Ocho

Una vez, no hace mucho tiempo, me propusieron un juego, un ejercicio. Se trataba de dibujar mentalmente un número ocho. Dos círculos unidos por un punto. En cada uno de ellos se encontraba una persona, los dos miembros de una historia, de cualquier historia. Se debían mirar de frente y hacerse una o tres preguntas, las estrictamente necesarias para no dejar nada en el tintero, y una vez respondidas, mover la mano lentamente a modo de adiós, a poder ser con una sonrisa y la mirada llena de aceptación.
Se debía después respirar hondo y cortar ese punto que servía de unión, para permitir así que cada círculo, como si se tratara de un globo, saliera volando, tal vez para no volver a encontrarse nunca más. Luego, lo más duro, darse la vuelta y emprender el camino en solitario, de espaldas y con los pasos firmes hacia el horizonte.
Entonces yo no era capaz de trazar un círculo mental, ni de encontrar unas tijeras que acabaran con la unión, ni siquiera capaz de sonreír.
Afortunadamente los juegos a veces se hacen realidad, y se llenan los pulmones de helio, y uno se ve preparado para deshacer ese nudo que convertía una historia en un ocho. Y caminar sin mirar atrás, dibujando ese adiós desde el corazón. ....................PD: Dedicado a Franc, por las manos y la música, a Jardi, por su amistad, a Loka, por su risa, y a Noe, por estar.