La neurosis obsesiva, trastorno obsesivo compulsivo (toc), obsesiones...son términos que designan una estructura psíquica compleja. Hay que diferenciar que no es lo mismo un rasgo de carácter obsesivo (cierto orden, perseverancia...) que la neurosis obsesiva, donde la persona se ve impelida a realizar determinados actos, o le invaden pensamientos que le dificultan la vida cotidiana. El trastorno impone rigidez.
Eso que puede llegar a parecer una característica de la persona, una manía, en realidad tiene que ver con una sustitución de otra cosa, de una cuestión psíquica que no puede reconocerla, al ser inconsciente, y que se refleja en algo ilógico y que podría ir instalándose en el funcionamiento psíquico de la persona.
No es sino a partir del psicoanálisis, con Sigmund Freud, que se sabe de la inteligencia y la lógica de este trastornos y del suceder psíquico . Es imposible pensarlo sin el concepto de inconsciente, que nos habla de otra complejidad maravillosa en el ser humano diferente a la conciencia y la lógica positivista. Nuestro vivir está sobredeterminado por el inconsciente.
Las obsesiones son un producto del mecanismo de defensa, inconsciente y surgen a consecuencia de la tentativa de reprimir una representación intolerable opuesta al yo de la persona.
El psicoanálisis viene a cuestionar al sujeto, en el sentido que va a dar cuenta que está implicado en lo que le pasa. Hay un conflicto que es intolerable para él y una manera de resolverlo es la enfermedad, que interrumpe la vida del sujeto. El síntoma es una solución, una forma de procesar deseos intolerables para la persona, una sustitución, pero que le producen un gran sufrimiento.
Las obsesiones hay que diferenciarlas de cierta clase de recuerdos intensos o imágenes no alteradas de sucesos importantes. Por ejemplo Pascal creía que se le abría un abismo a la izquierda desde el día en que una carroza en la que iba estuvo a punto de volcar y precipitarse en el Sena. Tienen que ver con algo traumático
Se van a diferenciar también las obsesiones de las fobias en que en las obsesiones van a haber siempre dos elementos: una idea que se le impone a la persona y un estado emotivo asociado. En las fobias va a ser siempre la angustia, pero en las obsesiones puede ser la duda, el remordimiento o la cólera
Las obsesiones son múltiples y más especializadas y las fobias más monótonas y típicas.
En muchas obsesiones el afecto persiste inalterado y cambia la idea a él asociada. . Ejemplo cuando tiene remordimientos por todo o por ejemplo una paciente que profesaba un odio incompresible a todas las criadas. Se despertó en ella, supuestamente, ante los descaros de una criada y se hizo imposible el servicio en esa casa. Sentía odio y repugnancia hacia ellas y alegaba que le estropeaban su idea del amor. Pero en realidad la cuestión provenía de que la joven había sido testigo involuntaria de una escena amorosa de su madre. Al sorprenderla, se había cubierto el rostro y tapado los oídos, haciendo luego lo posible por borrar la escena de su mente, que la repugnaba. Su recuerdo le hubiera obligado a separarse de su madre. Olvidó la escena, la reprimió, pero la cólera que se despertó en ella ver ensuciada su idea de amor persistió asociándose luego a las criadas que reemplazaban a su madre.
Un estudio de los casos muestra que el estado emotivo siempre está justificado. El sello patológico es que el estado emotivo se ha eternizado y la idea asociado ya no es la idea original, relacionada con la etiología de la obsesión, sino una idea sustitutiva de la misma. El carácter absurdo de las obsesiones se debe a esa conexión forzosa del estado emotivo y la idea asociada nueva.
Cuando hay disparidad entre el contenido ideológico y el afecto, entre la magnitud del reproche y la causa, podría decir la persona que no sabe que es muy exagerado y es falsa esa conclusión de culpabilidad. Pero en realidad, el afecto está justificado y esa conciencia de culpabilidad corresponde a otro contenido inconsciente. El contenido ideológico conocido ha pasado a ocupar el lugar del primero por asociación .
Por ejemplo una muchacha que padece de reproches obsesivos y cuando lee en el periódico un crimen, o una falsificación de dinero, que no se sabe quién ha sido, se pregunta angustiada si no habrá sido ella, dándose cuenta a la vez de lo absurdo de ese pensamiento. Llegó un momento en que fue tan fuerte el pensamiento, que llegó a confesarse frente a sus familiares y al médico de haber cometido realmente sendos delitos. El origen de su conciencia de culpabilidad se desveló fruto de su psicoanálisis. Excitada por una sensación de voluptuosidad, comenzó a masturbarse tras conversaciones acerca de la sexualidad con una amiga suya. Moralmente se lo reprochaba.
La duda tan llamativa en la estructura obsesiva se traslada a muchas cuestiones de la cotidianeidad de la persona hasta incluso del tratamiento, pero forma parte del anclaje que hay en ellas,de su ambivalencia y erotización en el pensar, les hace detenerse en su vida. Se le llegó a llamar la enfermedad de la duda.
También es significativo el temor obsesivo que acontece cuando aparece en la persona alguna cuestión con su deseo, surgiendo el temor de que va a suceder algo terrible. Es su deseo y lo contrario, una ambivalencia afectiva. Pero la persona no sabe de eso, se producen esos efectos que han de ser interpretados en su tratamiento psicoanalítico. No es cuestión de saber, de conocer lo que le pasa, el conocimiento no cura. No lo siente por ejemplo como agresividad, hostilidad, se ve obligado a realizar una serie de cosas, pero decírselo le va a generar mayor agresividad, hay una negación en la persona de esa realidad, está reprimida. Precisamente la persona ha generado toda una enfermedad para defenderse de ello. Por eso que el trabajo que se realiza en psicoanálisis es un proceso de conocimiento y transformación del sujeto, que va a poder ir tolerándose y transformando su posición ante sus deseos, su moral... Es un trabajo.
Otra joven casada, con un hijo, tenía el impulso obsesivo de arrojarse por el balcón y cuando veía un cuchillo se veía impulsada a cogerlo y matar con él a su hijo. Ante las preguntas del psicoanalista confesó que sólo muy raras veces practicaba ya el comercio sexual y siempre con precauciones para evitar quedarse embarazada. Ella indicaba que era una persona de naturaleza poco sensual y no le importaba. El psicoanalista le indicó que a la vista de los hombres surgía en ella representaciones eróticas y este hecho le había llevado a perder su confianza en sí misma, apareciéndose como una persona degradada y capaz de todo. Esta retraducción alcanzó pleno éxito. La paciente confesó su miseria conyugal y le comunicó la sensación de que se le entraba algo por debajo de las faldas.
El psicoanálisis nos muestra cómo tiene que ver el trastorno obsesivo con la sexualidad y la hostilidad. Por ejemplo la limpieza obsesiva es una protección simbólica de otro término relacionado con la sexualidad de cada uno.
Por ejemplo, una mujer que se lavaba las manos cien veces al día y por no tocar con ellas los pestillos los abría con el codo. Como en Lady Macbeth, lavarse las manos tenía un carácter simbólico y se hallaban destinadas a sustituir por la pureza física la pureza moral, que la sujeto lamentaba haber perdido. Se atormentaba con el remordimiento de una infidelidad conyugal cuyo recuerdo había sepultado.
El neurótico obsesivo niega los sentimientos hostiles, no los tolera, son muy intensos en él o ella. Los rituales muchas veces tienen que ver con hacer y deshacer. Ejemplo, pone una piedra en el camino a su amada y la quita (producto de una fuerte hostilidad reprimida en él, porque ella tuvo que marcharse para atender a un familiar). Los sentimientos hostiles son muy intensos y les produce mucho malestar, no los tolera. A veces cuando acontece la hostilidad es cuando dudan de si la querrá o no la querrá a la persona amada, el síntoma es esa idea repetida que les desvía de la hostilidad reprimida. Aparece la duda, cuando habla de una ambivalencia.
Las medidas preventivas son defensas secundarias contra las representaciones obsesivas, una desviación de ese pensamiento intrusivo. Comienzan a realizar actos, rituales, para desviar la atención, y después se convierten en la obsesión en sí. La persona intenta dominar sus ideas obsesivas por medio de un proceso mental lógico, utilizando sus razonamientos, con medidas de penitencia (ceremoniales), medidas de preservación (fobias, superstición..), miedo a delatarse (colección cuidadosa de papeles que ha escrito), aturdimiento.
Tiene que ver la neurosis obsesiva con la sexualidad infantil, son reproches transformados, retornados de la represión y referentes a un acto sexual de la niñez ejecutado con placer. Tiene sus raíces en lo infantil reprimido.
Los niños son todo pulsión en el periodo de inmoralidad infantil, donde a través de la educación se le van a ir poniendo límites. Va a acontecer otro periodo en su maduración donde se constituyen diques como la vergüenza, los escrúpulos, la desconfianza... El complejo de Edipo es un fenómeno principal en nuestra constitución psíquica. En este periodo infantil se van a constituir una serie de significantes para el sujeto. El primer amor es la madre tanto para el niño como para la niña y es la figura del tercero, de la función padre la que va a establecer los límites. Va a acontecer una ambivalencia afectiva y una identificación en el niño y la niña a sus progenitores del sexo contrario, una decepción y hostilidad. Coexisten una corriente cariñosa y otra hostil. En la neurosis obsesiva el superyó, que es la instancia donde se instala la moral, esos padres introyectados, está hiperdesarrollada. El niño tiene que reprimir ciertas tendencias para civilizarse pero no desaparecen, están reprimidas y producen efectos en la conciencia. La culpa es hacia algo que desconoce, que no cometió. Se refieren a una situación sexual de la niñez ejecutada con placer. Nos hablan de un conflicto frente a la sexualidad infantil Digamos que en la neurosis obsesiva se fracasa en el intento de procurar satisfacción a sus pulsiones porque a su vez entran en lucha constante con la moral, se reprimen y entonces aparece una satisfacción sustitutiva: pensamientos obsesivos, rituales, compulsiones... que evitan el desarrollo de la angustia. Los reproches son la culpa por haber gozado y el castigo. Terminan limitándose la vida y huyendo de la misma. Hay continua interrupción, distracciones y un elevado gasto de energía.
Hay una erotización del pensamiento, todo gira conforme al pensar. Conlleva a un aislamiento la neurosis obsesiva. Si leemos Tótem y Tabú, un texto de Sigmund Freud, vemos que las supersticiones, y todos los tabús de los primitivos tienen que ver, con las precauciones, el contacto, ante el deseo, la hostilidad. El contacto con el otro tiene que ver con la libido, con la agresión y el amor, es como si evitara el contacto, la mortalidad. Se aísla con sus síntomas, sus satisfacciones sustitutivas. No tolera las diferencias, hombre y mujer, huye de todo lo que le recuerde a la mortalidad. Es como una detención, una regresión en construir su ser social, ante decisiones en su vida, la construcción de su desarrollo que, a cada tanto, florece.
Hay diferentes nomenclaturas de las obsesiones, tocs, como el toc homosexual, religioso, rituales, dudas, miedo a cometer algún acto criminal hacia un ser querido... pero como en los sueños, necesitan de interpretación, una cosa es lo manifiesto y otro lo que genera esa apariencia, y el psicoanálisis es la ciencia que puede transformarlo, desde hace más de un siglo, con resultados más que contrastados y ofreciendo una solución a este padecimiento.
Laura López, Psicoanalista en formación continua
con Grupo Cero y Psicóloga colegiada
www.lauralopezgarcia.com