Revista Mundo animal

Obediencia a la autoridad y la violencia

Por Carmenmt87
¿Cuántas personas torturan de forma gratuíta? ¿Cuántos de nosotros seríamos capaces de hacer daño físico a alguien si un superior nos lo ordena? ¿Quién sería el primero en negarse a atormentar a un hombre ante la exigencia de la autoridad? Alguna vez, todos nos hacemos este tipo de preguntas. Vuelan por nuestra cabeza ocasionándonos sensaciones desagradables que enseguida queremos que desaparezcan. Al cuestionarnos este tema la mayoría de los seres humanos contestamos rotundamente no. Sin embargo, existen datos alarmantes que demuestran lo contrario. Más de los que nos imaginamos, seríamos capaces de torturar a otro conscientemente por una orden de autoridad.
Un investigador, el señor Stanley Milgram, realizó un experimento muy famoso en psicología social cuyo objetivo era descubrir la relación entre obediencia a la autoridad y la capacidad de hacer daño ajeno. El experimento se disfrazó bajo el tema memoria. A los participantes se les anunció que la prueba estaba destinada a estudiar los procesos de la memoria y no a su objetivo real. De lo contrario, la investigación no resultaría veraz y no se podría haber realizado.
"Un profesor pide a dos de sus alumnos que le acompañen a realizar un experimento sobre la memoria. Uno de ellos será el ayudante y el otro el voluntario que participa en la prueba. El ayudante debe leer una lista de palabras y el participante tiene que intentar repetir la lista entera sin errores. Un de las funciones del ayudante es comprobar que el voluntario no ha cometido ningún error, de lo contrario, hay que proporcionarle un castigo: una pequeña descarga. El participante o voluntario, y el ayudante no están en la misma sala y se comunican por un altavoz. En la habitación donde se encuentra el ayudante hay una máquina en la que se controla la intensidad de las descargas que se propinan al participante. La máquina permite dar descargas de diferente magnitud presentando la siguiente escala:Obediencia a la autoridad y la violencia 
El investigador responsable del estudio, le dice al ayudante que cada vez que el participante se equivoque tiene que darle una descarga. La intensidad de la misma ha de ser mayor cada vez que no acierte aumentando los voltios con cada error. Entonces, el participante comienza a equivocarse y empiezan las descargas. Comete errores aunque también aciertos, pero a medida que el nivel de dificultad aumenta, también lo hace la intensidad de las descargas. El ayudante, bajo la presión del responsable del experimento, ya está accionando descargas de 140 voltios y el voluntario empieza a quejarse de que las descargas le hacen daño. Pero el experimentador le dice al ayudante que la descarga no es peligrosa y que por favor continue. Las descargas se elevan hasta 150 voltios y el participante ruega que le suelten. El investigador vuelve a decir que se ignore el lamento y que se continue con la prueba. Las descargas siguen aumentando y llegan a 300 voltios. El participante grita de dolor y se niega a contestar a las preguntas. Una vez más, el investigador insiste en que se continue con las descargas". En realidad, el participante que se quejaba de las descargas está actuando y el sujeto protagonista del experimento era el ayudante. Cuando se pregunta a personas que no se encuentran en esta situación que cuándo creen que abandonarían el experimento, absolutamente todos comentan que lo dejarían antes de llegar a la máxima intensidad. Es decir, antes de los 450 voltios. Pero, los datos del experimento fueron muy significativos pues nada más que el 65% de los ayudantes obedecieron al investigador hasta el final. El 65% de los ayudantes llegaron a los 450 voltios a pesar de que el participante no diera ninguna señal de vida.
A este fenómeno se le denomina "obediencia a la autoridad" en el que el sujeto actúa de una manera determinada por una orden proveniente de un superior. En bastantes ocasiones, se tiende a comportarse de forma errónea sólo por la influencia que ejerce el entorno. En el experimento, los participantes salieron sabiendo que podían llegar a ser crueles si las circunstancias se lo exigían. 
Determinantes de la autoridad 
Los factores fundamentales que permiten o determinan que se dé o no la obediencia son: 
  • La distancia emocional de la víctima. A mayor distancia emocional, mayor capacidad de obedecer. Es más difícil herir a alguien si está cerca de nosotros y podemos percibir su dolor directamente. 
  • La lejanía y legitimidad de la autoridad. Cuanto más cerca tengamos a la autoridad, mayor es la obediencia; y a mayor legitimidad de la autoridad, mayor capacidad para obedecer. 
  • La presencia de disidentes. La obediencia es menor si existe alguien cerca que desafíe a la autoridad.

Este planteamiento se aplicó a la explicación de los comportamientos de los alemanes nazis en los campos de exterminio. ¿Actuaban de esta manera porque "eran malos" o las circunstancias se lo exigían? Se descubrió que en algunos casos, soldados nazis debían acatar órdenes por amenazas de muerte o tortura hacia su persona y su familia si no cumplían con el cometido. Evidentemente, no se trata de justificar y de aprovecharse de que "las circunstancias nos obligan", pero sí comprender, que el entorno influye. Somos 50% genética y 50% entorno, por lo que nuestra mitad que nos define está determinada por el entorno. 
Se trata una vez más, de comprender y no justificar del por qué de nuestras acciones. Y es que, promovidos por el entorno o la genética, podemos actuar de una forma que jamás en la vida imaginaríamos que seríamos capaces de hacer. Por lo que, para paliar nuestros instintos o comportamientos más primarios, es preciso que desde pequeños en las escuelas y en las familias vayamos formando un constructo que abogue por el respeto y la no violencia. De esta manera podremos enfrentarnos con autosuficiencia y denunciar todas aquellas acciones que no respeten la libertad ni la integridad aunque estén ejercidas por la máxima autoridad del mundo.

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