Mientras que el norte de África arde y los EE.UU. ya están buscando posiciones en las cercanías de Libia, esperando poder intervenir, en su patio doméstico los yanquis vuelven a demostrar lo que son: Increíbles hipócritas que desprecian los derechos humanos.
Seguramente esta noticia, en días convulsos, junto a otras que hablan de guerra, de corrupciones, de enfermedades de políticos, de 110 km, pasará un poco desapercibida. Sin embargo, no puedo dejar que desde esta bitácora se denuncie el hecho.
Allá por enero de 2009, el presidente Obama se daba un plazo de un año para cerrar la infame cárcel de Guántanamo. Una cárcel donde se había demostrado, por expreso deseo de las autoridades yanquis, que se habían conculcado derechos humanos y que se había despreciado los mínimos derechos carcelarios, privando a los presos de defensa y sometiéndoles a torturas y vejaciones, al ser acusados de terroristas, sin haber sido juzgados.
Cuando se fue acercando el año, el mismo Obama rectificó y dijo que el plazo para cerrar la prisión en tierra cubana sería más largo. Mientras, se le otorgaba el premio Nobel de la Paz por sus promesas, que no por sus hechos, puesto que todavía no había cumplido ninguna de sus promesas, siendo la de Guantánamo la más importante.
A todo esto, el Premio Nobel pidió ayuda a los “países aliados” –yo los califico de subalternos— para que acogieran presos de Guantánamo que pudieran facilitar el cierre de la prisión. España, como suele ocurrir, en un alarde de solidaridad –cosa que no reprocho— se apresuró a acoger a cinco presos, eso sí, sin exigir una fecha de cierre de Guantánamo a cambio --cosa que sí reprocho y censuro—, y por 85.000 dólares el preso, convirtiéndolo en una simple compra-venta humana.
Hoy, después de más de dos años, salta a la prensa una noticia que dice que Obama reabre los tribunales militares en Guantánamo, lo que quiere decir que renuncia al cierre –al menos en un plazo largo— de la prisión y que esta prisión seguirá actuando en régimen militar y no civil. Lo que vuelve a dejar por mentiroso a Obama, cuya promesa era que los presos de Guantánamo fueran juzgados por la Justicia ordinaria y no militar en USA, al cerrar esa prisión.
Pues nada, este presidente, que empezó con promesas está actuando con absolutos incumplimientos. Este hombre que parecía la esperanza del mundo, se ha convertido en un juguete de esos neoconservadores, que siguen imponiendo la política dura, del palo y tente tieso, sin que el innoble premio de la Paz haga nada por evitarlo.
Si tuviera dignidad, devolvería ese Premio de la Paz basado en promesas que han resultado ser claras falacias. Pero no, que no cunda el pánico, que este hombre, que hoy no cierra Guantánamo, que sigue en Afganistán sin que mejore nada, que tiene dos portaaviones esperando a las puertas de Libia en alerta, no renunciará a ese Premio, porque se ha hecho a ese mundo yanqui de hipocresías y de mentiras, y vive feliz en su burbuja, pensando sólo en mejorar su imagen para ganar las próximas elecciones.
Salud y República