Numismática japonesa y el señor de las monedas

Cada domingo por la mañana hay un mercadillo en el templo Yasukuni. Me gusta ir una o dos veces al mes a ver "el ambiente".

Hay gente que se dedica a las antiguedades, llega con su camioneta, quita todo el material, monta las mesas y coloca sus productos encima de ellas. Se sientan en sus sillas, y a pasar la mañana.

Entre el templo y el mercadillo, hay un edificio donde venden comida y bebidas, y en su patio hay butacas en las que la gente come.

A un lado, un abuelete con una bandera japonesa imperial, sentado como recordando viejos tiempos. A otro lado, una chica tiene montado un teclado musical, un par de altavoces y un micrófono con el cual nos deleita de vez en cuando con canciones de tiempos pasados.

Y entre tanto amante de tiempos pasados siempre fueron mejores, hay un señor... el vendedor de numismática. Un señor cuya edad no sabría decir, pero que deduzco entre los treinta y muchos, y cuarenta y pocos.

Cada vez que nos encontramos, alternamos conversaciones interesantes. Junto a las mismas preguntas, hábilmente él va colando preguntas nuevas para, como el que no quiere la cosa (y para hacerlo de una manera "natural") poder conocerme mejor.

En el otro puesto de venda hay dos señoras (algo más mayores que él) que siempre escuchan lo que hablamos y comentan la jugada entre ellas.

Mes tras mes, ya he logrado que el señor de las monedas me haga descuento del 50%. No creo que mucha gente le compre cosas. Incluso diría que pocos extranjeros en Japón hablan de ello en sus blogs.

Ya hemos pasado la etapa de las presentaciones, de mi trabajo, de como es España y de mi vida en Japón. Me pregunto de que tipo de preguntas me hará la siguiente vez que vaya por ahí.