Nunca, desde la revolución de 1979, Washington y Teherán habían estado tan cerca. Estados Unidos e Irán alcanzaron este jueves en Lausana (Suiza) un acuerdo provisional que permitirá negociar hasta el 30 de junio el texto definitivo sobre el programa nuclear iraní. El pacto, que prevé el levantamiento de sanciones internacionales a cambio de una reducción de las capacidades atómicas, sienta las bases para impedir que Irán obtenga la bomba y para que se reintegre en la comunidad internacional.
“Estoy convencido de que si este marco lleva a un amplio acuerdo final, hará que nuestro país, nuestros aliados y el mundo sean más seguros”, dijo el presidente de EE UU, Barack Obama, en la Casa Blanca. “Es un buen acuerdo”, añadió. Obama sostiene que el pacto cierra cualquier vía de Irán hacia el arma nuclear.
Si Teherán decide hacerse con el arma, necesitará un año como mínimo, añadió, lo que dará tiempo a EE UU y a sus aliados para reaccionar. Estas condiciones estarán vigentes durante diez años. “Irán estará sometido a más inspecciones que ningún país del mundo”, dijo Obama.
La negociación no concluye en Lausana, donde los representantes de Irán, las cinco potencias del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania han estado encerrados una semana. En los próximos tres meses, el texto tendrá que traducirse en un documento final. Los detalles pueden ser motivo de nuevas discusiones y nadie da por seguro que el día de la fecha límite las partes estén preparadas para firmar. Tanto los negociadores iraníes como estadounidenses deberán venderlos en sus respectivas capitales, donde el acercamiento entre dos enemigos de hace más de tres décadas topan con resistencia.
La campaña de persuasión ha comenzado. Obama ha invitado a la residencia presidencial de Camp David a los líderes de Arabia Saudí y otros cinco aliados del Golfo Pérsico. Tanto los países suníes como Israel temen el expansionismo del Irán chií en la región.
La declaración de Lausana es un texto de principios sin valor vinculante pero mucho más detallado de lo que hacían prever los últimos movimientos en una negociación agotadora que se prolongó dos días más allá de la fecha prevista, el 31 de marzo.
La jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Federica Mogherini, y el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Mohamad Javad Zarif, anunciaron el acuerdo en una comparecencia conjunta en Lausana. Las seis potencias e Irán han pactado que el Consejo de Seguridad de la ONU, la UE y EE UU aliviarán las sanciones que han ahogado la economía iraní una vez que se compruebe que este país cumple con las restricciones a su programa nuclear.
El objetivo es evitar que Irán se convierta en una potencia nuclear y provoque una carrera armamentística en Oriente Próximo, amenace a sus vecinos y desestabilice la región. Teherán siempre ha defendido que el programa nuclear sólo tiene fines civiles.
En los próximos tres meses, el texto tendrá que traducirse en un documento final. Los detalles pueden ser motivo de nuevas discusiones y nadie da por seguro que el día de la fecha límite las partes estén preparadas para firmar
Irán no dejará de enriquecer uranio, el combustible necesario para el arma nuclear, pero reducirá el número de centrifugadoras de unas 19.000 a 6.000, un 70% menos. Deberá deshacerse de la mayor parte de sus stocks de uranio, pero mantendrá el programa nuclear pacífico. Se someterá una vigilancia intensiva, pero se liberará de un régimen de sanciones severo.
“Hemos detenido un ciclo que no interesa a nadie”, dijo el ministro Zarif, que, como sus homólogos occidentales, no escondió la satisfacción. Zarif dijo que su país no tendrá que cerrar ninguna de sus centrales y apeló para ello al “orgullo” del pueblo iraní. El ministro y el presidente iraní, Hasan Rohaní, pueden afrontar los recelos del estamento religioso y de seguridad de su país.
“Esto va más allá de lo que muchos de nosotros creíamos posible hace 18 meses y es una buena base para lo que puede ser un buen acuerdo”, dijo en un comunicado otro negociador, el ministro británico de Exteriores, Philip Hammond. El secretario de Estado de EE UU, John Kerry, apuntó que quedan “muchos detalles técnicos” para perfilar.
Una de las primeras llamadas telefónicas de Obama fue al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. También habló con el rey Salman de Arabia Saudí, que, junto con Israel, encabezan la oposición al pacto. Alegan que el texto deja resquicios para que Irán se haga con la bomba.
El primer obstáculo es el Congreso de EE UU. Obama prometió informar de los detalles a los legisladores. Estos amenazan con adoptar dos leyes, una que autorizaría al Congreso a enmendar o vetar el acuerdo, y otra que reforzaría las sanciones contra Irán justo cuando el presidente se prepara para eliminarlas. Si contasen con una mayoría abultada de republicanos y demócratas, estas leyes podrían dificultar el acuerdo definitivo.
Obama se juega mucho. Desde que ambos países rompieron relaciones diplomáticas tras la revolución islamista, ningún presidente se había acercado tanto a Teherán. Tras más de una década de guerras sin victoria en Irak y Afganistán, las negociaciones con Irán sirven de ejemplo de la política exterior de Obama: diplomática, multilateral y abierta al diálogo con los enemigos.
El desenlace, en los próximos tres meses, medirá el éxito o fracaso de esta política exterior y quizá de la presidencia de Obama.
Los principales puntos del pacto
- Irán acepta reducir sus reservas de uranio enriquecido de 10.000 kilos a 300 kilos durante 15 años y las centrifugadoras de 19.000 a 6.000. También se compromete a no construir ninguna instalación nuclear en ese plazo
- El uranio enriquecido se almacenará solo en la planta de Natanz. El resto será transportado al extranjero o diluido.
- La instalación subterránea de Fordo será convertida en un centro científico de carácter civil y tecnológico. La investigación y desarrollo por parte de Irán será realizada de acuerdo con los plazos previamente acordados
- Estados Unidos y la Unión Europea levantarán las sanciones económicas y financieras a Irán cuando el Organismo Internacional de Energía Atómica verifique el cumplimiento de las condiciones y los plazos del acuerdo por parte de Irán. Si la República Islámica incumple cualquiera de sus compromisos, las sanciones volverán a entrar en vigor automáticamente
- Todas las centrifugadoras e infraestructura de enriquecimiento de uranio sobrantes quedarán situadas en localizaciones vigiladas por la AIEA. Ésta podrá emplear tecnología moderna y tendrá acceso prioritario incluso para clarificar problemas surgidos en el pasado
- Se promoverá y pactará la colaboración de Irán en esferas internacionales en materia de energía nuclear civil, investigación y seguridad nuclear