Muchos españoles creen que España necesita observadores internacionales para garantizar la limpieza de sus elecciones, como ocurre en los estados fallidos africanos.
Algunos partidos de oposición opinan que a pesar de que España es una democracia europea reconocida, la corrupción es tan intensa que sus procesos de recuento de votos no son más fiables que en Sudán o el Congo.
Pedro Sánchez, en cuyas manos está el control de las empresas Correos e INDRA, cuyo protagonismo en el proceso de recuento de votos es crucial, ha demostrado con sus mentiras y maniobras sucias no ser lo bastante fiable para garantizar la limpieza de los comicios. Media España teme que los sanchistas practiquen un masivo fraude para ganar las próximas elecciones.
Todas las encuestas reflejan la futura derrota de Sánchez y de sus candidatos, menos las que publica el CIS, la agencia oficial de sondeos, dirigida por el socialista Tezanos, que asegura una victoria de Sánchez en cada sondeo que practica.
Hay miles de artículos de prensa e informaciones en las redes que aseguran que en las pasadas elecciones generales del 23 de julio de 2023, el sanchismo hizo fraude para lograr el gobierno.
Otros miles se están publicando ahora para advertir que en las próximas elecciones puede ocurrir lo mismo.
Aunque el fraude sea un bulo, el simple hecho de que grandes masas de la población crea que las elecciones españolas no son fiables, basta para que la democracia, un sistema que se basa en la confianza de los administrados en sus administradores, quede seriamente dañada e inutilizada.
Sea cual sea la verdad, España necesita que sus ciudadanos tengan confianza en el sistema. Si los españoles creen que sus votos pueden ser manipulados, su democracia es una estafa.
Esa es la gran prioridad del presente español porque sin confianza la democracia y el poder son orgías de corruptos y sinvergüenzas.
Francisco Rubiales
