El año 2015, a su final, marca el fin de la era de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y el inicio de la aplicación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) nos dispara este 2016 que acaba de comenzar.
La revista The Lancet, en un artículo reciente (Child survival in 2015: much accomplished, but more to do) nos recuerda que se ha hecho mucho, sobre todo en la reducción de la mortalidad infantil en todo el mundo, pero que aún queda mucho por hacer.
Los Objetivos para el Desarrollo Sostenible comprometen principalmente a los países desarrollados entre lo que, por fortuna, nos encontramos. Los objetivos son varios, múltiples y todos muy claritos. El orden de prioridad sin embargo es variable. El primero, por ejemplo, es poner fin a la pobreza, algo que en este país es vergonzosamente sangrante y a lo que el gobierno de estos últimos años ha dedicado bien pocos esfuerzos. Más bien al contrario, las desigualdades han crecido.
Sin embargo, las prioridades pueden ordenarse en relación con lo que supone el reto de afrontarlas en cuanto a las transformaciones necesarias. En un estudio del Stakeholder Forum para ayudar a entender ese compromiso (https://sustainabledevelopment.un.org/content/documents/1684SF_-_SDG_Universality_Report_-_May_2015.pdf) combatir la pobreza no precisa grandes transformaciones. Combatir el cambio climático, proporcionar energía suficiente y económicamente asumible o el mantenimiento de patrones de producción y consumo sostenibles, representan retos mucho mayores.
Con nuestros gobiernos (por lo menos el del estado y el de Cataluña) en situación inestable y sin constituir, llamar la atención sobre esto puede bien ser un grito en el desierto, pero en este comienzo del año quisiéramos sensibilizar a nuestros lectores hacia la importancia de informarse de las realidades. Y con ello poder exigir a nuestros gobernantes mayores diligencias. O si, como parece bastante posible, se tengan que repetir las elecciones, ejercer nuestro voto con una mayor precisión.
X. Allué (Editor)