Revista Cultura y Ocio
"Esta mañana no salía agua del grifo.
Glu, glu, dos eructillos de recién nacido, y nada más.
He llamado a la puerta de la vecina: en su casa todo bien. Habrá cerrado usted la llave de paso, me ha dicho. ¿?Yo? ¨Ni siquiera sé dónde está, hace poco que vivo aquí, ya sabe usted, y vuelvo a casa que ya es de noche. Dios mío, ¿y cuándo se va una semana fuera no cierra ni el agua ni el gas? Yo no. Menuda imprudencia, déjeme entrar, que ya le enseño yo."
Umberto Eco tiene toda mi admiración desde su magnífico El nombre de la rosa. Puede que ningún otro título suyo me haya gustado tanto, pero muchas veces sucede que las comparaciones son las encargadas de recordarnos que empezamos por lo mejor. En cualquier caso sigo disfrutando de sus títulos, y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Número Cero.
El protagonista de Número Cero cree que alguien ha entrado en su casa, que alguien puede estar siguiendo su pista y buscando las notas que ha ido tomando. Pero no es un espía, no. Es un hombre sin demasiada fortuna en la vida que ya se ha aposentado en la cincuentena sin haber tenido ninguna posibilidad real de demostrar su valía como escritor. Echa la vista atrás a las últimas semanas, a los motivos que pudiera tener alguien para entrar en su casa, y ahí arranca realmente la trama del libro. Un periódico ficticio con una redacción real y un puñado de periodistas sin demasiada fortuna que serán dirigidos y entrenados sobre la forma adecuada de enfocar una noticia para que funcione.
Número Cero tiene una trama propia en la que hay un misterio, hay amor,e incluso un muerto. De hecho arranca directamente con un misterio como si se tratara de una novela negra. Umberto Eco nos regala esa trama para lanzarnos un anzuelo en el que es fácil picar: el del juego de la información. Hay un escritor, un libro y varios periodistas que se dedicarán a perfilar las noticias que aparecerían, de existir, en un diario fantasma. Y qué utilidad puede tener un diario fantasma, os estaréis preguntando: bien, alguien dijo hace ya tiempo que la información es poder, y el poder de la información es justo lo que se maneja en una redacción sin necesidad incluso de que esa información aparezca. Así se nos descubre la existencia de este diario con el que luego poder demostrar lo que se haría en caso de permitirse su salida a la venta, o se nos habla también de esos famosos dossiers usados para conseguir tal o cual información a cambio de no desvelar esa otra que no le interesa al protagonista de la noticia. Todo muy turbio, todo muy real. Con una ironía directa, el autor nos enfrenta a frases en las que se explica que el público no tiene una tendencia, o no sabe que la tiene hasta que no la lee en las páginas de un diario. Y tal vez nos ofendamos, porque ya formamos parte de este juego magistral en el que el lector entra y sopesa cada línea leída durante años en las páginas de prensa pensando en la intención con la que fue escrita. Las noticias se vetan si no interesan a quien paga, si hablan de la mafia o enfrentan al propietario con un sector con el que no debería hacerlo. Y se vetan incluso aunque ya hayan sucedido y se trate de un simple recordatorio. Y las que se aceptan sufren un proceso de deconstrucción en el que cada una de sus partes son marcadas para dirigir al público justo al sector que más les interesa; sí, acariciamos con la lengua la palabra manipular...
Pero el libro es de Umberto Eco, no se trata simplemente de las discusiones en una redacción de un periódico extinto antes de ser publicado. Eco utiliza a uno de los periodistas, Braggadocio, para adentrarse en la historia de Italia. Aparece una de esas conspiraciones que han marcado muchos de los libros del autor y que gira en torno a Mussolini, metiendo a jueces y políticos para mantener al lector entretenido en una historia en la que nadie parece salir limpio de esta novela. Es imposible levantar la vista de esta conspiración cuyos tentáculos parecen extenderse de forma infinita en la boca de un periodista que, como bien dice el protagonista y narrador del libro, parece saber el momento justo en el que parar a tomar aire y dejarnos con la intriga.
Número Cero es una crítica feroz al mundo en el que nos movemos a diario, el que nos informa, el que nos dice lo que sucede y también a todas las personas que están detrás moviendo los hilos. Un título francamente bueno. Para leer y pensar,
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias