Revista Libros

Ochenta melodías de pasión en azul, de Vina Jackson

Publicado el 07 abril 2013 por Goizeder Lamariano Martín

Ochenta melodías de pasión en azul, de Vina Jackson Título: Ochenta melodías de pasión en azul Autor: Vina Jackson Editorial: Maeva Año de publicación: 2013 Páginas: 335 ISBN: 9788415532514

Después de haber leído el primer libro de esta trilogía, Ochenta melodías de pasión en amarillo, en tres días, cuando tuve que meter un libro en la maleta para las vacaciones de Semana Santa lo tuve claro. Quería saber cómo sigue la historia de amor, pasión y sexo de Summer y Dominik. Al final del primer libro de esta trilogía erótica los dos protagonistas se encuentran separados, ella en Nueva York y él en LondresAsí comienza el segundo libro, Ochenta melodías de pasión en azul que Maeva me envió a casa, por lo que desde aquí les doy las gracias Summer vive ahora en Nueva York, donde ha sido seleccionada para tocar en una importante orquesta bajo la batuta de Simón, un joven director de origen venezolano que pronto se sentirá atraído por la violinista. Por su parte, Dominik continúa en Londres, trabajando en la universidad en la que da clases de Literatura.

En contra de lo que pueda parecer a simple vista, la distancia y la separación no afecta demasiado a los dos protagonistas ni mucho menos a su historia ni a su relación con la dominación, el fetichismo y, en definitiva, el placer. Los dos siguen con su vida normal y de vez en cuando se llaman, se mandan un email o un mensaje de texto al móvil para contarse sus respectivas aventuras. Esto es quizá lo que más me ha gustado de este segundo libro, las relaciones que tanto Summer como Dominik mantienen con otros personajes de la historia en Nueva York y en Londres y el importante papel que juegan los personajes secundarios que, como ya ocurriese en el primer libro, ahora no solo mantienen su importancia en la trama sino que la aumentan. Así, Simón será muy importante en la vida de Summer, mientras que Lauralynn lo será en la de Dominik. Por si no fuera suficiente, Victor reaparecerá en la vida de ambos. Al margen de la trama puramente erótica y sexual, me ha gustado mucho los caminos que recorren ambos protagonistas. Summer se convierte en una reconocida violinista y comienza una gira por medio mundo que le alejará de Nueva York y, una vez más, de Dominik. Él ha decidido cambiar Londres por la Gran Manzana para estar junto a Summer con el pretexto de realizar un trabajo académico y literario pero nuevamente ve cómo Summer se aleja de su lado. A pesar de la distancia y de los sentimientos cada vez más intensos que poco a poco los dos experimentan siguen siendo fieles a ellos mismos, a su forma de ser y de entender la vida. Liberales, sin complejos, abiertos, independientes, libres. Libres para mantener relaciones sexuales con quien ellos quieran. Libres para experimentar. Para probar. Para dejarse llevar por el placer. Y, por encima de todo, libres para sentir. Para sufrir por la distancia, por la separación, por el deseo insatisfecho. Para echarse de menos. Para desearse. Para tener miedo. Pero, sobre todo, si hay algo que tanto Summer como Dominik sienten en este segundo libro de la trilogía es la duda, la incertidumbre, el no saber qué siente el otro ni, mucho menos, qué sienten cada uno de ellos.  Son vulnerables, frágiles, débiles, mucho más de lo que podían imaginar. El sexo, la dominación, el placer, el fetichismo, las orgías, eso no les da miedo. Saben lo que es y lo que se siente. Ahí son fuertes. Pero una cosa es el sexo y otra muy distinta el amor. Y es es justo lo que ambos están empezando a sentir. Y les asusta. Mucho. Demasiado. Me ha gustado mucho cómo evolucionan los dos protagonistas, cómo se van intercambiando los papeles conforme se dejan arrastrar por la excitación, la seducción, el deseo, la pasión y, cómo no, el romanticismo. Y al igual que ya me pasó en el primer libro de esta trilogía, una vez más Summer y Dominik me han resultado muy creíbles y verosímiles, muy reales, cercanos y humanos. Porque todos somos buenos y malos, capaces de lo mejor y de lo peor cuando nos dejamos llevar por nuestras pasiones. Por último, quiero destacar el personaje de Victor que, aunque no me cae bien, todo lo contrario, me resulta odioso, manipulador, repugnante, malvado y despreciable, creo que juega un papel muy importante en la trama de los dos primeros libros de esta trilogía y conforme más avanza la historia más protagonismo adquiere. Especialmente al final de este segundo libro que, como no podía ser de otra forma, es totalmente abierto y deja todo en el aire. Así que no queda más remedio que esperar a leer Ochenta melodías de pasión en rojo. El paso del amarillo al azul ha sido irresistible, lleno de sorpresas, con una lectura incitadora que va de menos a más, un juego arriesgado e intenso. Esperemos que en rojo las ochenta melodías sigan sonando igual de bien.  Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí

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