Revista Cultura y Ocio
Título: Nunca me abandones (Never let me go)Autor: Kazuo IshiguroEditorial: Anagrama (enero 2007)Año de publicación: 2005 Páginas: 351
Precio: 10,95 euros
Esta es la primera novela que leo de Kazuo Ishiguro y ya tenía ganas de conocerle. Que nadie se lleve a engaño, a pesar del nombre oriental y de sus rasgos, Ishiguro es un británico de pro. Nació en Nagasaki en 1954, pero se trasladó a Inglaterra en 1960, con apenas 6 años, donde ha vivido desde entonces. Su estilo es claramente británico, baste recordar su obra Lo que queda del día, novela que fue adaptada por James Ivory al cine. Además ha recibido algunos de los galardones británicos más importantes como el Premio Booker o el Premio Whitbread. Aclarado este importante punto, pasemos a la novela en sí. Nunca me abandones es un curioso relato con dos lecturas intensas y absorventes. De un lado, una novela de amor y aprendizaje, a través del triángulo que une amistad y amor entre Kathy, Ruth y Tommy, tres jóvenes que se han criado en el internado de Hailsham, y su evolución y crecimiento a lo largo de los años, desde que son niños hasta la treintena. Hailsham es un internado un tanto extraño, los niños que viven allí nunca reciben la visita de familiares, y aunque tienen la mejor educación posible, muy centrada en la cultura y las artes (teatro, poesía, pintura...), y en estimular su creatividad, no dejan de repetirles lo importante que es que cuiden mucho de su salud porque son muy especiales y les espera una misión futura, que depende de esa buena salud. Un ejemplo es que el tabaco está totalmente prohibido, tanto en la vida diaria como en ilustraciones o en el cine, tanto es así que las novelas de Sherlock Holmes están prohibidas por lo mucho que aparece el tabaco en ellas. Además, los jóvenes de Hailsham no pueden tener hijos, aunque no se les impide en ningún momento que formen parejas o tengan relaciones sexuales entre ellos, siempre y cuando, claro, cuiden su salud e higiene. Por otro lado nos encontramos con una de las distopías más tristes a la que me he enfrentado nunca. Ni 1984 de George Orwell, ni Un mundo feliz de Aldous Huxley, ni Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, por poner algunos ejemplos del género que he leído y que me han gustado muchísimo y recomiendo, llegan a producirnos una tristeza tan profunda como la novela de Ishiguro. El elemento futurista o científico brilla por su ausencia, de hecho, la novela se sitúa en Inglaterra a finales de la década de 1990. Lo realmente perturbador es cómo unos jóvenes increíblemente inteligentes, con muchísima sensibilidad y grandes capacidades artísticas, con ganas de vivir y amar, se resignan a un destino que les viene impuesto, y contra el que ni siquiera se les pasa por la imaginación luchar. Estoy siendo intencionadamente ambigua porque lo realmente maravilloso de la novela es ir descubriendo poco a poco ese misterio oculto detrás de esas vidas, acompañar a una Kathy de 31 años a través de sus recuerdos de infancia y juventud, junto a sus amigos Ruth y Tommy.
Estos días se encuentra en los cines la adaptación protagonizada por Carey Mulligan (An Education), Andrew Garfield (La red social) y Keira Knightley (Expiación), dirigida por Mark Romanek, por lo que gran parte del argumento se ha desvelado ya con los tráiler. Yo aún no he visto la película, y aunque estoy deseando verla me imagino que al haber leído ya el libro no me gustará tanto. Sin duda recomiendo que leáis la novela, una historia trágica pero que se sucede en medio de la normalidad y el sosiego, con un ritmo pausado pero que engancha desde la primera página. Una historia que combina amistad, crecimiento, romance, distopía y elementos futuristas, perfectamente tejida, y con un final con el que yo por lo menos no pude evitar llorar a mares, y aunque eso no es raro en mi, que soy bastante llorona, si una novela lo consigue es que me ha conmovido de verdad.