Revista Cultura y Ocio

Obras póstumas

Por Mientrasleo @MientrasleoS

Obras póstumas

Tarjetas de El original de Laura. Fuente: ABC


     Justo antes de morir, allá por 1977, Vladímir Nabokov mandó quemar su obra inacabada, El original de Laura. Su hijo, encargado de la tarea, decidió ignorarlo y esta obra acabó siendo un éxito en ventas en muchos países.
     Es curioso como proliferan los libros de autores fallecidos. Y no, no hablo de segundas ediciones o de reedición de clásicos. A lo que me refiero es a la creciente sensación de que en el más allá, a la altura del limbo, hay un despacho con un editor que pregunta el lugar en el que guardaba el autor sus manuscritos. No se si a cambio de una reducción de condena, o de un aumento dependiendo de quien sea, o tal vez a cambio de un café ristretto, los autores confiesan. Dicen el lugar exacto, el cajón y el momento en que dejaron sus papeles olvidados, reposando o incluso encerrados como si de un diario secreto se tratara. Y ya tenemos historia.
     Cada vez son más autores los que siguen firmando títulos de forma figurada porque ya no están entre nosotros. Os parecerá una tontería pero me deja bastante descolocada que la primera edición de un libro sea varios años después de la muerte de su autor. Y más si no hay un motivo real para ello. Me explico... hay títulos que por cuestiones políticas se prohiben en un país, y han de pasar años hasta que ven la luz. Tantos que incluso su autor no lo llega a ver, como el caso de El maestro y Margarita que tras pasar su autor años de infructuoso esfuerzo, no pudo ver su obra publicada. Pasaron más de veinte años de su fallecimiento para que viera la luz un título que hoy es referente para muchos. Estos son los casos fáciles, los que entiendo aunque no comparta la censura.
     Pero luego vienen el resto, editores que se hacen con derechos sobre la obra de un autor incluyo ya fallecido y que rebuscan entre archivos hasta dar con manuscritos acabados o no. Y los publican haciendo uso de publicidad y buen hacer, porque no olvidemos que hay grandísimos títulos entre esos póstumos, pero al verlos, de entrada, nos dejan con la duda sobre lo que nos encontraremos. Porque no nos engañemos, la muerte sorprende en cualquier momento por mucho que te apellides Pérez o Hemingway. Puede ser al finalizar un libro sin llegar a entregarlo, a mitad, o en un momento cualquiera y que hayamos guardado una docena de ideas sin desarrollar, o un libro rechazado una y mil veces que se estaba "pudriendo" en el cajón del olvido. Y esos, todos ellos, son los que nos venden como obras maestras del ya consagrado autor haciéndonos dudar del criterio de muchos. Porque... que una persona fallezca en lo único que influye a un manuscrito es en la incapacidad que tiene el ya finado autor de agregar más páginas para terminar o retocar su obra.
     Al final, la sensación que queda es la de ser cómplice cuando se compra el libro de una violación de la intimidad, de una colaboración para que ingrese dinero la familia o herederos designados que buscan seguir ganando a costa de lo que sea... Y os diré algo, si el autor me gusta mucho.... piense lo que piense acabo acudiendo ansiosa a adquirir mi nuevo título. Aunque sepa que jamás podrá estar autografiado por su autor.
     Y vosotros, ¿qué pensáis de las publicaciones póstumas?
PD. Iba a hacer una lista de libros póstumos, pero era demasiado larga. Baste decir que iban desde Vonnegut hasta Flann O'Brien, pasando por Toole,  Nemirovsky y Vonnegut.

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