Nunca coger una cesta en un negocio de cosmética o ropa

Huyendo de los anuncios apresuradamente

He aprendido la lección, al menos de momento. Cometí un grave error un día ya que yo soy muy de cometer errores un día así como cualquier cosa pero voy a intentar recordarlo forever y vosotros deberíais hacer lo mismo para que no os pase como a mí.

Acababa yo de volver de Madrid donde me había dejado una buena cantidad monetaria, como ocurre siempre que vuelves a casa y tienes mil planes que hacer y aprovechas para hacer mil compras también. Con mi tarjeta de crédito diciéndome: “Basta corazón, que te estás pasando un poquito. ¿NO TE PARECE???”. Y a mí me lo pareció así, así que huía de las marcas, las tiendas y los anuncios. Hasta que llegó el siguiente domingo y yo había quedado con una amiga en el centro. Ahí parece ser que se me olvidó.

Había llegado antas de la hora al encuentro así que hice una de las dos cosas que podía hacer con ese tiempo libre: o ver las palomas asesinas o irme a darme una vuelta por las tiendas. Elegí la segunda opción ya que aquí os conté mi mala relación con las palomas de la Piazza di Duomo. Sólo iba a dar un vuelta sin más, para hacer tiempo, ya sabéis. Pero claramente vi la tienda de KIKO Milano y no pude resistirme.
Esa tienda me requete-encanta por sus precios pero es extremadamente peligrosa para mi no-shopping-terapia ya que KIKO tiene ofertas todas las semanas y comprar una oferta siempre duele menos.

Entré sin más… ahí estaba el hombre de seguridad gigante que ya conozco porque siempre está ahí y te deja pasar mientras tú pones cara de niña buena y te indignas diciéndole con la mirada: “oye, que yo todo lo pago chaval!”.

Tu nueva vida cuando coges una cesta

Estuve dándome una vuelta por los estantes y las promociones y mis ojos empezaron a hacer chiribitas de colores. Cogí un producto, lo llevaba en la mano porque siempre llevo todo en la mano, jamás cojo cesta como uno de los principios que intento seguir a rajatabla. Pero ese día estaba contenta, hacía sol, hacía calor, todo era de maravillosos… y bajé la guardia… Vino una simpatiquísima dependienta y me dijo con una gran sonrisa profident: “Tenga, una cesta”… y yo, que estaba débil por la felicidad de que hiciera sol es día, acerqué mi mano a la cesta mientras mi mente me decía “nooooo, no lo hagas… la cesta nooooo… la cesta noooo…..” pero alargué más mi mano, todo era de arocoíris, de los colores de las sombras de ojos y los pintauñas… yo era feliz… y agarré la cesta.

Adios dinerito

Desde ese momento todo se descontroló… ¿Por qué nunca coger la cesta en un negocio de cosmética o ropa? Porque de pronto te sientes otra persona, el ánimo consumista te invade todo el cuerpo y te sientes millonaria. Todo cabe en la cesta y todo lo que entra en la cesta te parece que va feeenomenal en tu casa. Es extremadamente peligroso coger esa maldita cesta. Mi mano empezó a recorrer los estantes de KIKO y los productos iban cayendo mágicamente en la maldita cesta, sin ningún esfuerzo. Encima, como son negras, no sabes cuánto llevas dentro. Yo ya no era consciente de cuántos productos había en la cesta pero en mi susbsconsciente yo era la mujer compradora más feliz del mundo!!!

Lesiones producidas por mi tarjeta de crédito

Eso claramente hasta que llegué a la caja y empecé a sacar los productos que iba a comprar de la cesta… y mis ojos me hablaron interiormente para decirme… “¿¿¿Pero qué has hecho???”. No sólo mis ojos me lo dijeron… también la tarjeta de crédito decidió darme un puñetazo en toda la cara para que no se me olvidara la lección.

Nunca nunca nunca coger la cesta, nunca nunca nunca.

;-)

Archivado en: Día a día en Milan, TODOS LOS POSTS Tagged: blog milán, cartas de una española, cestas en comercios, compras compulsivas, compras kiko, desde milan blog, española en italia, expatriados en milan, kiko milano