En el ocaso de la luz hallé mi templo,
cúpula estrellada de flores marchitas.
Sostiene sus cimientos un fuego infernal,
llamaradas de rojo, amarillo y púrpura cenital.
Último aliento de un tiempo terminal,
el horizonte que juega a esconder la verdad.
Curvatura del milagro de los días,
escondes mi nombre, das paso a la oscuridad.
Vetusta, abrupta, tu sepultas mi culpa.
Adusta penumbra alumbras mi ser,
que al perecer en el vergel inerte,
hallaste la llave que siempre busqué.
Eres la dama velada de palabras vanas,
en tu promesa de la noche te encuentro,
nos besamos con los astros observando atentos,
ocaso de la luz, en tus labios está mi templo.
Por Fran NezbiaN.
elsecretodelaverdad.wordpress.com