Una iglesa cristiana desocupada de Mosul, tiene una inscripción en la entrada en árabe que reza: Prohibido entrar por orden del estado islámico / EFE
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció este miércoles nuevas ayudas militares para Irak con la finalidad que combata el avance del Estado Islámico (EI). El día escogido no fue casual, el 9 de junio cayó en manos de los yihadistas Mosul, la segunda ciudad más importante del país.
El lunes Obama participó en la Cumbre del G-7 en Elmau, Alemania, y aprovechó para reunirse con el primer ministro de Irak, Haider al-Abadi, para abordar una estrategia para hacer frente a los yihadistas.
En agosto del 2011, tras ocho años de guerra, los últimos 500 soldados estadounidenses abandonaron suelo iraquí y cruzaron la frontera entre Irak y Kuwait. Así Obama cumplía su promesa electoral y reiterada cuando inició su mandato en 2010: retirar las tropas en este país asiático.
Tal vez por eso, el inquilino de la Casa Blanca ha sido tan reticente en enviar otra vez soldados a Irak. De hecho, tras la toma de Mosul, Estados Unidos ha apoyado a las fuerzas gubernamentales con bombardeos en las zonas controladas por los yihadistas. Ahora, por eso, ha dado un paso más y hay soldados estadounidenses en el país, pero no entran en combate, sino que entrenan a las fuerzas iraquíes. En este sentido, en las medidas que presentó esta semana ha anunciado que enviará 450 consejeros militares estadounidenses para ayudar a las fuerzas iraquíes en una base militar de la provincia de Anbar, que apoyaran y asesoraran a las fuerzas iraquíes en su combate contra los yihadistas. La capital de Anbar, Ramadi, cayó en manos de los yihadistas en mayo. Este destacamento se unirá a los 3.100 militares desplegados en Irak en este último año, pero Obama no deja que entren en combate. Además, enviará equipo y material para el Ejército de ese país.
Pero estas no son las únicas ayudas ofrecidas hasta ahora por Washington a la lucha contra los grupos armados yihadistas. El 9 de abril de este año, el coste militar de las operaciones de Estados Unidos para combatir las facciones del Estado Islámico en Irak y Siria ascendieron a los 2.100 millones de dólares, 1.856 millones de euros. Aún así no ha podido evitar el avance de los yihadistas que ahora mismo controla una tercera parte del territorio iraquí y la mitad de Siria, una zona en la que han creado su propio califato siguiendo una radical interpretación de la ley islámica conocida como la sharia.
Un año de Mosul
Después de un avance relámpago, los yihadistas se hicieron con Mosul, en lo que fue su primera gran victoria y les ha servido para obtener más recursos para seguir expandiéndose en Siria e Irak, pero también para implementar un régimen de terror en esta ciudad, como demuestran los testimonios de sus habitantes y las imágenes difundidas por los mismos miembros del EI.
Entre las atrocidades perpetradas destacan, por ejemplo, las ejecuciones masivas en la plaza Bab al Tub, antes un sitio donde iban a pasear los habitantes de la ciudad. En esta misma plaza, desde las azoteas de sus edificios han arrojado homosexuales. En un estadio de fútbol de Mosul también ejecutaron a trece jóvenes: su crimen ver un partido de Irak contra Jordania de la Copa Asia. Las mujeres vuelven a ir completamente tapadas y han visto reducidos sus derechos, mientras que a los ladrones se les imputan sus manos.
Otro de los atentados es el que han perpetrado contra el patrimonio cultural. Las bibliotecas han sido prohibidas, solo se pueden leer las escrituras sagradas y quemaron miles de libros de la Biblioteca Nacional de Mosul. Además, los yihadistas han destrozado el patrimonio arqueológico del Museo de la ciudad como las estatuas asirias, una cultura que habitó en esta región entre 1.1813 a.C. Al 609 a.C. Los emblemas chiíes también han sido el blanco de los yihadistas, pues han destruido numerosas mezquitas de la provincia de Nínive, cuya capital es Mosul. Además, han asaltado las catedrales caldea y ortodoxa Siria en esta ciudad, relata el periodista Francisco Carrión en el diario español El Mundo.
Cuando el enemigo se convierte en amigo
Los yihadistas del Estado Islámico son sunitas y en su avance han perseguido a las minorías étnicas y otras confesiones, como es el caso de los chiíes otra corriente del Islam, los asirios, o los cristianos y provocando que haya miles de refugiados y desplazados.
Esto ha llevado a reconfigurar el mapa de los aliados de Estados Unidos en la región y si bien antes Iran y Siria formaban parte del Eje del Mal determinado por el entonces presidente George W. Bush, ahora se estan transformando en aliados indiscutibles para combatir el EI.
El 85 % de los musulmanes en el mundo son sunitas e Irán es el único país chiíe, mientras que en Siria, pese que son minoría, gobiernan los alauitas, también chiíes y el primer ministro iraquí también es de esta confesión. Por eso, no es casual, que tanto al ejército iraquí como sirio les acompañan grupos armados chiíes que son los que están, realmente, combatiendo y liderando la guerra contra el Estado Islámico. Estos grupos, además, son apoyados por el mismo Irán, que ve con recelo la expansión del Estado Islámico en su vecino Irak o en su aliado en Siria.
Así es como los enemigos de Estados Unidos, Irán y Siria se han vuelto en una pieza clave para combatir a los yihadistas, ya que, pese sus diferencias políticas, Washington, Teherán y Damasco comparten un enemigo común muy poderoso: el Estado Islámico.