de la humanidad por la Unesco. Pero lo más memorable fue la apertura del Museo de Troya, a apenas un kilómetro de las ruinas. Un bellísimo edificio contemporáneo que aspira a reunir in situ todos. Inaugurado oficialmente en marzo, el museo abrió sus puertas en octubre. Además de la colección del Museo de Çanakkale, ahora clausurado, cuenta con donaciones del Museo de Arquelogía de Estambul, del de las Civilizaciones de Ankara y de una colección estadounidense. Pero su ideal sería recuperar el llamado Tesoro de Príamo -desenterrado por el alemán Heinrich Schliemann hace un siglo y medio- que los soviéticos se llevaron a Moscú tras ocupar Berlín. Schliemann fotografió a su esposa griega con dichas joyas, como si de la Helena de la Ilíada se tratara. No obstante, estas serían datadas mil años antes de aquella guerra de Troya, supuestamente desatada por la bella Helena.