Las últimas encuestas afirman que el PP pierde apoyos para unas futuras elecciones, pero que también cae el PSOE porque casi nadie confía en Rubalcaba.
Por eso salen desbocados los potros que quieren expulsar a ese y otros viejos caballos que trotaron con cierta regularidad los catorce años de Felipe González, y que en los ocho del mesiánico e indocumentado Zapatero sólo pudieron atenuar algo los daños que provocaban sus ocurrencias.
Aparece ahora Eduardo Madina, 37 años, diputado vasco al que ETA lo dejó sin una pierna en febrero de 2002, pero que, quizás con síndrome de Estocolmo, dijo tres meses después que ilegalizar Batasuna, la ETA política que aprobó su atentado, "es parte de una estrategia que gestiona el odio".
Desde entonces le transfirió ese odio que merecían ETA y Batasuna al PP, hacia el que mantiene un rechazo permanente a pesar de haber sostenido el mandato socialista en el País Vasco.
Otro potro, ya caballo, es Patxi Vázquez, que fue el lehendakari gracias a ese PP que despreciaba, y que perdió humillantemente la reelección.
Un Fraga Iribarne al revés: cuando Fraga vio que no podía gobernar España se fue a Galicia, terreno propicio.
Vázquez, que fue incapaz de terminar una carrera y de ser reelegido en Euskadi, quiere gobernar España: el complejo de superioridad de algunos “de Bilbao”.
En esta algarabía aparece también Beatriz Talegón, 29 años, “licenciada en derecho, disk-jockey, fotógrafa”, dice, sirvió hamburguesas y maneja con desparpajo poligonero a los jóvenes socialistas “republicanos y anticapitalistas”.
Para eso son mejores Fidel Castro y Cayo Lara. Quien debería empezar como vocal de comunidad de vecinos, como mucho, quiere gobernar a 47 millones de ciudadanos.
Estos nuevos Zapatero creen que los españoles son estúpidos por tomarlos en serio. Y quizás tengan razón, visto el antecedente.
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SALAS