Revista Ciencia

Ocejoncillo, Sierra de Ayllón (Valverde de los Arroyos, GU)

Por Rafasc
UNA MONTAÑA DE SENTIMIENTOS
"Desde la antigüedad las montañas han sido objeto de admiración por parte del hombre; las han adorado y temido; han visto en ellas a diosas y dioses; han sido protagonistas de leyendas; han servido de morada de extraños seres; han protagonizado hazañas y tragedias...pero sobre todo, han despertado sentimientos hacia ellas y a todo los que las rodea.
Buena prueba de ello es el libro El Sentimiento de la Montaña, donde E. M. de Pisón y Sebastián Álvaro cuentan el poder y magnetismo que ejercen las montañas en los hombres, desde que estos se acercaron a ellas y quisieron sentir las sensaciones de estar subidos en sus cimas.
En la primavera del 2009, una montaña (y algo más) me llevó a escribir lo que en ese momento me había inspirado; era una prueba más de lo que las montañas son capaces de hacer en los sentimientos de las personas. Lo publiqué en si día en otra web, y motivos hay de sobra para que esté en este blog."
Ocejoncillo, Sierra de Ayllón
...Salió un caminante capitalino un lunes de pascua
en busca del Ocejón hollar,
y puso camino a Valverde para desde allí comenzar.
Púsose en marcha en la plaza,
y llegose breve a la era,
un tanto rara en la actualidad.
Camino de la Chorrera y en una piedra posada,
encontrábase una serrana con su perra
contemplando la cascada.
Díjole al caminante: "buenos días extranjero,
¿donde vuestros pasos van?"
Sorprendido el hombre, contestola:
"Hacia el Ocejón, serrana"
a lo que ella respondió:
"¿serrana yo?...pastora mejor".
Y el caminante la replicó:
"Lo que usted diga señora,
si su oficio es, no lo negaré yo"
Guiado por la muchacha,
ascendía resoplando,
mientras su alma arrastraba.
Comenzaron a subir la pizarra escalinata,
en tramos por la nieve tapada,
que en la cumbre los dejara.
Viéndole la serrana titubeante, comentole.
"Demos la vuelta buen hombre,
que no es agradable escuchar,
el ruido de un hueso quebrar"
El caminante sin rechistar,
diose la vuelta y comenzó a bajar,
pensando que en estos lances,
más saben los del lugar.
Observole la serrana, contrariado por no hollar,
con su sonrisa y palabras lo intento animar:
"Al Ocejoncillo ascenderemos,
que sin ser tan altiva cumbre,
le sabra recompensar"
Desde aquella atalaya, el paisaje contemplaron,
y hacia el pueblo volvieron, desandando sus pasos.
En un punto del sendero la serrana comentó:
"Aquí quédome extranjero,
por hoy he cumplido yo";
y ella por respondida escuchó:
"Gracias pastora, usted vaya con dios.
Y de por seguro muchacha
que esta historia contaré,
en un foro de montaña
que asiduamente frecuenté"
Vuelta a casa el caminante
y las fotos visionar,
diose cuenta que en el Ocejoncillo
solo la perra posar...lo que le hizo pensar,
que aquella pastora que vio,
pastora de almas será...
Las fotos del recorrido (Ruta realizada en Abril de 2009)
© Texto y fotografía de Rafael Rodríguez

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